Un servidor discrepa de algunas de las cosas que proponen los Comunes, Sumar y Podemos, pero me indigna que los representantes de las comunidades y entidades judías catalanas, junto con asociaciones catalanas de amistad con Israel, califiquen al eurodiputado de los Comunes, Jaume Asens, coordinador del equipo jurídico de la Flotilla, y a la ex alacaldesa Ada Colau, que ha participado en la misma, de antisemitas o judeofóbicos, mientras las autoridades israelíes califican a Colau además de antisemita de terrorista. Pero ya se sabe, las personas que han perdido cualidades o características humanas como el pensamiento crítico y la capacidad de empatizar, como Netanyahu y quienes le apoyan, y cómo le pasó a Hitler, Stalin, o Milosevic y los líderes paramilitares serbios que asediaban a Sarajevo, lo tienen fácil para descalificar a los adversarios políticos.
En los Balcanes conocí a mucha gente que negaba o justificaba el cerco de Sarajevo y las matanzas diarias de civiles que provocaban, apelando a lo que habían vivido y sufrido sus antepasados en la primera o segunda guerra mundial o incluso en la batalla de Kosovo contra los turcos de 1389. Muchas veces personas o pueblos que han sido maltratados se convierten en maltratadores. Muchos hombres o mujeres maltratadores fueron maltratados de niños, y adultos repiten el mismo patrón. Así, se convierten en unos agresores que maltratan sin sentimiento de culpa al ser incapaces de disociar su violencia de la que sufrieron sus antepasados. Y a pesar de ser verdugos y agresores, se creen que ellos son las víctimas, sin ser capaces de percibir que las víctimas de la violencia que ahora ejercen no son quienes les agredieron a ellos o a sus antepasados hace tres generaciones o seis siglos.
Israel, lamentablemente, se construyó sobre la expulsión de parte de los legítimos habitantes de Palestina, sin que quienes fueron allí como víctimas del Holocausto, fueran capaces de reconocer que estaban haciendo una nueva limpieza étnica y unas deportaciones de población en las que ellos pasaban a ser los agresores. Y esto es lo que hace ahora buena parte de la sociedad israelí que es incapaz de reconocer que en Gaza están realizando un genocidio, mientras en Cisjordania, donde estos últimos dos años han sido asesinados mil palestinos y cada día son quemadas casas palestinas por parte de los colonos o las fuerzas policiales y militares que actúan con plena impunidad, están perpetrando una nueva limpieza étnica contra civiles inocentes.
El ataque del 7 de octubre de hace dos años derribando Hamás las defensas de Israel en Gaza y asesinando a más de un millar de civiles y secuestrando a 250, evidentemente es condenable, pero el futuro que vendrá tras tanta muerte y destrucción en Gaza y la expansión en Cisjordania y el odio generado será peor que el que ofrecían las propuestas anteriores. Pero esa acción del 7 de octubre que yo condeno demostró a la arrogante sociedad israelí que nunca podrá tener paz sino da una alternativa de futuro realista a los palestinos. Alternativa que sólo puede ser un estado palestino o un estado binacional único para palestinos y judíos, a menos que Israel quiera convertirse en un estado de apartheid como era Sudáfrica.
¿Por qué digo que es un insulto que se califique a Colau de antisemita o anti judía? Pues porque fue el gobierno municipal de Ada Colau el que en julio de 2018, en su primer mandato, propuso y aprobó cambiar el nombre de la calle llamada hasta entonces Sant Domènec del Call por el de Salomó Ben Adret. Una petición que las entidades judías habían solicitado sin éxito a anteriores equipos de gobierno de Convergència y del PSC sin ser escuchadas. Esta calle de la entrada del call o judería de Barcelona se llamaba “Sant Domènec del Call” para conmemorar la matanza de más de trescientos judíos en la judería. Asalto instigado y permitido por las autoridades catalanas cristianas que tuvo lugar del 5 al 8 de agosto de 1391, día de San Domènec. Así pues, Barcelona cuando puso en la calle de entrada a la judería el nombre del santo del día en que hubo más judíos muertos, daba a entender que aquella matanza fue justa protegida y bendecida por el santo del día. Y a petición de las entidades judías -las mismas que ahora acusan a la exalcaldesa de antisemita- Ada Colau propuso al pleno municipal cambiarlo por el de Salomón Ben Adret (1235-1310) que fue rabino de Barcelona durante más de 40 años y se considera una figura primordial de la historia de la cultura catalana medieval y referente de convivencia en Barcelona.








