Son 3.600 las personas que no tienen hogar en Barcelona. Y de estas, 950 viven en la calle, según el último barómetro de la Fundació Arrels. El 80% de los sintecho son hombres de más de 40 años, que llevan una media de tres años viviendo en las calles y que no tienen ningún recurso ni reciben ninguna ayuda. Viven -malviven- de la caridad.
La pobreza se ha cronificado y ver un hombre que lleva cuatro bolsas y se pone a dormir en un cajero con un par de mantas y cartones, ya es un hecho demasiado habitual. Tanto que el Ayuntamiento de Barcelona doblará, para este invierno, el número de camas previstas para acoger los sintecho. La ciudad dispondrá de 2.500 plazas para aquellos que estén inscritos en la Red de Atención de Personas y que quieran pasar las frías noches a cubierto.
Por barrios, la Eixample, Ciutat Vella y Sants-Montjuic es donde se concentra la mayoría de personas sin hogar, y el mismo informe de Arrels afirma que la mayoría, un 67%, son extranjeros que han venido a buscar trabajo y a los cuales la ciudad ha girado la espalda. Llegaron con una esperanza, pero incluso esto se ha truncado.
Las personas sintecho viven, de media, 22 años menos que el resto de barceloneses. Desde todas las organizaciones de ayuda a los sintecho se reclama voluntad política para erradicar esta miseria, la vida que se escapa entre las calles de la ciudad.
