La misteriosa renovación de Spotify deja un buen margen a la impugnación

Aunque los estatutos del Barça exigen que el contrato del frontal de la camiseta pase por asamblea, Laporta lo ha limitado a dos de cuatro años para burlar parte del requisito y ahora se ha sabido que el de los 'naming rights' ya era hasta 2034

Anunci de l'artista Ed Sheeran, amb la samarreta del Barça patrocinada per Spotify (FC Barcelona)

El anuncio de la ampliación del acuerdo con Spotify por parte de la junta directiva del FC Barcelona se produjo, sorprendentemente, en un viernes por la mañana, a dos días de la celebración de la asamblea ordinaria de socios del pasado día 19 de octubre.

Como Joan Laporta ya ha domesticado y sedado a la opinión pública y a la prensa, la información sobre las condiciones del acuerdo no fueron ni siquiera valoradas en el escueto y breve texto publicado en la web oficial, donde sólo se alude de forma retórica y autocomplaciente a la buena sintonía entre el club y el patrocinador: «Después de tres años de colaboración de éxito, el FC Barcelona y Spotify han decidido ampliar su acuerdo de patrocinio hasta 2030, tanto para las camisetas de los primeros equipos masculino y femenino de fútbol como para el frontal de las equipaciones de entrenamiento. Los naming rights del Spotify Camp Nou continúan vigentes hasta 2034″.

Las pocas claves internas que encierra generan serias dudas como, por ejemplo, si el contrato debe someterse a la aprobación de la asamblea, tanto por su naturaleza como por su duración de acuerdo con los artículos 20.8 y 20.9 de los estatutos. En cuanto a su repercusión económica, sólo una alusión en la asamblea ordinaria en el sentido de que «se ha mejorado el contrato con Spotify», eso sí, acompañada de la sospecha de que Darren Dein también le dará un pellizco al incremento del contrato si, como se ha publicado, su recompensa por haber conseguido a Spotify se refleja en un porcentaje anual sobre los ingresos derivados del patrocinio.

Por otro lado, a dos días de la asamblea ordinaria y pudiendo haber previsto su ratificación sin necesidad de convocar otra extraordinaria, el malicioso proceder de Laporta, cerrando el trato de un modo tan intempestivo y precipitado, sugiere que no tiene, a menos que le obliguen, la menor intención de someter la ampliación a la voluntad de la asamblea.

Se saltaría así el artículo 20.8 de los estatutos, que otorga a la asamblea la atribución única de «ratificar los acuerdos de la Junta Directiva para la formalización de contratos con terceros para ceder la explotación de los derechos del Club sobre la propia imagen, nombre, símbolos, publicidad o retransmisiones en los medios de comunicación, cuando la duración de dicha explotación exceda de cinco años o temporadas». Y también obviaría el artículo 20.9, que exige a la asamblea «ratificar los acuerdos de la Junta Directiva en los que se formalicen contratos que conlleven la inclusión de publicidad en la equipación oficial del primer equipo de fútbol o en la denominación del Estadi o del Palau. La ratificación de la Asamblea será necesaria para cada contrato de publicidad».

En apariencia, es un asunto que requiere ser explicado y pasado por asamblea, a menos que, como parece, a Laporta interprete que ese requisito ya fue superado el día 3 de abril de 2022 en la asamblea extraordinaria, cuando los socios dieron luz verde al contrato con 625 socios a favor y 49 en contra. En aquella sesión asamblearia no hubo cifras concretas al amparo presidencial de la confidencialidad pactada con el patrocinador, pero sí un aplauso para Darren Dein, beneficiado por la primera de las millonarias comisiones que Laporta le firmó, primero por su papel protagonista en la negociación con Spotify y, pocos años después, por ser el héroe que evitó la ruptura con Nike.

Aunque el directivo Juli Guiu, directamente el único responsable del acuerdo con la plataforma de streaming, soportó como pudo la vergüenza de ese aplauso para Darren Dein que Laporta le arrancó a los socios el 3 de abril de 2022, dimitió después de que, además, en el contrato de ampliación de Nike, el pariente ingles del presidente también se llevara un pellizco, dicen que de casi 50 millones.

En cuanto a las condiciones firmadas con Spotify, por el frontal de la camiseta, el periodo comprendido fue de 2022 a 2026; por el frontal de la camiseta de entrenamiento, hasta 2025; y por los naming rights del estado, hasta 2034, si bien con una doble tarifa de 5 millones hasta la inauguración de la reforma y de 20 millones a partir de entonces.

La directiva parece interpretar, por tanto, que, en el fondo, ya se votó por la razón de la duración del contrato (en cuanto al nombre del estadio, 12 años, de 2022 a 2034) y también por el hecho de afectar a la camiseta del primer equipo (publicidad frontal).

Es cierto que la duración de los contratos por la publicidad son de cuatro años, no de cinco, lo que elimina la necesidad de su ratificación, aunque deja en el aire que «la ratificación de la Asamblea será necesaria para cada contrato de publicidad», según reza el artículo 20.9.

Como el secretismo es absoluto en materia de cifras concretas por parte de la directiva, más allá de jactarse de que cada año se baten récords de ingresos -de la misma forma que cada vez eso ocurre también se registran pérdidas y crecen la deuda y el patrimonio negativo del club-, sólo es posible especular con que el salto anual por las camisetas es de 10 millones, aproximadamente, sin que se haya incrementado la contraprestación de 20 millones, por naming rights a lo largo del contrato, siempre que el Spotify se encuentre operativo al cien por cien.

En los rankings de las consultoras que se dedican al análisis de los mercados, el valor comercial de la camiseta del Barça ocupa el tercer lugar empatado con el del Manchester United, detrás de los del Real Madrid y el Manchester City.

Al margen de si algún socio del FC Barcelona cree necesario que el contrato con Spotity, tres contratos en uno, debe obtener la luz verde de la asamblea -lo que abriría la puerta a una impugnación polémica y controvertida-, el conjunto del negocio no ha servido para arañar esa posición de liderato de la explotación de la camiseta que había alcanzado en el pasado.

Igualmente, a esos ingresos hay que restarle la comisión de Darren Dein, de quien se ha publicado también que seguirá cobrando su parte mientras el Barça mantenga una relación contractual con Spotify.

Quizá por estas dos razones, Laporta ha colado esa renegociación en medio del fragor de la asamblea, para que se hable de Spotify y de esa leyenda negra que lo envuelve lo menos posible.

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