El pueblo que no presta atención a la historia está condenado a repetirla

Rescatado de documentos históricos recientes, incluso con fotografías que aquí no tengo espacio para reproducir, describo a continuación, el relato que leí hace un tiempo, y que tenía ya olvidado, hasta que una circunstancia cercana me hizo volver a releerla. Los hechos pasaron en Baviera, después de la primera guerra mundial. El paralelismo que estos hechos reflejan con nuestra historia reciente en Catalunya es estremecedor Me ha parecido cuando menos instructivo compartir estas inquietantes similitudes con vosotros, y que a pesar de que no hacía falta, las he subrayado.

En 1923, después de perder la 1ª guerra mundial, la democracia alemana es muy frágil. La derrota del país provoca una grave crisis de identidad nacional, generando importantes anhelos separatistas en una importante y rica provincia autónoma (Baviera) que reivindica insistentemente separarse de Alemania, convencida de que así tendrá más posibilidades de mejorar. La oportunidad es aprovechada por un individuo gris llamado Adolf Hitler que decide encabezar un grupo de "patriotas" separatistas exaltados que se confabulan para dar un golpe de estado a la región. El gobierno de Baviera demandaba más y mejor autonomía, provocando agitación contra Berlin para la recuperación de antiguos fueros inoperantes, reivindicando una separación drástica de una región que se consideraba diferente y con más potencial que elresta de regiones de Alemania . En este escenario, la prensa del partido nazi en Múnich publica un duro artículo contra el presidente alemán.

El diario es ilegalizado inmediatamente y Hitler aprovecha la situación para acordar el golpe de estado previsto. Y lo hace, nada más y nada menos, que con el jefe de la policía de Baviera. Se reúnen en una cervecería donde Hitler declara el golpe de estado y obliga a recibir un apoyo incondicional a su acción.

Miles de personas proclives a la independencia se reúnen en la plaza del ayuntamiento con la intención de ocupar el edificio. Ante la multitud enfervorizada, dos miembros del partido nazi (Julius y Heltmunt) subidos encima de un coche, arengan la a multitud. Con lo que no cuentan los golpistas es que el golpe de estado está destinando a fracasar, y durará muy poco. En efecto, alguna de las autoridades golpistas, con soldados y policías, deciden en el último momento mantener su lealtad a la Constitución y optan para resistirse a secundar el asalto. Ante esta oposición inesperada, la acción promovida por Hitler corre el riesgo de fracasar. Aún así, el antiguo cabo del ejército alemán sale de la cervecería y arrastra con su decisión a centenares de personas que organizan un alboroto que repele violentamente la policía.

Después de un tiroteo, los rebeldes son dispersados y los responsables -Hitler entre ellos- son detenidos. El saldo es de de veinte muertos, la gran mayoría de ellos golpistas. Otros instigadores como Göring y Hess) huyen al extranjero, y no llegan a poder ser extraditados

Los golpistas no son juzgados por el Tribunal Supremo de Alemania, puesto que consiguen serlo en la misma región de Baviera por jueces favorables a la independencia. Hitler declara durante el juicio justificando su frustrada acción: "estábamos convencidos que con el pueblo apoyando, la acción era un clamor de la gente; por lo tanto, se trataba de un mandato popular y no podía entenderse como un golpe de estado". "Cuando una multitud grita unida en las calles y se ven banderas en las ventanas, estamos ante la voluntad del pueblo y su demanda es justa y se tiene que lograr. Confieso haberlo hecho, pero no me declaro culpable", dice.

Los jueces condenan los "golpistas" a una pena muy leve, teniendo en cuenta los graves resultados de muerte consecuentes al frustrado golpe de estado . Hitler es condenado a pocos años de prisión. Sólo 5. Y en Landsberg, la prisión más lujosa de Baviera, de la que, además, saldrá mucho antes . En la prisión recibe visitas diariamente y cuenta con las mejores atenciones, disponiendo de tiempo para planificar los pasos siguientes. Allí escribe la que será la biblia sagrada del nazismo: "Mi lucha". Obtiene la libertad condicional un año más tarde por buena conducta y sigue adelante con sus objetivos con mucha más determinación, pero con miras mucho más elevadas que se dirigen a toda la nación. Ahora el partido ya tiene un mártir vivo.

En 1925, el Congreso alemán, en este momento con un gobierno socialista, decide conceder una amnistía general a todos los presos políticos (Amnistía de Hindenburg) para reducir las tensiones políticas y mejorar su imagen internacional, cuestionada por algunos grupos a los que Hitler había transmitido su malestar y sentimiento de victimización.

Los presos quedan definitivamente liberados y, conjuntamente con los todavía exiliados, lo tienen claro. Con más afán y determinación que nunca -puesto que saben que ahora tienen mucha más gente a su lado- están determinados a "volverlo a hacer", pero esta vez con garantías y miras mucho más elevadas.

Hitler se hace con el poder parlamentario, con el 40% de votos. Los nazis se hacen con el poder en 1933 y después de librarse del todavía presidente de la nación, no pierden tiempo, anexionándose inmediatamente regiones cercanas, para recuperar el orgullo patrio, unificando el territorio alemán. Una vez canciller, la nación entera seguirá entusiasta a Hitler, menos los judíos, está claro. Lo que no saben los ahora ya súbditos suyos es que les importa un rábano. La utilización sangrienta de las juventudes hitlerianss de principio a fin es una de las pruebas de su indiferencia hacia una población que tanto se equivocó venerándolo. Adolf Hitler, transformado ya en un actor histriónico, pone el país a sus pies, provocando un auténtico delirio obsesivo de masas. La peor de las sectas ha sido creada. El guru se siente poderoso y desencadena una locura enfermiza que los ciudadanos seguirán ciegos como al flautista de Hamelín, destruyendo así por décadas la nación y con ella medio mundo, dejando una impronta de la peor ignominia planificada y llevada a cabo por el ser humano. Lo que pasó con Hitler después de Baviera ya lo sabíais todos, pero muy pocos conocíais lo que pasó antes. Ahora ya lo sabéis, la pretensión secesionista era falsa puesto que alo que Hitler aspiraba realmente era a ser el amo de Alemania y "escriturar la finca". El paralelismo de esta primera aventura del futuro Hitler dictador y genocida con unos hechos similares producidos recientemente en Catalunya y todavía vigentes, os habrá dejado, como a mí, boquiabiertos. Y es que el pueblo que no presta atención a la historia, está condenado a repetirla.

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