Abrir las escuelas o no, esta es la cuestión

No sé como resuelve Shakespeare su duda entre ser y no ser. Sé que plantea que esa es la cuestión principal, pero en esta vida he leído poca literatura y del famoso To be or not be sólo recuerdo la escena de la película de Ernst Lubitsch en que un actor que interpreta el famoso monólogo ve exasperado como un espectador se levanta y se va. Los lectores empedernidos me podríais ayudar a descubrir qué respuesta da el autor británico al dilema.

El dilema que tiene planteado la clase política y el mundo educativo es qué hacer con el inicio del curso que viene. Abrir las escuelas y los centros educativos o no hacerlo. Las dos opciones tienen ventajas e inconvenientes.

Si las abres, las familias podrán tener una vida relativamente normal y volver a trabajar sus miembros que tengan empleo. Si las abres, sin embargo, la posibilidad de que niños, maestros y trabajadores de los centros educativos se contagien se disparará.

Si no las abres, las familias tendrán problemas para conciliar la vida laboral y en casa. Además, la enseñanza a distancia perjudica a las clases más humildes, puesto que las condiciones de los hogares y el acceso a los medios tecnológicos que permiten la educación on line les dejan en inferioridad de relación a las más bienestantes.

¿Qué hacer, pues?

Los políticos han apelado mucho en los últimos meses al argumento de que hacían lo que les recomendaban los expertos. Cada cual tiene sus propios expertos y no siempre dan los mismos consejos. Tampoco ahora en cuanto al regreso a clase. Y mirar fuera tampoco resuelve las dudas. En Alemania empezaron el curso a mitad de este mes y ya han cerrado un puñado de escuelas y han tenido que confinar a miles de niños, maestros y personal administrativo.

Las opiniones de los dos colectivos más directamente afectados –padres y maestros- tendrían que ser determinantes a la hora de tomar una decisión. El recurso de dejar a los hijos con los abuelos si las aulas se cierran no se podrá utilizar ahora. La mortalidad de la gente mayor afectada por la enfermedad continúa siendo muy elevada.

No se me ocurre otra salida que echar mano de la imaginación y del bolsillo. Que las administraciones pongan el dinero que haga falta para que las escuelas ganen los espacios necesarios para que el riesgo de contagio se reduzca y para que las familias más humildes tengan los recursos suficientes para llevar vidas dignas y para que los chicos y chicas dispongan de los ordenadores, las conexiones a Internet y el apoyo docente que necesiten.

¿De donde saldrá el dinero?

Hace unos días se publicaba la Lista Forbes de las más personas más ricas del mundo. La lideraba Jeff Bezos, el propietario de Amazon. Tiene un patrimonio de 117.000 millones de euros y acaba de estrenar mansión en Beverly Hills.

Está todo dicho, ¿no?

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