Divídete y perderás

Para vencer en cualquier competición una buena estrategia es provocar divisiones en el equipo adversario. En el deporte y, también, en la política. El poder acostumbra a utilizar el dinero de que dispone para inocular cizaña entre quienes intentan arrebatárselo. Catalunya es un ejemplo paradigmático de esta práctica. Las filas del nacionalismo, primero, y del independentismo, después, se han llenado de personas que han sido a menudo atraídas a él más por el dinero que por las convicciones ideológicas. El mecanismo es sencillo. Se busca militantes o dirigentes de un partido rival que creen tensión dentro de su formación política y se los mima. Se los ofrece cargos o se les abre las puertas de Tv3 y Catalunya Ràdio. El PSC ha sufrido los efectos de este comportiamiento más que cualquier otro partido. Pero todos se han llevado su parte.

Divide y vencerás, dicen. Y funciona.

Vistas las consecuencias de esta división inducida desde fuera cuesta más de entender que estas fracturas sean autoimpuestas. Muchos partidos sufren divisiones internas causadas por discusiones ideológicas o por intereses personales más o menos confesables. Es habitual decir que la izquierda es quien más cae en esta trampa. Las escisiones en los partidos de izquierda son históricamente abundantes. El gag de 'La vida de Brian' donde las células activistas palestinas contra los romanos invasores se multiplican de forma exponencial refleja un fenómeno real.

Ahora le ha llegado el turno a Podemos. Iñigo Errejón se ha cansado de estar marginado en el partido que contribuyó a fundar y se ha ido con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Después de él, se ha marchado el secretario general del partido en Madrid, Ramón Espinar. Y no lo han hecho porque el PSOE les haya ofrecido un cargo o un trabajillo bien remunerado. Con Podemos dividido, la izquierda lo tendrá complicado en las próximas elecciones municipales y europeas. Y no sólo en la capital del Estado.

En Catalunya, los diferentes partidos y grupos independentistas reclaman unidad pero cada uno mira de reojo el comportamiento de los otros. Y los que no son independentistas intentan hurgar en la herida para añadir tensión a la que ya hay entre Carles Puigdemont y Quim Torra, por un lado, y Oriol Junqueras y David Bonvehí, por otro. A veces, los independentistas intentan crear división en sus rivales dentro del propio bando separatista.

Otro dicho clásico dice que "Entre bomberos no nos pisamos la manguera". Los bomberos no lo hacen. Los políticos, sí. Los conspiradores de la política, especialmente.

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