¿CDC? «Esto no toca»

Si no nos diera risa, sería para echarse a llorar. Cómo diría el añorado Eugenio, "¿saben aquel que dice…?". Pues ahora resulta que CDC nunca existió. Sí, esto dicen en el PDECat. Aquella Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) que Jordi Pujol fundó en el monasterio de Montserrat ya en las postrimerías del franquismo con algunos de sus seguidores de siempre, ahora nos quieren hacer creer que nunca existió. ¡Vaya! Cuando menos dicen que el PDECat no es ni se siente su heredero, que no quiere su legado. Esto es el que ha tenido la caradura de decir Marc Solsona, el portavoz del PDECat, en una conferencia de prensa telemática durante la cual, ¡mira tú por dónde!, me aseguran que ni siquiera se ha ruborizado cuando ha osado decir que ellos, los dirigentes y militantes del PDECat,"no tenemos nada que ver con CDC".

Yo ya sé que en Catalunya estamos avezados a oir todo tipo de sandeces por parte de muchos dirigentes políticos. Sobre todo de los secesionistas, que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, que pretenden que acabemos tragándonos como real todo aquello que configura su mundo irreal y soñado. ¡Pero todo tiene un límite! ¿O no? Ahora la gente del PDECat reniega de su pasado histórico, que no es otro que el de CDC. Sí, aquel partido forjado bajo el liderazgo indiscutido e indiscutible de Jordi Pujol en 1974, y que coaligado con la histórica y también ya extinta UDC formó la coalición CiU, que gobernó en solitario la Generalitat durante cerca de un cuarto de siglo, de abril de 1980 hasta diciembre de 2003, que tuvo un poder político considerable en los ayuntamientos, los consejos comarcales y las diputaciones provinciales catalanas, y que tuvo una gran influencia política en España con los sucesivos gobiernos de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Todo aquello no existió, o, cuando menos, el PDECat ahora ya no lo asume como legado. Y es que el término 'legado' debe de estar maldito, en el mundo pujoliano y postpujoliano…

Todo esto viene a cuento de la reciente sentencia del Tribunal Supremo (TS) que ratifica la sentencia de la Audiencia de Barcelona sobre el 'caso Palau', conocido también como 'caso Millet', a pesar de que en realidad lo tendríamos que conocer como 'caso 3%', o 'caso Convergència'. Porque el TS, además de ratificar las penas de prisión contra todos los acusados, en su sentencia condena a CDC al pago de 6,6 millones de euros, que es la cantidad cobrada por este partido de la empresa de construcción Ferrovial como comisiones a cambio de adjudicaciones de obra pública hechas por la Generalitat. El TS considera demostrado de forma indiscutible que Ferrovial pagó a CDC estos 6,6 millones de euros a través del montaje urdido por los máximos responsables del complejo societario creado alrededor del Palau de la Música Catalana, que estos pagos fueron en concepto de comisiones y que todo ello contribuyó a la financiación irregular de CDC.

Pero el actual PDECat dice que no tiene nada a ver. ¿Cuesta mucho creer, verdad? Su ya mencionado portavoz, Marc Solsona, no sólo ha dicho aquello tan absurdo de que "no tenemos nada que ver con CDC", sino que ha osado ir aún más allá y ha añadido que "desde el principio se quiso involucrar al PDECat en el 'caso Palau', y nunca fue parte investigada ni acusada, ni siquiera se benefició a título lucrativo". Todo el mundo es muy libre de creerse y tragarse sus mentiras, pero no puede pretender que los otros nos las tengamos que creer. Porque, a ver, ¿como podía ser investigado o acusado el PDECat por unas comisiones ilegales que CDC cobró entre los años 1999 y 2009, cuando el PDECat no existió hasta julio de 2016? Pero es que se da el caso que el PDECat fue fundado entonces como consecuencia directa de la extinción política de la histórica CDC, que se produjo entonces a raíz del gran escándalo causado por la autoinculpación pública de Jordi Pujol al reconocer la existencia, desde hacía muchos años, de un legado -¡ay, estos malditos legados!- nunca declarado por el expresidente.

El PDECat es el heredero directo de la antigua CDC. Heredó todo su pasado político y también todas sus numerosas propiedades, todas ellas decomisadas por los tribunales de justicia para poder hacer frente a todas sus deudas. Pero ahora el PDECat se quiere desentender de CDC. Su portavoz se hace el loco por aquello de que 'la pela es la pela'. Cuando le preguntaron por CDC, a Marc Solsona le habría sido mucho más fácil decir aquello de "connais pas". O, mucho mejor aún, responder como lo habría hecho el mismo Jordi Pujol en sus muchos años de poder omnímodo e incontestable: "Esto no toca".

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