«La izquierda va con mucho retraso en sus análisis e intervenciones»

Entrevista a Claudio Zulian
Claudio Zulian
Claudio Zulian

Cineasta y artista. Tiene pasión por la escritura, que viene dada por su condición de cineasta. Es autor del “El Carmel”, un plano-secuencia de hora y media, que cruza todo el barrio, dejando hablar a la gente. Siempre le ha importado mucho la política que, citando a Dante, está en la base de la cultura italiana.

Acaba de hacer una película sobre refugiados en Barcelona ¿Por dónde empezar a hablar de esta cuestión, tan de actualidad en Europa y en el Mundo?

Como en la realidad también hay grises, trato de explicar que muchos de los que se consideran inmigrantes son en realidad refugiados. Caso típico de esto son las personas que están siendo obligadas a desplazarse como consecuencia del cambio climático. No hay estatuto para esta gente, se les considera emigrantes porque se van de su tierra donde ya no pueden vivir, pero en realidad son refugiados.

¿Qué cuenta la película?

La película se titula “No nacemos refugiados”, cosa que entiendo ya constituye un programa, en la medida en que uno no es refugiado, como se puede ser español o italiano. Uno puede ser blanco o negro, y refugiado. Es decir, refugiado es un estado transitorio. Y también he tratado de plantearme no tanto la cuestión de “las dificultades del viaje”, de lo cual tanto se ocupa la crónica, sino de todo lo que pasa una vez que los refugiados llegan aquí, e incluso empiezan a obtener papeles. También me parece que en este momento es fundamental hacer un trabajo pedagógico en Europa, en torno a pensar de nuevo la cultura europea como una cultura mestiza. Porque parece que, en Europa, con los discursos que se están haciendo, se nos está olvidando que ni los españoles descienden del Cid, ni los italianos de Garibaldi, ni los catalanes lo son esencialmente. Pero creo que la cuestión no está tanto en criticar a los racistas o a los que hacen del soberanismo (término que utiliza, por ejemplo, Salvini) un argumento para sus políticas de exclusión, sino que hay que plantearse una sociedad donde esto no quepa, ni tenga sentido.

¿La mala acogida a los refugiados es más bien consecuencia de una falta de adaptación de las instituciones, responde a un estado de opinión, se deriva de ciertos relatos…?

En todas las culturas hay una serie de elementos que están ahí, disponibles para ser utilizados con cualquier finalidad. Ejemplo típico es el color de la piel.  Ahora hemos descubierto que algún emperador romano fue negro. Era igual, porque para los romanos el color de la piel no entraba en el juego de la significación. Lo importante era su ciudadanía romana. Es decir, importaba más el estatus legal que el color de la piel. Pero hay momentos en que eso está para ser significado, y otros en que tal cosa no cuenta. Por eso, no nos enconramos de nuevo en los años 30. Lo que ocurre es que estamos cocinando una situación, en la que hay ingredientes que se utilizaron entonces para llevar Europa al desastre. Todo ello en un nuevo contexto, que es el de la crisis del 2008, el de un capitalismo consumista maduro, que genera un tipo de individuo que no tiene nada que ver con el de los años 30. El racismo de ahora no es el racismo de entonces. Calificaciones, como “fascista”, a las que está abonada la izquierda, no explican nada.

¿Tiene todo esto algo de atávico entendido, según Mendel, como resultado de la herencia de genes recesivos?

No creo en los atavismos. Creo que hay elementos de la cultura para ser resignificados en ciertas condiciones. Podríamos decir que cada cultura tiene una especie de estantería, en la que hay cosas que, según los intereses, se recurre a ellas, con unos u otros fines. El odio al otro ahora, que es tan típico de nuestra sociedad, no es atávico, sino que el consumismo genera personalidades narcisistas, que se enfrentan a cuestiones como que la crisis económica te afecta negativamente y te impide poder satisfacer tus deseos de consumir. Asimismo, para una personalidad narcisista el “otro” siempre es alguien que te jode. Esto es algo muy característico de lo que está pasando. Se ha acelerado la personalidad narcisista, que acaba fantaseando con la personalidad del “otro”, que le jode. Y lo más sencillo y cómodo es, además, que ese “otro” no exista de verdad. Para esto los refugiados son geniales. Se convierten en una abstracción, en ejes de los discursos del “otro”, que no tienen nada que ver con la realidad.

¿Un discurso con nombres propios: Trump, Salvini, Bannon, Orban, Le Pen…?

