Andalucía, ¿espejo o espejismo?

Desde que se conocieron los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas del 2 de diciembre, muchos dirigentes políticos, tanto los de las dos versiones actuales de las derechas -PP y C's- como los de la extrema derecha extrema -Vox- y sus corifeos mediáticos como desde buena parte de la izquierda política y comunicacional más acomplejada, han generalizado una tesis según la cual aquello que ha sucedido en Andalucía tiene que acabar sucediendo de manera inexorable en el conjunto de España: una mayoría absoluta de todas las derechas, las convencionales y más o menos constitucionalistas y la no muy constitucionalista y extremísima de Vox, con la pérdida del poder en España de la actual mayoría progresista plural conformada por los socialistas, Podemos y sus confluencias, los independentistas catalanes, el PNB, Bildu y NC.

El simplismo de esta tesis es evidente. Ni Andalucía ha sido nunca un referente electoral de lo que pasa en el conjunto de España, ni en unas elecciones legislativas españolas se darían las características específicas e irrepetibles de los recientes comicios andaluces.

En primer lugar, hay que tener en cuenta un dato esencial: Andalucía ha sido la única comunidad autónoma española gobernada siempre en solitario por el mismo partido, el PSOE. Ya la primera Junta de Andalucía preautonómica estuvo presidida, en 1978, por un dirigente socialista, Plácido Fernández Viagas. Desde entonces, durante más de 40 años y en diez legislaturas consecutivas, la Junta ha sido presidida por Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves, Gaspar Carlos Zarrías (sólo en funciones, durante un par de semanas), José Antonio Griñán y Susana Díaz. Esta anomalía, legítima pero insólita en un sistema de alternancia en el poder, es un factor que hay que tener en cuenta a la hora de intentar establecer algún tipo de comparación entre los resultados electorales andaluces del 2 de diciembre y los que se podrían producir, no sabemos cuando ni en qué circunstancias, en unas elecciones generales españolas.

En segundo lugar, como coletilla al más que probable afartament ciudadano después de un mandato político monocolor durante más de 40 años, hay que tener en cuenta que, quizás como consecuencia de esta concentración absoluta de poder durando tanto tiempo en manso de un solo partido, se han dado los escándalos de corrupción que han salpicado numerosos dirigentes e incluso dos expresidentes socialistas de la Junta de Andalucía -Chaves y Griñán-, sobre todo a raíz del "caso EROS", deteriorando de forma decisiva el PSOE andaluz.

En tercer lugar, la presidenta Susana Díaz erró su estrategia política personal: quiso proyectar su carrera hacia el control y liderazgo del PSOE en toda España, triunfó en primera instancia al conseguir descabalgar a Pedro Sánchez de la secretaría general del partido pero, perdió con claridad cuando se enfrentó a él en unas elecciones primarias internas en las que una gran mayoría de la militancia socialista de todaEspaña contradijo las recomendaciones e instrucciones de casi todos sus líderes históricos y restableció a Sánchez como líder del PSOE. Aquel grave, contundente e inesperado fracaso político personal, situaron a la llamada "Sultana del Sur" en una situación adversa, no sólo como perdedora interna sino como derrotada a pesar de los apoyos con que contaba. Y con un agravante decisivo: el motivo de su oposición frontal a Sánchez fue que este no quería facilitar la investidura presidencial de Mariano Rajoy con la abstención de los diputados socialistas.

En cuarto lugar, durante su mandato presidencial Susana Díaz ha gobernado con el apoyo de Ciudadanos y con Adelante Andalucía-Podemos en la oposición. Esta división de las izquierdas andaluzas, con responsabilidades repartidas a ambos lados provocó una importante pérdida de votos del PSOE, de Adelante Andalucía y del conjunto de las izquierdas: muchos votos progresistas fueron a la abstención.

En quinto y último lugar, a la hora de hacer frente al discurso de patrioterismo españolista rancio y casposo en qué compitieron siempre PP, C's y Vox en la reciente campaña electoral andaluza, Susana Díaz, y con ella gran parte del PSOE andaluz, no tuvo convicción ni coraje para enfrentarse a él con un lenguaje claro de reconocimiento de la realidad española, pluricultural, plurilingüística y de hecho plurinacional.

Todos estos factores, irrepetibles en unas elecciones generales españolas, hacen que las elecciones autonómicas andaluzas no puedan ser un espejo sino, como mucho, un espejismo.

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