El sector porcino en Cataluña cuenta con 7,9 millones de cabezas de ganado, casi el doble que hace 30 años y un 15% más que hace una década, mientras que el número de explotaciones ha disminuido. Según la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas y datos del Observatorio agroalimentario, rural y ambiental, la relación de cabezas de ganado por granja se ha multiplicado por cinco: de 374 animales a 1.901 de media. Menos de 10 empresas integradoras gestionan el 30% de las más de 5.000 explotaciones, aunque, según el Grupo Saneamiento Porcino de Lleida, no se trata de grandes corporaciones sino de familias que han ido creciendo, manteniendo la bioseguridad y la sostenibilidad de la producción.
La expansión de las granjas se explica por la rentabilidad y la adopción del modelo de integración, que reparte costes y beneficios entre propietarios de los animales, granjas y proveedores. Este modelo ha permitido afrontar costes laborales e inversiones en tecnificación y condiciones del ganado, con márgenes reducidos pero sostenibles. Según el economista Pere Castell, la concentración y la automatización han facilitado economías de escala internas y externas, aumentando la dimensión media de las explotaciones y la competitividad exportadora, especialmente en comarcas como Osona, el Segrià y la Noguera.
El crecimiento de las cabezas de ganado por explotación no incrementa necesariamente el riesgo sanitario, según el Grupo Saneamiento Porcino, ya que las grandes granjas invierten más en bioseguridad. Sin embargo, la crisis de la peste porcina africana ha generado alarma, especialmente en Osona, afectando a la capacidad exportadora. Las explotaciones porcinas se concentran mayoritariamente en la Cataluña Central y Poniente, con 568 municipios que tienen al menos una, destacando Almenar, Alcarràs, Artesa de Segre, Lleida ciudad y Gurb como los municipios con más densidad.
