Tras el diabólico ataque invisible que sufre la humanidad, la “Dependencia”, va a quedar vinculada solo a los menores de edad durante el menor tiempo posible, ya que la autonomía básica, cuanto antes llegue mejor, así que los padres deberán aplicarse en ello. También su opuesto, la “Independencia”, saldrá de nuestro vocabulario, pues aislarse creyéndose autosuficiente, excluyendo al vecino y levantando barreras, es un planteamiento desfasado y contrario al futuro.
Esta pandemia nos ha traído: 1. Un profundo vuelco a nuestra vida (miedo y desconfianza), 2. Un aviso finalista (pocos más habrán) y 3. Ha dejado muy claro que; “la unión hace la fuerza”, y que con la fuerza del otro además, cada cual va a poder seguir adelante.
El sacrificio de nuestros sanitarios ha sido conjunto, conjuntos han sido los encuentros solidarios desde balcones y terrazas, sin discriminar a nadie, con esfuerzos por colaborar y compartir con aquello de que se dispone, sea una guitarra, un equipo de música, unas máquinas de coser, un reparto gratuito de alimentos, una cadena industrial fabricando respiradores. Queda claro; el ser humano no es autosuficiente, necesita el apoyo, el cariño, el soporte y las ayudas necesarias de otros, para salir reforzado y seguir adelante, y él es el primero en ofrecerlas.
A partir de ahora, pues, la clave tiene nombre: INTERDEPENDENCIA, o relación vinculante, social, económica, ecológica, integral entre personas, organizaciones, ciudades o países.
La interdependencia es una relación de dependencia mutua y recíproca, donde todos los actores se benefician y se complementan desde la cooperación, sin excluir a nadie, buscando el interés general y el bien común. El buen fin justifica los mejores medios. Con óptimos resultados, desde hace años, entre aquellos colectivos que tienen muy claro que sin este nuevo paradigma de vida, el mundo desaparecerá. Una organización (empresa y/o familia) que provee o produce, es un grupo de personas entrelazadas mediante un vínculo de interdependencia que, realizando tareas diferentes pero complementarias, trabaja por un objetivo común que se refleja en su misión: bien común, interés general, cooperación, trabajo con sentido.
La interdependencia se alcanza cuando la dirección cohesionada estimula la cooperación (con) por encima de la competencia (contra), subrayando que el éxito no proviene del individualismo, si no de la colaboración. Desde esta perspectiva, la INTERDEPENDENCIA conlleva una satisfacción emocional profunda, que se proyecta en todos los escenarios relaciónales, incluyendo especialmente el laboral (1/3 de vida). Se forma a un trabajador que en su relación con otros, comprende y siente, que el éxito en la tarea solo se alcanza, si cada miembro del grupo es consciente de que su buen hacer depende de él, y a la inversa (aprendizaje cooperativo): “mi éxito es el tuyo”.
La furia por llegar arriba antes que los demás, ya vemos donde nos ha llevado. Por ello es un compromiso a inculcar ya desde la escuela. Las culturas empresariales ‘del sistema’, siguen considerando que hay que estimular el individualismo y la competitividad, pero este es un concepto equivocado, acabado y obsoleto. El éxito individual nos deja ‘encapsulados’, sin saber dirigir (solo mandar), lo que deja aislado al ‘ganador’, que solo disfruta del escalafón adquirido, pero no tiene el reconocimiento, ni la búsqueda de aprendizaje u orientación que espera de él o ella el grupo.
No pocas veces he tenido que descubrirle al estupefacto CEO de turno que era en sus propios inter-departamentos, donde se producían las peores luchas por el poder, olvidando el personal que jugaba en un mismo equipo y con los mismos objetivos. La interdependencia, que no puede proceder de un paternalismo vertical, se promueve desde lo horizontal. Hoy cuidar y ser cuidado contribuye en dar sentido a nuestro trabajo y éxito en nuestros objetivos de vida, como actores comprometidos en la búsqueda de nuestro bien estar y el de los demás.
¿Nos ponemos ya todos a ello?
