Laporta recorta hasta el límite la información económica de la asamblea

Frente al peor de sus balances, desplegará una campaña mediática previa de máxima presencia para imponer un relato triunfal en todos los frentes, de apoyo a las secciones y a la Masía, y de batalla "contra todo y contra todos"

Joan Laporta, al 50è aniversari de la penya Josep Raich (FC Barcelona)

De conformidad con los estatutos, los socios del FC Barcelona ya podrían consultar el informe de auditoría y el resto de la documentación relevante si la voluntad de la junta de Joan Laporta fuera, de verdad, la de ejercer el gobierno del club con transparencia y actitud abierta porque no hay nada que ocultar ni tampoco nada que no pueda explicarse ni justificarse. Los estatutos fijan un período no inferior a diez días hábiles antes de la celebración de la asamblea ordinaria como obligatorio, si bien establecen que a partir de su convocatoria los socios ya podrían acceder a la documentación e incluso solicitar copia de los documentos integrados en la información económica que se somete a la aprobación de la asamblea.

Pues bien, en la misma proporción que a la directiva le interesa la menor circulación de esos papeles por los foros barcelonistas y mediáticos, apurará el plazo al límite -y, si es posible, un poco más- sobre la idea, absolutamente infantil, de que cuantos menos días previos transcurran hasta la asamblea desde su difusión y conocimiento entre la masa social y el barcelonismo en general, más controlado y acotado será su impacto.

Sabiendo, además, que este plazo de puertas abiertas obligado coincide con el parón de la clasificación para el Mundial, cabe suponer que directivos y popes del laportismo incrementarán su presencia en los medios para imponer desesperada y abrumadoramente el relato que les conviene muy por encima de la realidad de unas cuentas que apestan, de nuevo, a debacle. Empezando por el hecho de registrar pérdidas consecutivas dos ejercicios seguidos, circunstancia que provocaría el cese automático de la junta si no estuvieran suspendidos los artículos de control económico de los estatutos.

Más allá de esta aberrante y dantesca situación, de fondos propios negativos que se elevarán a 111 millones negativos, Laporta necesita convencer a los socios, propósito que desde luego conseguirá con la boba complicidad de los medios, de que el cierre ordinario -que no existe- es un índice de la sólida estructura de la economía y de que gracias a su gestión, el Barça se ha «recuperado y salvado».

El socio, se lo crea o no, lo aprobará mayoritariamente a efectos legales en otra asamblea articulada bajo un formato telemático de forma que los compromisarios no puedan opinar ni votar, aunque la mesa de la asamblea aparentará y escenificará el paripé de una serie de votaciones que nunca se podrá saber si son reales y debidamente escrutadas. Más bien pesa la certeza de que forman parte del teatrillo laportista de cada año.

El discurso asambleario de Laporta ya ha sido diseñado y testado con mucho más tiempo de antelación del que los socios dispondrán para analizar las cuentas antes de una asamblea en la que, por cierto, no podrán participar, ni opinar ni votar con garantías.

Se lo pueden ahorrar releyendo el que pronunció en un encuentro de peñas con notable éxito de audiencia, y una previsible reacción de entusiasmo y de aprobación unánime.

Como siempre, transformó la realidad de su negligente y caótica gestión en una cruzada contra la conspiración mundial y judeomasónica en contra suya y del Barça: «Siempre superamos los obstáculos y eso nos hace ser más fuertes», dijo.

Y luego las justificaciones injustificables. Sobre su desdén, desprecio y abandono de las secciones: «Creemos ciegamente en ellas -dijo sobre el femenino que está prácticamente en venta-. Le dedicamos el mayor presupuesto de España, pero en Europa competimos contra presupuestos mucho mayores. Las secciones tienen un gran retorno emocional. Para que sean competitivas hay que invertir. Aunque influye en el fair play [fianciero] y hemos tenido que avalar personalmente». Falsa alusión a un problema crónico de falta de fair play financiero ante LaLiga que proviene exclusivamente de inventarse palancas y que ya ha diezmado las secciones desde hace años. Si avaló la junta fue por fichar sin margen salarial como refleja el ejemplo de Joan Garcia y la celebración de que Ter Stegen se lesionara oportunamente.

Sobre la incalificable gestión de la reforma y el regreso al Spotify para tapar las deficiencias y chapuzas de Limak: «Hemos sido valientes con el estadio, que nos permitirá ser competitivos. Otros clubs pueden ingresar capital y hay clubs estado, que tienen máquinas de hacer dinero. Nosotros estamos orgullosos de ser un club de los socios. El estadio era una necesidad absoluta, porque, si no, perdíamos el tren. Teníamos que salir a buscar dinero y lo hicimos. Hubo imponderables: hemos trabajado en dos turnos, no en tres como otros clubs hicieron en sus estadios. Hemos tenido que hacer subsanaciones. El estadio será el más seguro del mundo; es mucho más seguro que lo era en 2022. Nosotros creemos que ya podríamos tener la licencia de primera ocupación, pero respetamos lo que diga el Ayuntamiento». O sea, la culpa, de nuevo, del ayuntamiento, aunque ya se verá si se atreve a decir lo mismo en la asamblea.

Sobre la persecución y exterminio de toda señal de vida colectiva y asociativa de los socios, extensible no solo a la estrategia de socavar el poder, la actividad y la razón de ser de las peñas, sino sobre todo de la Grada de Animación, fusilada al amanecer en Montjuic tras un juicio sumarísimo: «Las peñas son un síntoma muy valioso para medir la salud del Barça. Nos dan fuerza para luchar contra todo y contra todos». Puro postureo.

Sobre la situación real del Barça, demostrablemente mucho peor que en 2021 tras ganar las elecciones: «Recogimos un legado desastroso y hemos tenido que hacer un gran esfuerzo para salvar al Barça y lo hemos hecho. Nos dieron confianza para recuperar la economía, tirar a adelante el Spotify Camp Nou y hacer de La Masía el eje de nuestro proyecto deportivo». Es evidente que la economía marca unas pérdidas y una deuda históricas e insuperables, que el Spotify costará el triple de lo previsto (con peores materiales y estructura) sin ejecutar el Espai Barça de acuerdo con lo aprobado en asamblea, y también que, cuando llegó Hansi Flick, el plan era renovar a Joao Félix, apostar por Vitor Roque y traer a Nico Williams, eso tres años después de haber despedido a los responsables de haber formado a la generación de Lamine Yamal. Suerte de la herencia de la Masía de Josep Maria Bartomeu.

Lo dicho. Los socios del Barça pueden ahorrarse la lata de aguantar las verdades de Laporta en la asamblea que, sí o sí, saldrán adelante.

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