En el entorno de Lamine Yamal se ha hecho viral, defensivamente, una expresión que el propio padre del futbolista, Mounir, ha popularizado y usado contra las críticas a su hijo por una exposición pública que empieza a pasarle factura. «Lamine Yamal, para bien y para mal», reza esta especie de proclama, que no argumento, para callar las bocas de quienes le afean al delantero del Barça su rol demasiado protagonista en las redes sociales. Un universo en el que, como es lógico, se ha convertido en el nuevo rey por su conexión y sintonía espontáneas con el sector más joven de la sociedad y mayoritariamente usuario.
Esta semana, Lamine Yamal se ha topado de frente, y puede decirse que de forma bastante desagradable, con una realidad que difícilmente concilia ambos mundos, el más analógico y más clásico del fútbol, con sus propias e inmutables leyes y normas no escritas, y el digital, en el que reina sin esforzarse demasiado y donde resulta más digerible subir un vídeo del paseo en helicóptero con su novia, y hasta de vestirse de gánster para su fiesta de los 18 años, que combinar la superficialidad y frivolidad del lenguaje youtuber con la apasionada crispación del clima que rodea un clásico.
La broma, o no, de cruzar con Ibai Llanos un par de andanadas sobre la rivalidad los Madrid-Barça le llevó a afirmar que «el Madrid roba y se queja», una frase que, por mucho contexto que lo pueda justificar, no dejó indiferente a nadie y menos al madridismo, que lo recibió de uñas en el Bernabéu y que, finalmente, desembocó, en un feo altercado de empujones y mal rollo entre los jugadores al acabar al partido.
Sin entrar en demasiadas consideraciones, más allá de que un futbolista debe sentir -no solo verbalizar- el máximo respeto por cualquier rival, y promover siempre una actitud deportiva y compañerismo con la que dar ejemplo a los niños y jóvenes, el final de la película ha sido la intervención de la propia directiva de Joan Laporta -tarde y mal-, prohibiendo a Lamine Yamal participar el martes en un evento comercial de OPPO, marca de la cual es embajador, que lanzaba su nuevo móvil, el Find X9 Series. El acto previsto consistía en el reto de influencers como Iris Miquel, David Suárez y Alex Ortega a realizar la mejor foto del crack azulgrana con el nuevo smartphone de OPPO para sus stories de Instagram.
El jugador aceptó, no se sabe si de buena gana o con cierto malestar, disgusto o acaso resentimiento en el futuro, el perderse este business por imposición de la directiva, que ahora sí temía que Lamine Yamal la pudiera liar aún más tras la derrota en Madrid, quién sabe si llorando, quejándose y arrastrándose públicamente a un escenario de riesgo y de vulnerabilidad desconocido para él en el que su perfil de estrella de las redes y con carisma mediático supera -momentáneamente, por supuesto- al del mejor jugador y más valorado jugador del mundo en la actualidad.
Y todo, en origen, por culpa de haberle hecho caso y dejarse empujar por Gerard Piqué al mundo ya algo decadente de la Kings League. El exdefensa del Barça pudo convencer a Lamine Yamal para que presidiera su propio equipo -La Capital, integrado por su entorno más próximo de amigos de su edad y de máxima confianza- y enfrentarlo al Porcinos de Ibai Llanos. Como hay más show que fútbol en la Kings League, uno de los principales atractivos es la previa con los presidentes y el pique entre ellos, como ocurrió antes del clásico, cuando Ibai Llanos le preguntó si el partido entre ambos no era la antesala del clásico, si no era equivalente al Madrid-Barça del domingo en versión Kings League.
Era una trampa no del todo con mala intención, pero trampa al fin y al cabo, en la que Lamine Yamal cayó, en parte fruto de la ingenuidad propia de su edad y en parte, como sabían Piqué y Llanos perfectamente, por ese punto de sobrado y del talante un pelín chulo y audaz del delantero de Rocafonda, el barrio duro al que él mismo atribuye haberse formado más curtido y valiente que si hubiera crecido en otro con menos riesgo de marginalidad.
La Kings League no era, ni lo será, un negocio para Lamine Yamal, que acaba de comprarse, por 11 millones, la casa donde Piqué y Shakira acabaron tirándose los platos a la cabeza después de tener dos hijos. Gerard Piqué, seguro, le ha convencido de la buena imagen y repercusión añadida a su enorme popularidad si se unía al circo de la Kings League, por el que ha acabado pagando un precio demasiado alto.
A Lamine Yamal, con su parte de culpa por no saber medir ni las palabras ni la real trascendencia fuera del Matrix digital de las redes, lo embaucaron entre todos a un circo para el que aún no está preparado, por más que el año pasado los enfrentamientos con el Real Madrid le salieran redondos a él y al equipo.
Habrá aprendido, por lo menos, que en la vorágine mediática de las redes solo cuenta el presente, que la temporada pasada es pura historia y que haría bien en elegir mejor sus compañías, pues ya acumula demasiadas fricciones y tensiones en muy poco tiempo -todas ajenas a su condición de crack en el campo- con su entrenador, con el propio club por la desatención de funciones institucionales, con la selección por jugar a ser más egoísta de lo que toca y, ahora, con un madridismo de millones de fans que dejará de consumir, como hacía hasta el momento, el merchandising personal de Lamine Yamal, como los móviles de OPPO, o las camisetas de la selección.
Lamine Necesita ayuda, ahora más que nunca, si es posible que no sea de la mano del presidente azulgrana, Joan Laporta, que se habría apuntado el primero a su fiesta de gánster, ni tampoco de Gerard Piqué, demasiado listo y más apalancado en sus negocios que en velar por los intereses del Barça, como para dejar en sus manos la inmadura personalidad de Lamine Yamal, más que evidente y retroalimentada por su propio e indisimulado ego.
Por desgracia para el Barça, un entorno personal desastroso se lo he llevado fuera de cualquier posibilidad de control del club, que ahora ha empezado a contraatacar a base de castigos y de futuras medidas represivas. Puede que o sea tarde o no sea el camino más inteligente. Laporta se lo juega también a todo o nada con Lamine Yamal.












1 comentario en «Laporta castiga a Lamine Yamal tarde y mal tras su triste papel en el clásico»
Informes recientes indican que el futbolista Lamine Yamal organizó una reunión en el Hotel Armani de Milán, Italia, el 27 de octubre de 2025.
Los detalles del evento incluyen:
Supuesta infidelidad: Medios de comunicación españoles, citando al periodista Jordi Martín, afirman que Yamal le fue infiel a su novia, la cantante Nicki Nicole, al reunirse con la modelo e influencer italiana Anna Gegnoso.
Hotel y asistentes: La fiesta se celebró en el lujoso Hotel Armani. Según los informes, Yamal viajó con su primo y un amigo, y varias mujeres también estuvieron presentes.
Relación anterior: Esta no es la primera vez que Yamal ha sido relacionado con Gegnoso. Al parecer, tuvieron una breve relación el año pasado antes de que él comenzara a salir con Nicki Nicole.