Goldman Sachs le da un toque muy serio a Laporta para que acelere las obras

Ha decidido congelar hasta nueva orden los ingresos de explotación de la explotación del estadio más allá de los 75 millones que se queda, como mínimo, cada temporada para garantizar la amortización del préstamo para el Spotify

Joan Laporta, durant la darrera assemblea del Barça (FC Barcelona)

Ahora se sabe que, a causa de los retrasos en la reapertura del Spotify Camp Nou, los inversores han exigido a Joan Laporta nuevas garantías porque su delirante gestión patrimonial ha conducido al Barça a no poder afrontar el pago de los primeros intereses de la reforma previstos y pactados en el fondo de titulización. Y que, hasta 2032, ascenderán a 700 millones sin haber devuelto un solo euro del capital del préstamo de 1.500 millones. Este escenario es el resultado de la maniobra de Laporta, meses atrás, de haber renegociado el primer acuerdo marco con Goldman Sachs para no afrontar los más de 400 millones de capital que debía retornar en 2028.

El primer vencimiento de los intereses es de 44 millones a pagar antes del 31 de diciembre, inicialmente supeditado a que el estadio pudiera estar operativo, aunque de formar parcial, en una fecha determinada. Como no se han cumplido los plazos de reapertura comprometidos a causa del retraso de Limak, Goldman Sachs no ha dudado en aplicar las medidas previstas en este tipo de situaciones a la que se ha llegado después de que Laporta removiera cielo y tierra para que el Spotify reabriera hace casi un año con motivo del desangelado y frío 125º aniversario del FC Barcelona, el 29 de noviembre de 2024.

Superada esa fecha imposible, insistió en los siguientes meses incluso con más empeño y desesperación, protagonizando un periodo convulso y esperpéntico de un toma y daca con el Ayuntamiento de Barcelona por reabrir lo antes posible, ni que fuera con menos aforo, a base de presionar a los políticos y técnicos municipales, y de reiterados y fallidos anuncios de un regreso inminente a Les Corts.

Como es sabido, la directiva fechó ese retorno para finales de la temporada anterior y luego para el Gamper, y así, mes a mes, hasta la última y surrealista pirueta, previa a la concesión de la primera licencia de ocupación que finalmente le fue concedida el viernes pasado y desechada porque ahora resulta que reabrir el estadio no es rentable.

Ya no hay prisa, como antes, porque ya se ha consumado la amenaza de los inversores de bloquear ingresos de explotación por encima de lo pactado. De hecho, esa era la poderosa razón del despiporre y del desesperante mareo del calendario por parte azulgrana, la de evitar que recayera directamente sobre la tesorería el retraso de Limak con la no menos estúpida intención presidencial de tapar la responsabilidad de la constructora a base de señalar al alcalde y su equipo de expertos, arquitectos, bomberos y policía.

Laporta, finalmente, abandonó esa lucha por reabrir el Spotify cuando el auditor le permitió dos movimientos contables sospechosos de debilidad por su parte a la hora de imponer su criterio y el rigor necesario. Por un lado, suavizó el deterioro de Barça Vision de 208 millones a 89 millones y, además, se los dejó cargar en el ejercicio anterior. Un regalo que añadir a ese otro favor de permitirle el ingreso de 70 millones por los asientos VIP que, paradójicamente, LaLiga no se los ha admitido a efectos de fair play financiero.

En cambio, la mala noticia que los medios no han difundido, con excepción de La Vanguardia, radica en que hace unas semanas Goldman Sachs ha decidido cortar por lo sano esta comedia y, como primer inversor del fondo de titulización, aplicar las garantías previstas.

Como el club no podrá cumplir con el pago de los 44 millones debido a los retrasos en las obras, los inversores han aceptado atribuir la demora a causas de fuerza mayor (limitaciones municipales y operativas), pero han decidido retener los ingresos derivados del estadio hasta que el rendimiento económico se estabilice.

Así, el acuerdo establece que los primeros 175 millones de ingresos del estadio (100 millones para el club y 75 millones para intereses) se mantienen según lo previsto, pero las cantidades que excedan esa cifra quedarán bloqueadas en el fondo de titulización como garantía. Los acreedores estiman que cada partido de Liga no disputado en el Camp Nou representa una pérdida de unos 4 millones en ingresos, y bastante más en la Champions League. Más los conceptos de publicidad y otros recursos la cifra retenida hasta que fluya el dinero puede ser de 100 millones cuya disponibilidad, o no, puede condicionar y comprometer el día a día de la vida económica del club.

La congelación es una medida provisional que sirve para evitar tensiones, de precaución, para garantizar el cobro del resto de los intereses del año (casi 100 millones), y de aviso serio sobre la importancia de acelerar las obras para que la explotación aporte los recursos previstos que no pongan en peligro la amortización del préstamo, empezando por los 700 millones de intereses de aquí a 2032.

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