El apoyo a la democracia ha perdido fuerza entre los años 2008 y 2024. En 2008, un 93% de los catalanes escogían la democracia como sistema preferido de gobierno. Dieciséis años más tarde, este porcentaje se había reducido a un 82%, once puntos menos. Este descenso no se debe tanto al aumento de la predilección por un sistema autoritario –que ha pasado de un 3% a un 5% en este periodo- sino a que la indiferencia en cuanto al tipo de régimen se ha disparado del 2,4% al 11%. Así lo constata el informe «La erosión democrática. Entre la exclusión social y la ruptura generacional», elaborado por el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) y presentado hoy por sus autores, Lucía Medina y Oriol Bartomeus. El informe concluye que «se ha producido un ‘descuelgue’ de la democracia en parte de las nuevas generaciones y entre los sectores más desfavorecidos».
El estudio considera que «la erosión democrática parece tener un origen generacional, en la medida en que se concentra en los tramos más jóvenes de la población, especialmente entre los hombres jóvenes, en un proceso que atribuimos a la ruptura, en el imaginario de estas generaciones más recientes, del vínculo entre democracia y progreso social y económico». Y detecta que «el desgaste democrático también se centra en los estratos más desfavorecidos de la sociedad, tanto en lo que se refiere a nivel académico, como a clase social». Para los autores, «la democracia mantiene su atractivo entre los ‘beneficiarios’ del sistema, mientras que la ha perdido en aquellas capas que se beneficiarían menos».
El estudio manifiesta una mayor desconexión de los jóvenes. Los chicos de entre 18 y 24 años solo consideran preferible una democracia en un 61,8% mientras que las chicas la prefieren en un 73,1%. Un 16,4% de los chicos aceptarían una dictadura en determinadas circunstancias mientras que lo harían un 9,6% de las chicas. Los porcentajes de los que tanto les da un sistema como otro son del 20% en los chicos y del 13,5% en las chicas.
La gente de derecha y de extrema derecha da más apoyo a una dictadura
El 90,7% de las personas con estudios superiores prefiere la democracia y a medida que se baja en el nivel formativo este apoyo disminuye hasta un 67,7% en las personas con menos estudios. Por otro lado, entre los trabajadores manuales cualificados y no cualificados crece la indiferencia (un 14,4% y un 10,6%, respectivamente).
El colectivo de gente que vota a la derecha o a la extrema derecha es el que menos satisfecho está con la democracia y más apoyo da a una alternativa autoritaria. Así, sólo un 61.5% de los catalanes de derechas o de extrema derecha consideran que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno mientras que este porcentaje es del 94.2% entre los ciudadanos de izquierdas, del 82,9% entre los de centro derecha y del 77,1% entre los de centro. Los votantes de derecha o extrema derecha verían con buenos ojos un sistema autoritario, «en determinadas circunstancias», en un 18,5% mientras que un 16,9% prefiere no mojarse en esta cuestión, mientras que sólo un 0,6% de la gente de izquierdas es partidaria de un sistema autoritario y un 4,7% no da su opinión.
La extrema izquierda no tiene tan claro como la izquierda que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno pero, aún así, la defiende un 81,6% mientras que un 8,2% optaría por un régimen autoritario.
Bartomeus ha afirmado, en la presentación del Cuaderno, que «estamos asistiendo a una erosión de la democracia aunque sigue habiendo una gran mayoría que es favorable». Ante esta erosión, los autores del informe consideran que «es necesario encontrar fórmulas para reenganchar estos segmentos que parecen descolgarse, que tienen la sensación desde hace tiempo de que la democracia les ha fallado, para reconectarlos al sistema». «Esto sólo puede pasar –dicen- por que las instituciones actúen de tal manera que estas personas vuelvan a percibir que la democracia les es útil; es decir, que los valores de la democracia -la libertad, la igualdad y la justicia- no queden en simples enunciados sino que sean realidades tangibles para todos».














