Varios ayuntamientos del interior del país han vivido en las últimas semanas episodios de tensión provocados por simpatizantes de Aliança Catalana que han irrumpido en los plenos municipales con cámaras, pancartas y gritos contra los equipos de gobierno. Los incidentes, que se han producido en consistorios como los de Torelló, Vic y Olot, han sido registrados y difundidos por las redes sociales del partido de Sílvia Orriols, que los presenta como muestras de «resistencia ciudadana ante el sistema».
Fuentes municipales aseguran que las intervenciones no son espontáneas, sino que responden a una planificación previa, con guión y participantes designados. El objetivo sería obtener imágenes de confrontación con alcaldes y concejales para alimentar el relato de un pueblo marginado por las instituciones. «Saben perfectamente dónde colocarse y quién graba», comenta un concejal de Osona. «Es una estrategia para provocar una reacción que luego convierten en vídeo viral.»
Los ayuntamientos afectados han alertado a Interior por posibles problemas de orden público y han pedido presencia discreta de los Mossos en sesiones futuras. Fuentes del departamento reconocen que se ha detectado un patrón de desplazamientos coordinados de militantes entre municipios, coincidiendo con retransmisiones en directo de los plenos. En la consejería preocupa que esta dinámica, aparentemente simbólica, pueda derivar en incidentes más graves.
Junts y ERC califican estas irrupciones de «campaña de agitación preelectoral», mientras que el PSC alerta de que «se está normalizando la crispación como herramienta política». El fenómeno, que algunos comparan con las acciones de los movimientos populistas europeos, muestra hasta qué punto la política catalana vive una nueva etapa donde la viralidad vale más que la institución.














