La impactante fotografía del aparcamiento del tanatorio de Collserola (Barcelona) reconvertido en una gran morgue llena de ataúdes de víctimas de la Covid-19 dio el primer aviso, y a pesar de que hace un par de días el teniente de alcaldía de Prevención y Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Alcalde, aseguró que los servicios funerarios de la ciudad no estaban saturados, lo cierto es que ya han colapsado. Desde este miércoles, Cementerios no puede asumir la cremación de más cadáveres.
La escalada de muertos por el coronavirus ha provocado que ya no se puedan incinerar los difuntos, a pesar de que se estaba haciendo a un ritmo de 80 servicios al día. El colapso obliga, a Cementerios de Barcelona, a aplazar las cremaciones y a ofrecer un entierro provisional, con la promesa de incinerar los restos mortales, sin ningún coste añadido, al cabo de dos años.
Cementerios está haciendo un máximo de 150 entierros al día, una cifra que aumentará con el colapso de los crematorios. Por esta razón, se ampliarán los horarios y se pedirá ayuda a los bomberos, para poder ofrecer más servicios, eso sí, sin ceremonias y con sólo tres personas para despedir al difunto, durante 20 minutos.
El problema con los difuntos es extensible en toda España que, según las empresas de servicios funerarios, a estas alturas están colapsadas puesto que sólo pueden hacer 1.700 decesos al día. Mientras en Cataluña se ha conseguido fijar un precio por el servicio de 2.500 euros mientras dure la situación de alarma gracias a un acuerdo entre Generalitat, Ayuntamiento de Barcelona y empresas funerarias, en e resto de España el precio continúa siendo libre y ha obligado a la Comisión Nacional de la Competencia a abrir varios expedientes sancionadores a empresas funerarias por precios abusivos y conductas agresivas desleales.
