El Sant Jordi en minúscula

Diada de Sant Jordi
Diada de Sant Jordi

Todavía quedan otras formas de comprar libros, desde el librero de barrio de toda la vida (todavía superviviente) hasta los nuevos formatos de comercios como las franquicias Re-read de libro de segunda mano, en los que con un sistema de precios estándar (un libro 3 euros, dos 5 euros y cinco 10 euros) poco a poco trabajan para dignificar y dar salida al libro de segunda mano o mejor dicho de segunda lectura. O las cafeterías-librería, que no librería-café, como la Babèlia de la calle Villarroel, donde se encuentra segunda mano de edición extranjera.

Andrés Rodríguez, librero de la librería Personal Book (en Nou Barris) nos recuerda que se publica mucho, muchísimo, a pesar de que España tiene uno de los índices de lectura más bajos de la Unión Europea. Así pues, sigue en plena vigencia la sentencia de Manuel Pimentel al muy conocido Manual del editor, en que afirma que «el único que gana de verdad en el sector editorial es el transportista, puesto que es el único que cobra cuando se hace una venta y también cuando se hace una devolución».

Hemos hablado de libros y de Sant Jordi con Martí Miret, veterano librero que hasta hace unos meses regentaba la librería Consumición Obligatoria de Gràcia, y con Andrés Rodríguez, de Personal Book de Nou Barris.

Según Martí Miret, «por Sant Jordi la gente compra desaforadamente libros, de primera o segunda mano. Después se los lee o no, y viendo como está la sociedad, se hace evidente que no. Pero en cualquier caso Sant Jordi para nosotros es una bendición de los dioses», una bendición que monetariamente hablando se traduce, según Andrés, en «vender lo mismo que harías en dos meses de trabajo». Cada librero conoce su público y perfil: Martí apuesta indistintamente por la primera y la segunda mano y Andrés, a pesar de que también toca los dos segmentos, por Sant Jordi apuesta sobre todo por el libro nuevo. «Todavía no hay cultura de regalar libros de segunda mano», dice.

El pequeño librero siempre busca ser un poco diferente de las grandes cadenas. «Obviamente yo también apuesto por el bestseller, pero también procuro poner un poco de criterio, es decir, en primer lugar equilibrar oferta de bestseller con libro de fondo de librería, aquel libro que nadie más expone y que tienes tú y que hace tu parada diferente del resto. Hay que tener presente que Sant Jordi también es un día en el que la gente va de caza: "Tienes esto, que ya vengo de cuatro librerías y no lo tienen?". Y si lo tienes, premio. Por lo tanto, intentamos poner en primera línea, agrupados temáticamente, bestsellers, o bien libros relevantes del último año, fondo de librería, un pequeño rincón de segunda mano (que es uno de nuestros disparos de identidad) y sobre todo también tener un espacio infantil, que es siempre atemporal», dice Andrés.

«A la vez, dentro del bestseller escojo con criterio literario y de calidad qué títulos poner a la venta, por eso prefiero decir libros relevantes, no cojo libros mediáticos, excepto en algún caso concreto. Por ejemplo, el libro de Michelle Obama podríamos ponerlo dentro de la categoría de mediáticos, pero en cambio es un libro y una autora de una entidad muy superior» comenta Andrés. Sant Jordi, tanto para los grandes como para los pequeños libreros, disfruta de buena salud, pero sí que hay dos fenómenos que preocupan especialmente a los libreros: en primer lugar las nuevas maneras de promoción tipo BlackFriday o el CyberMonday, y esto hace que cambien las pautas de consumo, y en segundo lugar la compra online vía Amazon. Andrés comenta: «Nosotros los pequeños tenemos que estar en la red, igual que Amazon. De momento Sant Jordi resiste a Amazon y a los BlackFridays, pero esto no quiere decir que no tengamos que estar en la red. Si la manera de consumir ha cambiado, yo tengo que cambiar y estar donde el cliente gasta. ¿Si estoy en la red en términos de igualdad con las grandes librerías, entonces el vecino de Nou Barris a quienes comprará? ¿A Amazon? ¿O a mí que me conoce de toda la vida y sabe que tengo criterio?».

La inmensa mayoría de libros que se venden no se venden sólo para ser leídos, la gente compra una ilusión, un deseo, una esperanza que algún día, en medio de su trepidante y tecnificada vida, dispondrá de un momento de tranquilidad analógica, de relajación en el sofá y podrá iniciar aquella lectura anhelada. «La gente cuando compra un libro no sólo compra un libro, compra la esperanza del tiempo, la ilusión que algún día sea aquel que puede dedicar a abrir el libro y empezar a leerlo –afirma Miret–, y esto no pasa tan sólo con el público poco avezado a leer, también con los lectores de toda la vida, que se atreven a comprar una edición de lujo de Ulises de Joyce, por ejemplo. ¿Llegará realmente este día en que abrirás Ulises de Joyce? Lo que está claro es que si no lo tienes, seguro que no llega nunca». Cuando compras un libro, pues, compras también el tiempo de goce de su lectura, sólo depende de tú que este tiempo llegue.

LEE EL ARTÍCULO COMPLETO EN LA EDICIÓN EN PAPEL DE EL TRIANGLE DE ESTA SEMANA

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