Los narcopisos castigan ahora los barrios de la periferia

La presión de Mossos y Policía Nacional en Ciutat Vella ha hecho migrar esta lacra del centro de Barcelona, pero los traficantes han encontrado nuevos lugares
Jeringuillas

El consistorio de Ada Colau tiene una consigna, que repite como un mantra: asegurar que los narcopisos han desaparecido, o al menos, han disminuido. Los concejales se afanan a publicar tuits para demostrar que en la ciudad no hay inseguridad y que, sobre todo, el Raval vuelve a ser aquel barrio colorista que aparecía en las guías de viajes más modernas. Y sí, se puede decir que hay una dismunición de narcopisos, pero no es que hayan desaparecido, sino que la presión policial en las calles los ha desplazado hacia los barrios periféricos.

"No lo admitirán nunca, pero es cierto: la presión de los Mossos ha hecho que los narcopisos migren hacia la Verneda y el Besòs. La Mina, por proximidad, vuelve a ser el supermercado de la droga de Barcelona", nos explica un funcionario municipal que prefiere mantenerse en el anonimato.

J.R., vecina del barrio del Besòs que tampoco quiere dar su nombre, en cambio no tiene pelos en la lengua a la hora de poner nombres y apellidos: "La culpa la tiene la alcaldesa. Los narcopisos en el centro, que es por donde pasan los turistas y los de los cruceros, hacen mucho estorbo, y después de las luchas de los vecinos –afirma con contundencia– se pusieron las pilas y pusieron más Mossos y Guardia Urbana. Esto ha hecho que vengan hacia el Besòs. Pero no somos el cul-de-sac de Barcelona y lucharemos para ver las calles y las escaleras libres de drogadictas".

Tanto en el barrio del Besòs como la Verneda o el Bon Pastor tienen un grave problema de ocupaciones de pisos y locales vacíos, muchos de los cuales se usan como narcopisos. F.A.,vecino del Besòs y miembro del Assocació de Vecinos, intenta quitar hierro al tema de los narcopisos: "Sí que ha habido un desplazamiento, pero las campañas de los vecinos han conseguido que disminuyeran", asegura, mientras pone el foco en las ocupaciones. "Nuestro principal problema –se reafirma– son las ocupaciones de los pisos vacíos, porque allá se vende mucha droga y también se usan como narcopisos. Los ocupan gente de los países del Este, sobre todo rumanos, y de etnia gitana". F.A. declara que "la mayoría son camellos de bajo nivel que compran la droga en la frontera con la Mina y la revenden por el barrio".

A pesar del evidente aumento de los narcopisos y de la venta de drogas, hay vecinos que todavía mantienen una brizna de esperanza: "Les tenemos que dar un voto de confianza –afirma una vecina, M.S., que hace cincuenta años que vive en el barrio de la Verneda–, el nuevo concejal ha aumentado el servicio de limpieza, ahora vienen tres días por semana diferentes carros para recoger basura y se llevan muchas jeringuillas. Por lo tanto, no las vemos tiradas por tierra como hace tres meses, pero yo, que llevo cincuenta años en el barrio, te puedo asegurar que parece que hemos vuelto a los 80, cuando veías los ionquis por la calle. A mí todavía no me han atracado, pero a mi vecina le estiraron la cadena de oro, eran dos chavales de los que van drogados hasta arriba". F.A. pone el colofón al asegurar que "en los pisos ocupados se vende mucha droga y muchos objetos robados, pero no se denuncia ni se dice nada porque usan el miedo como amenaza. En el barrio hay cinco puntos controlados por gente gitana que tienen unos setenta pisos ocupados. Los pisos se los quedan o los revenden por 1.000 euros a otros familias, pero hay un trapicheo constante. En una escalera hay incluso colchones en el rellano para que los que se pinchan puedan dormir".

El problema del desplazamiento de los narcopisos no es sólo exclusivo de Barcelona. Por el Hospitalet, en la zona de Marina y en Montcada, enganchado a Torre Barón, ya ha empezado a haber algunos problemas con el aumento de drogas y viviendas utilizadas como narcopisos. I.H., vecino de Montcada, afirma: "Nosotros lo hemos notado mucho, tenemos datos de los Mossos que han aumentado los hurtos y los robos en un 33%, pero es lo que pasa siempre. En Barcelona se ponen duros y empujan el problema de la delincuencia a la periferia –asegura–. Hay más okupas y también gente que hace de camello en la calle. Antes se escondían un poco en el parque del lado de la estación, pero ahora los puedes encontrar en cualquier lugar. Desde Barcelona nos están dando lo mejorcito de cada casa y nuestra alcaldesa, Laura Campos, de ICV, no hace nada".

LEE EL REPORTAJE COMPLETO EN LA EDICIÓN EN PAPEL DE EL TRIANGLE DE ESTA SEMANA

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