«Las teleoperadoras saben muchas cosas sobre las personas»

Entrevista a Silvia Puglisi
Silvia Puglisi
Silvia Puglisi

Ingeniera de sistemas y desarrollo informático. Investiga sobre datos, privacidad y seguridad.

¿En qué trabaja en estos momentos?

Actualmente, participo en un panel sobre cómo se utilizan las redes sociales para hacer propaganda política, con cuentas automáticas, promoviendo determinadas informaciones, algunas no verdaderas. Cosa que, en estos momentos, es un tema crítico. 

El debate sobre datos y privacidad adquiere mayor protagonismo con el Covid-19 ¿Se puede hablar con propiedad de privacidad en el mundo de los datos?

La privacidad es un tema muy amplio y bastante complicado. Las tele-operadoras, las empresas que disponen de gran cantidad de datos, porque trabajan con muchos usuarios, saben mucho sobre las personas como individuos y como conjuntos de población. No entendidas estas solo territorialmente sino como grupos, a los que, por ejemplo, les gusta el Barcelona o el Real Madrid, y como estas personas se comportan. Quienes utilizan estos servicios, esperan, mediante contratos, que sus datos sean manejados de una determinada manera. Pero, claro, cada vez que se dan datos existe el riesgo de que puedan ser utilizados de una manera no adecuada. Y esto es lo que está ocurriendo, muy a menudo.

¿Por qué se asocia lo del “Gran Hermano” a las Administraciones Públicas y no a los privados?

En realidad, parece que nos inquieta más que el Estado pueda modificar sus políticas cuando cambia el partido que lo gobierna y, en consecuencia, utilice los datos con unos u otros fines, que lo que hacen con ellos las corporaciones que en realidad tienen muchos datos, mucho dinero y mucho poder. En realidad, los riesgos son similares en las empresas y en el Estado. Ya se habla del “capitalismo de los datos”. Existe un mercado de datos, cuyo valor añadido no está tanto en lo individual como en los conjuntos de personas.

Dice el filósofo coreano Byung-Chul Han que la soberanía actual reside en los datos…

Sí, los datos son información, que siempre ha sido necesaria para tomar decisiones. Cada vez más, los gobiernos y las empresas dedican mayores recursos a capturar datos para poder influir más en las personas. Si tienes el modo de saber que a determinadas personas les preocupa algo, y el poder para difundir información sobre ello, te favorece. Por ejemplo, si a tres millones de personas se les mete miedo sobre un virus pueden acabar reclamando un test. El Estado, en muchos casos, no puede responder a esta demanda. La gente se enfada, la oposición lo aprovecha y la cosa puede desembocar en una cuestión de orden púbico. Así se influye en las elecciones.

China, Corea y algunos otros países asiáticos están utilizando las tecnologías de la información para combatir el virus…

Lo han hecho con aplicaciones para móvil. En China, a través de una red que ya estaba operativa, para el transporte y otras cuestiones. Algo que, de otro modo, también se ha venido haciendo en relación, por ejemplo, con el VIH. Ahora, se está perfeccionado para que, con el bluetooth activado, si se está, en contacto con otra persona que está mal y se ha hecho una prueba, el móvil lo sabe y avisa.

¿Va por aquí la aplicación que parece se quiere implementar en Europa?

Como no hay mucha información sobre el virus tampoco se sabe muy bien cómo gestionar la epidemia. Para que pueda funcionar una aplicación contra la epidemia, es necesario que más de un 70% de la población disponga de móvil, y que esté dispuesta a instalarse la aplicación. También hay problemas técnicos, porque, por ejemplo, teniendo el bluetooth siempre activo se descarga la batería. Y, en cualquier caso, tampoco sería tan preciso como fuera de desear. El protocolo que se está manejando en Europa establece que se pueden leer los datos de otras personas, que pueden ser introducidos, de manera anónima, en la aplicación por los médicos. Se envía un aviso a todos los móviles, el terminal avisa si has estado en contacto con una persona enferma, y entonces se pueden tomar medidas de aislamiento.

¿Estas aplicaciones pueden, como algunos dicen, entrar en contradicción con la democracia?

Todo depende de cómo se hace. En sí mismas, las aplicaciones no tienen por qué vulnerar derechos de las personas. Si hay terceros que pueden acceder a estos datos, crece el riesgo. Cuando hay muchos datos acumulados se recurre a un honeypot (herramienta de seguridad informática, en una red o sistema informático, posible objetivo de un ataque informático, y así poder detectarlo y obtener información del mismo y del atacante), porque tienen mucho valor económico, político… El proyecto europeo ofrece más garantías, porque están trabajando en él muchos países, y de manera transparente. 

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