Messi le marca otro gol a Laporta, ahora con su gran éxito en Estados Unidos

El jugador argentino ha triplicado los ingresos del Inter Miami, ha relanzado como nunca la MLS y se consagra aún más como el mejor futbolista de todos los tiempos.

La camiseta de Leo Messi del Inter Miami es la más vendida del mundo
La camiseta de Leo Messi del Inter Miami es la más vendida del mundo.

Joan Laporta nunca podrá vivir un momento único e inolvidable como el que disfrutó David Beckham el sábado en Miami tras la victoria de su equipo, el Inter Miami, en la finalísima de la MLS. La estrella del equipo, el mejor jugador de todos los tiempos, Leo Messi, fue a buscarlo para abrazarle, besarle en la mejilla cariñosamente y pedirle fotografiarse junto a él y con el resto de los copropietarios, los hermanos Jorge y José Mas, en una imagen de extraordinaria felicidad y de triunfo por el trabajo bien hecho desde hace muchos años.

Por culpa de Laporta, sólo por su egoísmo, petulancia, oscuros intereses y ese creciente endiosamiento que cultiva de su propia figura, el Barça se ha perdido el grandioso ‘last dance’ de un futbolista único que, en este final de año, además de sumar a su palmarés extraordinario su título nº 48, le marcó al gol del año a Laporta con su furtiva y nocturna visita al Camp Nou. Con una precisión quirúrgica, el delantero argentino consiguió atravesar indoloramente, como un láser de última generación, el grueso tejido de la lealtad y de ese sentimiento barcelonista en el que nació y creció hasta consagrase como el más grande, para golpear finalmente donde él quería, en la soberbia y la perversa y mala intencionalidad de Laporta de utilizar su nombre y su historia para malherirlo y enfrentarlo a los culés.

Laporta se expone a algo mucho peor e impensable que otra aparición inesperada y clandestina en el Spotify, pues es plenamente consciente de que el abismo de su enemistad con Leo crece cada vez que, maliciosamente, le desafía a ese homenaje con el que sueña a modo de encerrona. Si le niega la invitación, Messi le hará -eso cree Laporta– un feo a la gente del Barça y si acepta no le quedará otra que salir en la foto con Laporta el día en que Limak sea capaz de acabar el nuevo estadio.

La estrategia del presidente azulgrana, abusando de su popularidad actual, sigue siendo la de un animal derrotado y rabioso, impotente y desesperado por esa indiferencia de un crack al que tuvo comiendo en su mano en ese invierno del 2021 cuando Leo fue incluso a votar por él entusiasmado con la idea de seguir. Nadie puede dudar que Messi habría aceptado jugar por menos de lo que le prometieron (60 millones), pero Laporta ni se lo planteó por temor a que aceptara y él se perdiera lo que dicen que un intermediario le ofreció por dejarlo plantado, en la calle, a dos semanas de empezar la Liga. También le convino en ese momento que mentecatos e ineptos ilustres como Ferran Reverter y Eduard Romeu, visionarios de tercera división, apostaran por la baja de Leo como la solución económica a la crítica situación post-pandemia, cegados por su incompetencia y arrogancia.

La buena voluntad, su infinita capacidad para el perdón y el férreo barcelonismo de Leo aún dio una muestra incuestionable cuando aceptó volver, convencido por Xavi y ya campeón del mundo, limitándose a una petición de mínimos, que Laporta la asegurase la inscripción para poder matricular a sus hijos en su cole de Castelldefels. Laporta no lo quería a su lado eclipsándolo.

Ya no era un problema sólo económico, que también, a Laporta ya le delataba entonces ese síndrome de creerse el Rey Sol, Napoleón y Putin juntos y, por tanto, temeroso de perder la popularidad conquistada con despotismo y totalitarismo.

Y no es que Leo le pueda discutir el trono del estrellato, es que no hay partido. Además de su insuperable palmarés colectivo e individual en el universo futbolístico, Messi sigue vendiendo más camisetas que nadie en todo el mundo, ha triplicado los ingresos del Inter Miami y le ha dado a la MLS un enriquecimiento imprevisto.

Para mayor vergüenza, un ex-ejecutivo del Barça, Xavi Asensi, consiguió atraerlo al Inter Miami sin mentiras, como hizo también Beckham, rendidos a su clase y profesionalidad más allá del efecto del paso del tiempo, circunstancia que gestionaron inteligentemente a base de explotar más la combinación de talento y experiencia en el campo que exigirle lo que ya no podía darle al equipo. Eso sí, añadiendo a esa confianza un entorno apropiado para sentirse como en casa, como en el Barça, siendo el centro del proyecto.

Desde Miami, el sábado Messi volvió a meterle otro gol a Laporta, que se ha perdido una media de 250 millones extra anuales además de no poder reabrir el estadio con su mayor estrella, tan multimillonaria que Laporta no puede tampoco -y eso le duele más incluso que su arrebato de plantarse en el Camp Nou para dejarlo en evidencia- ni sentarse en la misma mesa. También en ese pulso lo podría dejar KO, hasta podría comprar el Barça con sus ahorros.

Finalmente, si se actualiza la postura de Messi tras los últimos acontecimientos marcados por la pertinaz actitud de Laporta de situarlo entre la espada y la pared, de emplazarlo a ese homenaje que Laporta quiere para sí y no para Leo, el panorama se ha radicalizado por su parte.

Internamente, en su círculo de confianza, Leo echa pestes contra Laporta, nunca contra el Barça. El cuerpo le pide guerra, acabar con esta falta de respeto y con la repulsión que le provoca la falsa y cínica figura del actual presidente, que si a Leo le hubieran ido mal las cosas no le prestaría ni la menor atención. Leo está harto, definitivamente cansado de lidiar con las malas artes y la mala leche de Laporta, que si propuso levantarle una estatuta fue porque, como a Cruyff y a Kubala, lo quiere ‘muerto’ desde el punto de vista social.

¿Qué hará Leo? Lo más probable es que, como hasta ahora, sepa esperar el momento y la oportunidad para volver a demostrarle a Laporta que ya nunca será uno de sus peones. Allá Laporta si cree que Leo no le va a responder con otra diablura de las suyas si le sigue provocando.

De momento, la foto ganadora se la lleva Beckham.

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