«Twitter sirve para descargar la frustración»

Entrevista a Jero Fernández Duarte
Jero Fernández Duarte
Jero Fernández Duarte

Médico de familia. Ha escrito cuatro libros de poemas, entre los cuales Licorería (Ediciones Rilke). También ejerce como tuitero (es decir, es una persona que tuiteja regularmente). Su nombre a Twitter es jerofdez73.

¿Qué es ser tuitero? ¿El que utiliza la herramienta Twitter?

En este caso, en vez de utilizar una herramienta, la herramienta te utiliza a ti. Visto lo visto, a lo mejor los políticos no tenían que tener Twitter o redes sociales. Nadie se imagina, por ejemplo, a Churchill en 1940, al que le llega un tuiter que diga “Eres una mala persona” y decida, en consecuencia, firmar la paz con Alemania. Es decir, hacer cosas difíciles, aunque no les guste a tus seguidores. 

¿Cómo entender, entonces, que, como se dice, Donald Trump gobierne mediante tuits?

El problema está en que Trump es un tuitero. Yo soy un friki de Marvel y no de ahora. Si me hubieran dicho de crío que se iban a hacer estas películas hubiera flipado. En una de ellas, “El soldado Invierno de Capitán América”, hay una organización muy malvada, que es una división científico-tecnológica nazi, los nazis de los nazis, en la que uno de sus científicos, Arnim Zola, ha hecho un algoritmo que define a la gente, y mediante el cual, se eliminan a personas potencialmente peligrosas. Esto es lo que ha hecho Facebook. Algoritmos de redes que te clasifican y te van sugiriendo contenidos.

¿Contenidos, teóricamente a tu gusto, claro?

Por ejemplo, YouTube se ofrece vídeos después de ver que los que te gustan, son los más polémicos o que más te motivan. En YouTube hay que gente que enseña matemáticas o hace visitas guiadas a monumentos, pero mis hijos ven a gente con la gorra para atrás comiendo guindillas. Si volvemos a la Marvel, hay una película que trata de un robot, también un poco nazi, que cuando el Capitán América le tira el escudo, lo coge y dice: “esto es de uranio, el material más duro y maleable y ¿Que han hecho con él los humanos?, un frisbi”. Algo de esto tienen las redes, que son algoritmos que te van llevando a un determinado ámbito. En Facebook, hay espacios en los que no se pueden contratar ninguna opinión, porque todas son lo misma.  Acabas confundiendo que un algoritmo te elimine contenidos, opiniones, que a ti no te gustan con que la gente que te rodea no pueda tener opiniones a contenidos que a ti no te molan. Esto nos conduce a considerar que el que opina distinto que yo es mala persona.

¿Te llevan a cuestiones que gustan o, por el contrario, que más te disgustan, o más rabia te dan?

Las dos cosas. Se utilizan distintos algoritmos. En definitiva, lo que más rabia da también puede ser lo que más guste. Aparte del monitoreo de lo que se consume (me he interesado por unas zapatillas y me empiezan a llegar anuncios de ellas), en Twitter el mensaje es muy poco reflexivo. Hay gente que sabe cómo utilizarlo y hasta granjas de bots que retuitean, generando una reacción polémica. Es como entrar en una conversación y empezar a pelearte con alguien que no sabes ni lo que estaba diciendo hace cinco minutos, aunque en ese momento sí. Si esto lo tiene alguien que también tiene un botón nuclear, que decir. Imaginemos a Kennedy y Jrushchov en la crisis de los misiles, diciéndose eres tal o cual, por Twitter.

¿Con 280 caracteres parece difícil poder expresar cuestiones complejas?

Se cita a Oscar Wilde cuando decía que el matiz es el factor que diferencia la civilización del estado de barbarie. Pero lo contrario funciona, y no solo ahora. Los titulares de los periódicos tienden a la sal gorda. Pero, la verdad, es que Twiitter también es democrático, porque todo el mundo puede decir lo que quiere, más allá de que sepa o no de lo que habla. Una tuitera le decía a la autora de los libros de Harry Potter, como tenía que escribirlos. Hace poco a Godwin, que es que la elaborado la teoría con su nombre (A medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno), una señora le acusaba por Twitter de estar haciendo un Godwin. Eso se lo puede decir cualquiera.

Elecciones americanas, Bolsorano, Brexit…, ponen de manifiesto que esto de las redes sociales no es baladí ¿Un nuevo fantasma recorre, manipulándolas, las conciencias?

