Será difícil, por no decir imposible, que este lunes por la tarde aparezcan personajes como Marc Ciria, Joan Camprubí y Xavier Vilajoana en el acto central del único intento, por ahora, de formalizar una candidatura de unidad anticipadamente firme, cohesionada y fortalecida de cara a plantarle cara a Joan Laporta en las elecciones del FC Barcelona de la próxima primavera.
El intento de aunar en una sola plataforma antilaportista, El Barça que Volem, a los principales aspirantes que llevan tiempo removiendo el entorno en busca de apoyos no responde, verdaderamente, a ese objetivo aparente de atraerlos, sino a la desesperada tentativa de Víctor Font de liderarlo como sea, de parecer el precandidato más fuerte y que, por esa vía, los otros tres aspirantes acaben por adherirse de algún modo.
La convocatoria de la Fira de Barcelona no es otra cosa que el arranque de una batalla por desgastarlos por parte de Font en reacción a un panorama en el que empiezan a proliferar opositores -demasiados, a su entender- con ganas de aprovecharse de la enorme publicidad personal mediática, y gratuita, que se activa con el simple hecho de ser socio del FC Barcelona y levantar del dedo con la pretensión de aspirar a la presidencia.
Casos repulsivos como los de Emili Rousaud, Jordi Farré, Lluís Fernandez Alà o el propio Agustí Benedito, que a la hora de la verdad solo intentan trampas, atajos e irregularidades estatutarias con tal de aparecer en los medios, deberían ser evitables. Si no fuera porque el propio presidente que salió elegido la última vez, Joan Laporta, también se dedicó a mentir, engañar y desacatar los estatutos con tal de conquistar la presidencia, pues ni tenía aval ni tampoco la menor intención de cumplir ni una sola de las promesas electorales con la desgracia de que tras la pancarta del Bernabéu («Ganas de volver a veros») el Real Madrid sumó dos Champions.
Con estos precedentes, la vorágine y el despiporre habitual en la antesala electoral que Víctor Font intenta controlar y filtrar son una misión imposible, en su caso -no hay que engañarse- una especie de formalidad para que nadie pueda acusarle después de no haber tendido la mano a una alianza capaz de amenazar el poder laportista.
Font se está escondiendo, como sabe la mayoría de sus rivales en este banderazo de salida, detrás de El Barça que Volem para intentar dar un golpe de autoridad encima de la mesa. La jugada pasa por aparentar que Seguiment FCB, Suma Barça y la figura de Jaume Guardiola (padre directamente responsable de aplaudir y validar de los desmanes laportistas que han arruinado al Barça) avienen a apoyar esta plataforma en la que Sí al Futur va a tener la voz cantante.
Que se sepa, si no hay sorpresas, Marc Ciria ya se ha sentado varias veces a hablar con Víctor Font sin ni siquiera ponerse de acuerdo en algo tan urgente y necesario como intentar activar medidas de control contra las locuras financieras del presidente. No se entienden ni están dispuestos a colocarse, jerárquicamente, uno por debajo del otro. Al menos por ahora, lo mismo que Xavier Vilajoana, que ya ha dejado manifiestamente clara su intención de seguir su camino en solitario, con toda probabilidad para beneficiarse del cierto prestigio conquistado en el gremio de la construcción en los últimos años y de su habilidad, o perdida de orientación de la clase social barcelonista, para quitarse de encima sus orígenes como directivo de Josep Maria Bartomeu. También con la reserva de que, en el tramo final, pueda negociar una silla en la mesa de Font, si él considera que va en cabeza y puede tener posibilidades.
En cuanto a Joan Camprubí, parece obvio que su decadencia como precandidato ha avanzado a la misma velocidad que su fugaz estrellato en la plataforma Som un Clam se ha derrumbado por razones directamente emparentadas con su imagen y trayectoria profesional, más allá de que ha ido perdiendo compañeros de peso como Jordi Roche o Jordi Termes en el corto camino recorrido juntos al principio de esta aventura. Sería difícil, si no es en calidad de oyente y sin adherirse, verle aparecer por la Fira integrada en el frente Font.
Para egos del tamaño del mismísimo Spotify, o más, a los que alude Hansi Flick cuando presiente que se le altera el gallinero, los que se juntarán esta tarde en el proyecto El Barça que Volem y aún más los que no participarán. De hecho, los entresijos electorales no son más que eso: un conflicto del individualismo, el egoísmo y la vanidad que, por defecto, define a cualquier directivo del Barça. Si no estuvieran hechos con ese molde y de verdad antepusieran los intereses del Barça a los personales, se habrían puesto todos de acuerdo en medio minuto. Y el más ególatra de todos, Laporta, lo sabe de sobras, por eso no parece haber contraprogramado el acto. Bastante ha tenido con el impacto de la foto de Messi, eso sí que lo ha dejado medio KO.

