Laporta ayuda al Madrid y le da el tiro de gracia al partido de Miami

Al declarar en la asamblea que el Barça iba a cobrar de LaLiga unos 10 millones por jugar en los EE. UU. ante el Villarreal, el promotor americano y Javier Tebas han quedado bajo la sospecha de jugar sucio y no han tenido otra que suspenderlo

Joan Laporta, durant l'assemblea del Barça del 2025 (FC Barcelona)

A Joan Laporta se le ha caído otra inyección económica con la que habría prometido compensar las bajas, bajísimas, recaudaciones de los tres partidos disputados en el Johan Cruyff al principio de esta temporada a causa de su absurdo y negligente empecinamiento personal en forzar al Ayuntamiento de Barcelona una reapertura del Spotify, incluso -le daba absolutamente igual- aunque fuera inseguro para los espectadores. Con el partido de Miami, dijo a la asamblea del domingo, se compensaba esta otra vía de agua, en otro de esos momentos de subidón ante los socios. En este caso, sin embargo, injustificada y temerariamente por dos motivos: porque era mentira que LaLiga tuviera previsto recompensar al Barça con ningún pago por su participación y porque desvelaba un posible sobre sin declarar, desmontando todo el paripé organizado por Javier Tebas para sacar adelante la iniciativa.

El Real Madrid -o sea, Florentino Pérez- se puso al frente de una campaña para arruinarle el experimento a LaLiga -o sea, a Javier Tebas- y en cuestión de semanas los acontecimientos se han precipitado hasta la suspensión oficial del partido Villarreal-Barça del 20 de diciembre, que debía jugarse en Miami anunciada en la noche del martes.

Detrás de la movida, Florentino se puso a favor de la FIFA, y hasta de la UEFA de algún modo, utilizando sus enormes recursos y poder, empezando por alinear al Gobierno de Pedro Sánchez y a su soldado del CSD, José Manuel Rodríguez Uribes, que ya estaba redactando, como hizo en el caso de Dani Olmo, una resolución contraria por si última hora fuera necesaria, en contra del proyecto y la firme posición de paralizarlo por lo civil o como fuera preciso.

Laporta con su torpeza, soberbia y fanfarronería, le dio la estocada final a la promotora americana, Relevent, verbalizando que «el Barça cobrará por ir a Miami» en respuesta a la pregunta de un socio con la única finalidad de dejar otro titular improvisado y oportuno sobre su proverbial capacidad para recuperar al club de los reveses financieros que él mismo provoca.

El Barça, en principio, no iba a cobrar nada tras haber aceptado participar en un gran acto de promoción de LaLiga, sino que la organización iba a correr con los gastos de desplazamiento, y el Villarreal tampoco por el concepto de aceptar jugar fuera de su estadio. Lo que se le ofreció -y aceptó- fue financiar el desplazamiento masivo de cuantos socios quisieran acompañar al equipo a Miami y al resto, un atractivo descuento de sus abonos de temporada.

Si por detrás Relevent tenía la intención de compartir parte de los beneficios una vez liquidados los gastos, eso no estaba en el guion. Y mucho menos de LaLiga, que hubo de apresurarse a desmentir la afirmación de Laporta rápidamente, sobre todo porque si es verdad que ese resarcimiento cubría la taquilla reducida de dos partidos de Liga y el Gamper, la cantidad podría oscilar alrededor de los 10 millones.

¿Fue un error premeditado por parte de Laporta? La duda siempre planeará, o no, sobre un anuncio que a Relevent y a LaLiga los acusa de maniobrar en las sombras para que el Barça aceptase participar en el juego de Tebas.

Al publicarse que el Barça, por boca de su presidente, había admitido una indemnización económica importante por parte de LaLiga, a Relevent no le quedó otra salida que recoger cuerda y retirar su propuesta. Es el arma definitiva y letal que necesitaban la FIFA, a través de la CONCACAF y de la federación de futbol de los EE. UU., para enviar a sus inspectores y de la administración estatal y de las agencias federales a abrir todos los cajones de sus oficinas en busca de acuerdos bajo cuerda, si los había.

Habrá sido una victoria de Florentino en respuesta a una medalla que LaLiga pretendía colgarse ante todo el fútbol europeo, siendo la primera competición que trasladaba uno partido oficial fuera su territorio.

Queda para la prensa y el relato que los jugadores, a los que se había ignorado por completo, han dado el paso clave con sus plantes de unos segundos en la última jornada. Fuegos de artificio. El Gobierno y Florentino se han encargado de socavar el proyecto con su artillería pesada y Laporta, de darle el tiro de gracia, dejando a LaLiga en fuera de juego y bajo sospecha con ese presunto embuste de un cobro pasteleado en la trastienda de la organización que el presidente del Barça ha atribuido a LaLiga.

Ya lo dijo Laporta ayer mismo: «La relación con el Real Madrid es la que es». O sea, de sumisión y servicio por su parte a los intereses de Florentino, diga lo que diga Laporta en la ECA y a la prensa.

A ver cómo reacciona Tebas.

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