Alberto Fernández Díaz, después de más de 20 años alejado de la práctica jurídica, volverá a ejercer de abogado. Probablemente lo hará en el despacho de su suegro, quien ya la espera con los brazos abiertos. Alberto Fernández se afilió con 18 años a las juventudes de Alianza Popular, aunque su hermano mayor, Jorge, fue uno destacado dirigente de la UCD. Más tarde, ambos coincidirían en el Partido Popular.
Sólo siete años después de empezar su militancia ya era concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. Desde la plaza de Sant Jaume vivió todo el engranaje preolímpico, llegando a pactos con Pasqual Maragall, dejando, a menudo, de lado las rivalidades políticas. Estuvo en el Ayuntamiento de Barcelona como regidor hasta 1996, cuando José María Aznar decidió que sería su hombre en el PPC. Como un soldado fiel, aceptó a pesar de que ni él mismo se lo creía. Aguantó poco más de cuatro años, hasta que el propio Aznar, que lo había catapultado, lo decapitó y lo sustituyó por Josep Piqué. Disciplinado como siempre en su partido, Alberto Fernández volvió al Ayuntamiento de Barcelona, ahora pero como cabeza de lista. Ha sido regidor en dos etapas muy diferentes (1987-1996 y 2003-2019 ). En total, ha estado allí 22 años, hoy por hoy el más longevo de la democracia.
Abogado de formación, trabajó en un despacho con unos amigos. Ahora, sin embargo, su camino va hacia el bufete de su suegro y está pensando como funcionar con las nuevas tecnologías. Durante su etapa anterior como abogado todavía se usaban las máquinas de escribir. Ahora tiene que aprender a usar un ordenador y enviar las notificaciones telemáticamente. Todo un reto para alguien a quien las nuevas tecnologías cogen desfasado, según confiesa él mismo.
