Desproporción equidistante

Soy de los que paran la oreja en los bares, haciendo un café. Como decía Unamuno, "la verdadera universidad popular española han sido el café y la plaza pública". Tras el juicio al presidente Quim Torra, escuchaba el otro día una de tantas conversaciones de bar entre dos jubilados. El uno le decía al otro: "Muy bien tiene que ir el país o poco trabajo debe tener la justicia, que pierda su tiempo juzgando un presidente por unos lazos amarillos". Y el otro le contestaba: "Muy bien tiene que ir el país o poco trabajo debe tener el presidente, que dedique su tiempo a colgar lazos amarillos". Las dos Cataluñas, supongo. Estoy de acuerdo con las dos filosofías.

Esto me debe convertir en un apestado equidistante, tan improperado  últimamente. Si no me gustara el sol, que no es el caso, no me gustaría en la playa, pero tampoco a la montaña. Se ve que no se puede pensar que un lazo amarillo no merece tanto alboroto, ni para dedicarle un juicio, pero tampoco para motivar una guerra. De hecho, se puede pensar, pero no verbalizar, al menos sin ser objeto de escarnio mediático.

Torra no es santo de mi devoción, esto ya ha quedado claro. Sin embargo, me parece desproporcionada la lapidación por el caso de las pancartas; incluso, desproporcionada aunque él oposite a mártir, que parece que es el caso. Tampoco entiendo que le dedicamos tantas energías a ponerlos, reponerlos y defenderlos.

Creo que quien resume mejor el conflicto catalán es Amnistía Internacional cuando habla de "desproporción". Se refiere a la sentencia del proceso y se podría expandir al conjunto de la disputa. El independentismo ha actuado con desproporción cuando, sin disponer de una mayoría clara, ha querido poner el carro delante de los bueyes. El independentismo es legítimo, que quede claro, lo que se cuestiona es el camino para llegar a él; un camino, por otra parte, que se ha demostrado impracticable. Pero no son menos desproporcionadas las reacciones: la policía pegando a los participantes en el referéndum del 1 de octubre o el encarcelamiento de los políticos instigadores.

Como los abuelos del bar, lo que deberían hacer unos y otros es sentarse, tomarse un café y dialogar. Como decía Pasqual Maragall, "dejar reposar el soufflé". Cabe decir que los tertulianos del café estaban de acuerdo, los dos, en dirimir la independencia con un referéndum pactado. Si nos creemos el CEO, esto tampoco sería nuevo, ya que coincidiría con casi el 50% de los españoles. La conversación del bar derivó a otros temas de interés, que los mismos ancianos calificaron de más importantes, tales como si el FC Barcelona debería destituir de una vez por todas al Txingurri '(hormiga en euskera) Valverde. Ves, aquí no soy equidistante: sí, deberían hacerlo.

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