¡Otra vez la COP!

Bluesky

Que se acercan las fiestas de Navidad es evidente: las ciudades y pueblos empiezan a engalanarse (a este paso pronto lo harán en julio) de todo tipo de iluminaciones, los anuncios invitan al turrón y a los perfumes, los de la lotería están pesados por comprar muchos números, algunos alcaldes pugnan por ver quién lo tiene más grande (el árbol de Navidad, por descontado) y por si todo esto no fuera suficiente, toca celebrar la COP (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) que tendrá lugar en Belén, que aunque esté en Brasil, no me negaréis que también es bastante navideño.

Susana Alonso

Es la trigésima vez que se reúnen desde el año 1995 que hicieron la primera en Berlín. El objetivo principal de tantas reuniones es la lucha contra el cambio climático, evitando que la Tierra continúe su proceso de calentamiento. Bien, mucho éxito no han tenido porque en estos treinta años la temperatura ha subido casi un grado de media, siendo los últimos siete años los más calientes desde que se dispone de registros fiables (doscientos años al menos). Todo a consecuencia de que la emisión de gases de efecto invernadero se ha prácticamente duplicado en este periodo (en términos de CO2).

Por lo tanto, parece que las ceremonias de la COP son inútiles y que vamos por mal camino. Claro que la gran pregunta es: ¿dónde estaríamos sin estos encuentros anuales? Es imposible de responder, o al menos tan difícil como imaginar ahora mismo Europa si Hitler hubiese ganado la guerra. En consecuencia, dejemos para el bolero aquello «de lo que pudo haber sido y no fue» y centrémonos en analizar las razones del fracaso (como mínimo aparente) de las COP. Y lo hago en base al conocimiento que tengo del tema pero también de haber vivido una en primera persona en el año 2009 en Copenhague. Evidentemente lo haré desde un posicionamiento crítico.

El escenario consiste en cada año hacer la COP en un lugar diferente y bien alejado del anterior (el año pasado se celebró en Bakú, Azerbaiyán). Esto supone desplazamientos de autoridades, participantes, ONG’s, periodistas… en una especie de peregrinación anual cívica. No sé si alguien se ha entretenido en calcular la huella de carbono, pero sería muy interesante conocerla; no es demasiado congruente querer luchar contra el cambio climático y contribuir a ello aunque sea en parte con las emisiones de tantos aviones arriba y abajo. Si queréis me tilde de demagogo, pero yo lo veo así.

Dos características más de cada COP: en la misma olla hay gobiernos y oposición, aunque ésta suele ser moderada y muy educada (al menos a aquella parte que dejan entrar en las salas de la conferencia). Y aunque en cada COP dedican dos semanas a charlar y discutir, los acuerdos (por ínfimos que sean) se adoptan todos a última hora, en la madrugada del último día, a punto de sonar la campana final. Y entonces todo el mundo aplaude, con cara cansada, pero bien satisfecha: ¡se han redimido de tanto trabajo con un acuerdo! No importa la letra, importa el hecho. Y todos contentos vuelven a casa, esperando la próxima peregrinación en una especie de turismo climático. Y pronto Navidad.

Si repasamos todos los acuerdos adoptados a lo largo de estos años, la gran mayoría se han incumplido estrepitosamente. Por ejemplo, el de la COP de París en el año 2015 consistía en: reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero (han continuado creciendo), para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a tan solo el 1,5 ° (estamos a punto de llegar) y ofrecer financiación a los países en desarrollo para que puedan mitigar el cambio climático (nada de nada).

Las razones del fracaso en la lucha contra el cambio climático, en mi opinión radican en: la facilidad que tiene el petróleo como combustible, los grandes intereses económicos de su industria, un mal planteamiento de la transición energética (lenta y titubeante), la falta de sensibilización de la sociedad, la formulación de profecías catastróficas alejadas de la realidad que enfrían a los ciudadanos, una falta de compromiso real de muchos gobiernos, otras prioridades que restan los grandes recursos económicos necesarios (ahora mismo, el armamento), la falta de ayuda real a los países en desarrollo… Y si todo esto no fuera suficiente, ahora el discurso de la extrema derecha (Trump incluido) que niega la existencia del cambio climático (pese a lo que vivimos día a día).

Pero otra vez, una COP. ¡Ojalá me equivoque y esta sea provechosa!

(Visited 9 times, 9 visits today)

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario