En el ideal irrenunciable por la construcción de una humanidad más justa e igualitaria, el respeto a los derechos de las mujeres es una lucha fundamental. Hay religiones que las oprimen y reprimen. Hay países, de raíces profundamente machistas, donde se las ningunea y se las subyuga.
También en el mundo occidental, donde más se ha avanzado en el reconocimiento de las reivindicaciones feministas, continúa habiendo agujeros negros. La vigencia de la prostitución –ligada a mafias de proxenetas– es una lacra que hay que combatir con firmeza y sin circunloquios. El macroprostíbulo Paradise de La Jonquera es la peor carta de presentación que tiene Cataluña y habría que cerrarlo por siempre, como se hizo con el Riviera de Castelldefels.
También la brecha salarial que existe entre hombres y mujeres en el mundo laboral es una vulneración de los principios del sindicalismo y de los derechos humanos. Según los datos del 2023, las mujeres ganan, de media, unos 4.800 euros menos al año que los hombres (25.591 euros vs. 30.372 euros). Esto significa un diferencial del 15,7%.
La izquierda siempre ha sido, históricamente, muy receptiva y cómplice a los planteamientos del movimiento feminista. No podemos aspirar a hacer un mundo nuevo sin que la población femenina, la mitad de la humanidad, no tenga garantizada una vida segura, digna, empoderada y en igualdad de derechos con los hombres.
Por eso, es especialmente grave el Me Too que se ha desatado estos últimos días en el PSOE, a causa del comportamiento machista e inapropiado de algunos de sus dirigentes.
Paco Salazar, exasesor de la Moncloa, ha sido señalado por sus provocaciones sexistas y ha sido apartado del partido. Javier Izquierdo, miembro de la ejecutiva federal, ha dimitido por presuntos actos inapropiados contra mujeres. El presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, también ha sido forzado a dimitir por comportamientos machistas. Como el vicesecretario de València del PSPV, Toni González, acusado por dos mujeres. Más: el alcalde socialista de Belalcázar (Córdoba) ha presentado la dimisión por enviar mensajes denigrantes a una trabajadora municipal, y el presidente del PSOE de Torremolinos ha sido denunciado por una militante por acoso sexual.
Esto, por no hablar de la actitud completamente degenerada del ex-ministro y ex-secretario de organización del PSOE José Luis Ábalos y de su compinche de fechorías Koldo García, finalmente en la cárcel. Su cóctel de corrupción, prostitución y dinero negro es vomitivo.
Para hacer avanzar el mundo, el socialismo y el feminismo se necesitan y son inseparables. Esto lo tenía muy claro la buena amiga Anna Balletbò, desgraciadamente fallecida el pasado 24 de octubre, que defendió siempre con vehemencia y coraje esta convicción.
La izquierda, para triunfar, tiene que ser coherente y ejemplar. Para recuperar la credibilidad perdida ante la opinión pública, tiene que ser implacable con todos los militantes y cargos electos que asedien, vejen, ultrajen o abusen sexualmente de mujeres. No hacen falta jueces ni abogados. Fuera, sin excusas ni dilaciones.







