Aplaudir a los sanitarios es insuficiente

Aplaudir un minuto cada día desde el balcón de casa al personal sanitario no es suficiente. Está muy bien, lo merecen, y se hace de corazón, pero no deja de ser un brindis al sol. Cuando esto termine, algún día acabará, me temo que nos olvidaremos de ellos. No será la primera vez que pasa. Tiempo al tiempo.

A pesar de que hay estudios que indican lo contrario, los peces tienen fama de desmemoriados, de olvidarse de las cosas que pasan 30 segundos después de que hayan pasado. La Dory, coprotagonista de la película "Buscando a Nemo", popularizó en su día esta desatención. Los humanos somos muy Dory, y los políticos más. Estos días hemos encumbrado a los sanitarios hasta lo más alto. La verdad es que todos ellos, del primero al último, han exhibido durante la maldita pandemia del coronavirus lo mejor de la condición humana y merecerían nuestra gratitud in aeternum. Los héroes de las batas blancas lo han sido, lo son, y lo seguirán siendo. Pero y nosotros, ¿los seguiremos aplaudiendo? ¿Continuaremos valorando su trabajo una vez vuelva la normalidad o la nueva normalidad? ¿Mantendremos el compromiso con los médicos y los enfermeros, pero y también con los auxiliares y los limpiadores? Y nuestros políticos, ¿los continuarán considerando esenciales? No sé, ojalá me equivoque, pero me temo que no.

La pandemia ha puesto en evidencia el sistema, se le ha visto desnudo. La sanidad pública en Cataluña y también en España está al límite después de años de recortes. Cataluña sólo invierte en ella el 3,9% de su PIB, una vergüenza, y España el 5,9%, cuando la media europea es del 7'5%. Con la última crisis económica, tanto el gobierno de España como sus autonomías -hay que recordar que la sanidad es una competencia transferida- aprobaron severos recortes que situaron la sanidad contra las cuerdas. Cataluña, con Artur Mas (CiU) a la cabeza -a quien ahora le debería caer la cara de vergüenza-, fue una de las comunidades que más recortó en este aspecto, y también ha sido una de las que más ha pagado las consecuencias de aquella temeridad. De eso no se habla, o no lo suficiente. En el libro "La enfermedad de la sanidad catalana", Guillem López-Casasnovas sostiene que la sanidad catalana necesita 5.000 millones más, y después de lo ocurrido hace corto. El gobierno de Mariano Rajoy (PP) es el otro gran culpable de esta crónica de una muerte anunciada, la de la sanidad pública española. El hombre, como Mas, no vio mejor manera de afrontar la crisis, que castigando la sanidad. Y de aquellos polvos, vienen estos lodos.

Todo ello me hace escéptico. Insisto, ojalá me equivoque. Vuelven las preguntas: Cuando todo esto pase y hayamos encontrado la vacuna, ¿seguiremos aplaudiendo a los profesionales sanitarios? Dicho de otro modo, ¿les subiremos el sueldo? Por poner ejemplos: en España un médico de atención primaria (héroe de héroes) cobra 51.000 euros, por los 92.000 que cobran en Francia, los 117.900 del Reino Unido, los 132.500 de Alemania, o 184.800 de Estados Unidos. ¿Estamos hablando de corregir esta discriminación? Entonces, ¿de qué estamos hablando? ¡Hipócritas!

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