En esta misma semana han coincidido la noticia de la renovación de Leo Messi con el Inter Miami y las declaraciones del exdirectivo del FC Barcelona, Jordi Mestre, sobre el estado de ánimo del crack argentino con relación al actual presidente del Barça. «Me consta -ha declarado- que Messi y toda su familia están muy enojados con Joan Laporta«, eso sí, aclarando que “por terceras personas”, para evitar precisamente que nadie pueda atribuirle a Leo una confesión directa en esta materia tan sensible. Sabe que si le dedica a Laporta la andanada que le tiene preparada el presidente conseguirá, con la ayuda de su prensa, darle la vuelta y presentarlo como alguien que ataca al Barça. Leo no cometerá ese error.
Y es que su entorno rezuma un cabreo monumental de Messi con Laporta, no solo por haberlo engañado dos veces, primero con su (no)renovación y luego por ese montaje mediático de hace unos veranos vendiéndole a la prensa su regreso. Cuando Leo le pidió garantías sobre su inscripción en LaLiga fue cuando al presidente se le cayó el invento y salió a mentir, de nuevo, afirmando aquello de que “Leo prefería jugar en una liga menos competitiva”.
Y aún más, Laporta sigue utilizando el nombre de Messi como el protagonista de un futuro homenaje que, en el fondo, es el auto homenaje con el que sueña Laporta cuando se reabra el Spotify al ciento por ciento, aparecer como el único ‘rey’ del Barça, al que incluso Messi está dispuesto a reconocer.
La trampa es sutil y propia de la habitual dialéctica laportista, proponer escenarios imposibles para que sean los Nico Williams, por no querer venir al Barça, los Jaume Collboni por no darle los permisos para jugar en el Spotify o los Messi por darle la espalda al Barça renunciando a venir a ese ‘homenaje’ quienes aparezcan como despegados, hostiles y antibarcelonistas.
En cambio, un exejecutivo del Barça, Xavi Asensi, que no es agente de futbolistas ni tampoco un intermediario ni trabaja a comisión para nadie ni aspira salir en las fotos, ha conseguido convencer a Messi por dos veces para jugar en el Inter Miami. Solo le ha dado a la estrella argentina lo que quería. No le ha hecho falta ni un asado ni presionarle ni mucho menos tanto dinero, que eso ya se lo daba el PSG, se ha limitado -inteligentemente- a darle todo aquello que añoraba del Barça, una dosis alta de estima y un entorno favorable, sobre todo, para su familia, además de rodearlo el de sus compinches en el campo, Sergio Busquets, Jordi Alba y Luis Suárez, compañía clave para aclimatarse y afrontar lo que para él ha significado un exilio forzado tras la patada que le dio Laporta el 5 de agosto de 2021.
Sin esa estrategia, ahora que se han ido Alba y Busquets, Messi nunca habría resuelto renovar por el Inter Miami y seguir siendo el futbolista aún vende más camisetas en el mundo después de tantos años en la cima del mundo. Todo eso se lo ha perdido el Barça, que perdió 200 millones de ingresos comerciales el día que lo echaron. Pagándole lo que aceptaba por quedarse, 60 millones, el Barça habría seguido exprimiendo la marca incluso por encima tras haber ganado el Mundial y otro Balón de Oro.
Seguramente el Barça no estaría arruinado -Laporta no, desde luego- si los acontecimientos se hubieran desarrollado de otro modo.















