Los nervios han aflorado internamente en el FC Barcelona pero sobre todo en el entorno mediático después de la derrota en la final de la Copa frente al Valencia, un mal resultado que ha estropeado la temporada.
El resultado ha sido un tipo de competición entre la prensa para ver quién destituía antes a Valverde, qué entrenador venía en su lugar, qué nuevos fichajes están en marcha y qué jugadores saldrán por la puerta de atrás.
La pretendida movida en el vestuario, pero, ha sido sólo el resultado de una reacción compulsiva de determinados periodistas actuando de acuerdo con informaciones que, curiosamente, parecían provenir de fuentes de todo crédito.
Así, el periodista de RAC1 Jordi Basté, a menudo muy informado, dio por destituido Valverde en las primeras horas del martes como resultado de una información en apariencia fidedigna, contrastada y procedente de un alto cargo del club, directivo para más señas. Lo que pasó fue que el mismo presidente aprovechó para cazar algún directivo con ansias de protagonismo y de hacer méritos entre las grandes figuras del periodismo dominante.
La filtración, completamente errónea, dejó a cuerpo descubierto las feas intenciones de al menos dos directivos, puesto que más tarde también se difundió el regreso de Neymar en el Camp Nou como una operación en curso que también fue del todo desmentida.
Bartomeu ha jugado a especular con algunos de sus propios directivos, aquellos de lealtad más que dudosa y de los que están pensando sólo a seguir a la junta más allá del mandato actual que de servir al presidente y al club como es debido. Dos topos han sido cazados por Bartomeu en un solo día. Desde entonces no hay directivo que responda a una llamada de cualquier periodista.
