El procesismo critica o alaba hechos similares dependiendo de quien sea el responsable y quien los pueda capitalizar. El presidente Quim Torra, por ejemplo, rechazó durante la entrevista concedida a Onda Cero las interpretaciones que se habían realizado sobre la foto donde se lo veía saludando a los doce dirigentes del proceso la semana pasada, al empezar el juicio en el Tribunal Supremo.
Algunos habían mojado pan porque el exvicepresidente Oriol Junqueras, a diferencia de casi todo el resto, no miraba hacia Torra, quien etiquetó de "valleinclanesco" el que se extrajeran conclusiones (en clave de la conocida tensión entre Junqueras y Carles Puigdemont). Torra dijo que unos minutos después se abrazaron y aseguró que no comprendía como alguien montaba "una película" a partir de aquella foto.
El procesismo, no obstante, ha difundido durante meses repetidamente un supuesto agravio basado en la interpretación peliculera de una foto obtenida durante uno de los debates electorales de 2017. Se veía a Inés Arrimadas (Cs) y a Miquel Iceta (PSC) riendo juntos mientras miraban hacia un Jordi Turull (JxCat) que, aparentemente, se marchaba cabizbajo. Los reprochaban que se estaban burlando del exconsejero.
El último caso es todavía más reciente: el de los vecinos independentistas de Amer que rozaron el espacio público que había ocupado Ciudadanos en esta localidad, donde nació Puigdemont. El Nacional, uno de los diarios más claramente alienados con el proceso y sus dirigentes, etiquetó de "ingeniosa" la acción con la que estos vecinos aseguraban que estaban desinfectando su pueblo de la presencia del partido naranja. Pero cuando el ministro Josep Borrell dijo que había que "desinfectar" antes de "cerrar las heridas" en Cataluña, el director de El Nacional, José Antich, en la línea de muchos procesistas, lo criticó e indicó: "Estamos todos avisados".