En estos casos, se actúa sobre una población diana que, generalmente, es la más indecisa, para movilizarla hacia uno u otro lado, utilizando cosas que pueden pasar desapercibidas, incluso para el propio sujeto, y explotando la visceralidad. Un ejemplo de esto son los propios debates televisivos en los que mucha gente se interesa no por lo que se dice sino por las payasadas. Esto se sabe desde hace tiempo: Nixon sudando en la tela, Kennedy con ropa interior térmica y luciendo descamisado en invierno.

¿Cómo se libra la batalla de las redes en el “Procés”?

Yo tuiteo un poco a mi rollo. Digo estoy leyendo tal libro y nadie te hace ni puñetero caso. Pero lo que sí llama la atención es la unanimidad en la opinión o las claques que se generan. Es muy rara tal unanimidad cuando se tiene la sensación de que las cosas no han sido tanto así. Pero eso sirve para gente o que no tiene una opinión formada o la tiene y es susceptible de cambiarla. También sorprende que a los únicos que se les ha pillado con bots es a Esquerra. Parece ridículo. Le sacaron casi 140 cuentas, pero ¿Es que solo han sido ellos? Todo el mundo hace el tuit y retuiteamos. Y el watshap es de lo que menos me gusta porque raya mucho. Te envían bulos, mensajes que alguien ha estudiado como se tienen que estructurar para que funcionen.

¿Lo de miente que algo queda funciona en Twitter?

Puede ser, pero también es verdad que lo que ocurre ahora, al día siguiente ya se ha olvidado. Cualquier suceso posterior borra lo que ha pasado. No es fácil saber que trascendencia tiene a largo plazo. Crea opinión, pero no muy duradera. Estamos en la era de la gilipollez. Vamos a hacer un hashtag sobre lo que pasa en Hong Kong. A los chinos se las sopla. Pero, claro al que lo hace, recogiendo firmas, le da como un confort. Hay gente que hace un hashtag porque no le gusta como acaba una serie…

¿Nos comportamos, pues, como criaturas inocentes con esto de las redes?

No sé por qué, pero a mí me interesa mucho el periodismo. Cuando Tom Wolf estuvo en España le preguntaron sobre como había hecho sus libros, y respondió: preguntando. Ahora los periodistas no preguntan, reproducen tuits. En mi trabajo, yo también entrevisto. Hago entrevistas clínicas, y sé bastante bien cuando la gente me está mintiendo. Tenemos que aprender, claro. Familiarizarnos con las nuevas herramientas. Pero, sobre todo, tenemos que hacerlo preguntándonos más que respondiéndonos.

¿Qué decir del lenguaje tuitero? ¿Invita la herramienta a la descalificación, la sal gorda o el insulto?

Depende del tema. Pero, como no tiene matices puede tender a eso. Cuando dos empiezan a discutir puede ocurrir que alguien tenga la prudencia de advertir de que la cosa es muy larga para hablarla allí. Pero, si no entras, en detalles resulta muy fácil derivar hacia la bronca. Hay profesionales de esto. En política, Rufián puede ser un ejemplo. Habla como si estuviera haciendo una sarta de tuits. La gente se queda boquiabierta. Lo que dice son sentencias que, comparadas con una conversación normal, resultan cosas deshilachadas. Twitter es interesante para enlazar artículos, aunque hay gente que lo hace solo por el titular. 

¿Tiene muchos seguidores?

No muchos. Tengo un candado, porque hubo un momento que me saturé. Pero, la verdad, es que a través de Twitter he conocido gente que me ha interesado mucho. Un caso para mi espectacular es el de Javier Pérez Andújar. Él es de San Adriá y yo de Buen Pastor, el barrio de al lado. Escribió un libro sobre su entorno, que me hubiera do gustado haberlo escrito yo. Escribió sobre las periferias, la vida en los bloques de viviendas… Pues lo conocí por Twitter, y luego en persona. Es como si hubieran venido los Reyes Magos a verme. Conoces gente maja. Y en Twitter y las redes hay también algo de simbólico, como la violencia en el cine. En EE.UU. entra un tío con una ametralladora en un Wallmart, se carga a no sé cuántos, y se le echa la culpa al cine, la tele o los videojuegos, porque incitan a la violencia. Pero la ametralladora se sigue vendiendo. Twitter también sirve para que la gente vacíe su frustración de su día de mierda. Como en “El club de la lucha”, la película de Brad Pitt en la que la gente se da de ostias para desahogarse, pero sin que la sangre llegue al río.

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