Hablar por Assange

Cerca de 1.200 periodistas de un centenar de países han firmado una declaración pidiendo la liberación inmediata de su colega Julian Assange. Fundador y editor del portal digital Wikileaks, Assange está detenido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en el Reino Unido, bajo la amenaza de extradición a los Estados Unidos que lo acusan de espionaje. Corre el riesgo de ser condenado a 175 años de prisión. ¿Su crimen? Seguramente lo conocéis: haber publicado documentos militares y mensajes de diplomáticos de los Estados Unidos que ponían en evidencia que el ejército de este país había cometido crímenes de guerra en Afganistán e Irak y que había engañado a la opinión pública sobre sus actividades después de invadir estos dos países.

La publicación de estos 'Diarios de guerra' ha supuesto para Assange una persecución judicial que le obligó a estar un año en arresto domiciliario y siete acogido en la embajada de Ecuador en Londres. El cambio de Rafael Correa por Lenín Moreno como presidente ecuatoriano comportó su entrega a las autoridades británicas en abril del año pasado. Las imágenes que hemos visto y las informaciones que nos llegan muestran que el sufrimiento personal ha repercutido gravemente en su estado de salud. Está 'muy medicado', explican quienes lo han visitado en prisión, donde está en situación de aislamiento 23 horas al día.

En 2015 y en mayo del año pasado el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas exigió su liberación inmediata. El Comité para la Protección de Periodistas, la Federación Internacional de Periodistas y las principales organizaciones que defienden los derechos humanos se han sumado a esta exigencia. El Sindicato de Periodistas de Catalunya y varias asociaciones de profesionales de la comunicación en nuestro país también lo han hecho.

Si esta liberación no se produce, si Assange es extraditado y juzgado en Estados Unidos bajo la acusación de espionaje, será un fracaso inadmisible del derecho a la libertad de expresión y del derecho (yo diría la obligación) a denunciar los crímenes de guerra, los cometa quién los cometa, sea un grupo de fanáticos terroristas, sea el ejército más poderoso del mundo.

Tenemos que levantar la voz en nombre de Julian Assange o callar como periodistas.

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