Y el Papa de todos ellos, que es Berlusconi. No hay que olvidar que las ciencias políticas dicen que Italia es un laboratorio. Todos ellos coinciden en afirmar que hay alguien que te roba. Le roban al americano, al italiano… y aquí nos roba Madrid. A la Lega Norte le robaba Roma y ahora que está en toda Italia los que roban a todos los italianos son los emigrantes. Aquí se vetó el acceso de los emigrantes a la sanidad universal, porque nos robaban. Este hilo conductor, que une a todos estos personajes y sus relatos es la clave.

¿No entra en contradicción ese discurso con la globalización, que resulta imperiosa para las economías capitalistas?

Detrás del famoso lema “Piensa globalmente y actúa localmente”, vemos que las actuaciones locales son también pensamientos locales, mientras lo otro sigue funcionando desde el punto de vista global. A la globalización, también le puede ir bien que haya “localización”. Los mercados, con sus sofisticados instrumentos de marketing, van a por pequeños grupos de personas e incluso a por cada uno de nosotros, como consumidores. Uno de los efectos de las redes, paradójicamente, es el de encerrar en sí mismos a las personas y los grupos. La Red te devuelve las noticias que te interesan. Todas estas “customizaciones” son en el fondo algo que entra en contradicción con la posibilidad de la promiscuidad azarosa, que daban las ciudades antes. En las redes no te rozas con nadie que no sepas de donde viene.

¿Crees que la cultura digital tiene algo que ver con lo que está pasando?

Si a esto y a otras muchas cosas que, gracias a la cultura digital, circulan físicamente. Las mercancías circulan a nivel global y modelos, como stock cero, existen por la velocidad con que circula la información.

¿Cómo que traduce todo esto en nuestro entorno más inmediato, en Cataluña?

El asunto, cuando se analiza con detalle es, como todos, complejo. Hemos asistido a esta dinámica de que “nos roba Madrid” y, en Madrid, de “que nos roban los catalanes, por eso del tópico de “agarrados”. Pero vivido desde dentro, en Cataluña hay indudablemente una ruptura de la sociedad, que tiene mucho que ver con estos tiempos. El discurso que se hace del otro ha dejado de tener este matiz inclusivo, de cuando el capitalismo mundial iba bien y proliferaba el modelo socialdemócrata de la inclusión. El catalanismo transversal de los socialistas. El “somos”, hacía referencia a todos los catalanes, con sus grupos, sus tensiones, y funcionaba. La crisis del 2008, en un momento de madurez del capitalismo consumista, desata estos nuevos discursos narcisistas, en el que el “otro” nos jode. Y que no son reales, sino figuras de la imaginación que sirven para explicarse a uno mismo la vida en términos relativamente sencillos y sustentar la personalidad que se ha construido.

¿Y la izquierda que pinta en este escenario?

En general, salvo honrosas excepciones, la izquierda está muy retrasada en sus análisis y en sus instrumentos de intervención. Las redes han servido para generar movimientos nuevos, como Podemos, pero no hay una reflexión profunda sobre todo lo que ha cambiado. El hecho de que la sociedad consumista haya alcanzado tal grado de madurez, que ha generado personas que lo son por naturaleza, no de modo accesorio, hace que o cambias el discurso o te marginas. Por ejemplo, el discurso del sacrificio ¿De qué? Al no haber una crítica de esto, buena parte de las políticas de la izquierda están dentro de la personalidad consumista. No es tanto, el feminismo quien está acabando con el patriarcado, sino el capitalismo ¿Qué es esto de la familia? La gente tiene que consumir de uno en uno. Lo cual no quiere decir que está mal que las minorías busquen vías para su propio desarrollo personal, sino todo lo contrario ¿Quién vota a Trump y Salvini? Una parte importante son los pobres: la izquierda se ha apuntado a todas las luchas políticas de reconocimiento ¿Y las políticas de la redistribución? Pues bueno…Nancy Fraiser, haciendo autocrítica respecto a la campaña de Hillary Clinton, decía que igual “nos hemos olvidado de las políticas de redistribución”. En las antiguas zonas industriales de Francia, se pasó de votar comunista a votar Le Pen ¿Quién se ocupa de ellos? Salvini no es fuerte por sí mismo sino porque la izquierda es muy débil.

¿Volviendo a tu película “No nacemos refugiados” ¿Que más decir?

Justamente, el intento de la película es contribuir a crear un discurso de izquierdas, que se ocupe de los excluidos, no desde una visión caritativa sino pensados y desde de la realidad. Hay que preguntarse cómo es una política de emancipación social, de redistribución, en la sociedad del consumismo maduro.

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