Operación para relanzar Lluís Recoder

El espacio nacionalista no independentista está huérfano
Laia Bonet y Lluís Recoder, dos políticos pasados por agua.
Laia Bonet y Lluís Recoder, dos políticos pasados por agua.

El nacionalismo moderado, tradicionalmente representado por CiU, está huérfano de liderazgo político. La deriva independentista radical del ex-presidente Carles Puigdemont –que formalmente es todavía militante del PDECat– ha roto todos los puentes con el tradicional pujolismo de orden. Por eso, desde hace meses, y con el sigiloso apoyo de los grandes poderes de Cataluña, se está urdiendo una operación para encontrar y lanzar al tablero político y mediático a la persona que pueda liderar y recuperar el espacio perdido del nacionalismo no independentista. Ha habido algunos intentos fallidos, como los ex-consejeros Antoni Fernández Teixidó (Libres), que ha acabado apoyando la candidatura de Manuel Valls a la alcaldía de Barcelona; o Santi Vila, que se ha constatado que no tiene bastante fuerza como para liderar un proyecto de esta magnitud.

Un nombre que se está haciendo correr en círculos empresariales para encabezar la reconquista de este segmento sociológico y político, hoy abandonado, es el del ex-alcalde de Sant Cugat del Vallès y ex-consejero de Territorio y Sostenibilidad en el gobierno de Artur Mas, Lluís Recoder. Entre los apoyos remarcables con los cuales cuenta de entrada habría el del presidente de CaixaBank, Jordi Gual.

Históricamente vinculado al sector roquista de la antigua Convergencia y con un perfil suavemente socialdemócrata, Lluís Recoder es el máximo exponente del lobby de Sant Cugat, un grupo que ha acabado teniendo un gran peso político en el mundo nacionalista. No olvidamos que, en los años de máximo esplendor del maragallismo, esta ciudad del Vallès se convirtió en el reducto más importante que le quedó a CDC.

Del lobby de Sant Cugat forman parte la actual presidenta del Puerto de Barcelona, presidenta del consejo nacional del PDECat y ex-presidenta de la Diputación, Mercè Conesa; los consejeros Damià Calvet y Jordi Puigneró, miembros del gobierno del presidente Quim Torra; Xavier Martorell, ex-director de los Mossos d'Esquadra, que cayó en desgracia por el escándalo de los espionajes al Barça; Pau Villòria, mano derecha de Lluís Recoder y persona clave del sottogoverno de la Generalitat; y, incluso, el ex-consejero Jordi Turull, que fue gerente del Ayuntamiento de Sant Cugat.

La trayectoria política de Lluís Recoder tiene una mancha que ha marcado su expediente: la polémica privatización, en 2012, de la empresa pública Aigües Ter Llobregat (ATLL), adjudicada al consorcio liderado por la empresa madrileña Acciona cuando él era consejero de Territorio y Sostenibilidad. Esta privatización, la más grande que ha hecho nunca la Generalitat, fue anulada posteriormente por el Tribunal Supremo, después de un formidable escándalo político que aún está presente en el Parlament.

Después de salir del gobierno, Lluís Recoder intentó ganarse la vida como consultor en temas jurídicos y socio de la delegación española de la auditora KPMG, una de las big four del sector. Pero esta experiencia profesional no fructificó y el año pasado se desvinculó. Desde entonces, Lluís Recoder se está moviendo para volver a la escena política, prometiendo jugar un papel relevante en el futuro del país.

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