Desaparecido como candidato y también como forjador de presidentes Jordi Roche, y parece que sin aliento tras el primer esprint Jordi Termes, el elenco de aspirantes que empiezan a cruzar espadas con la difícil empresa de echar a Joan Laporta de la presidencia del Barça por la vía electoral responde a un mismo perfil de experto financiero. Víctor Font, Jaume Guardiola, Joan Camprubí y Marc Ciria despuntan como precandidatos en esta primera puesta en escena, los cuatro con credenciales en la industria del dinero y de la habilidad para moverlo, cazarlo, invertirlo y multiplicarlo sin que, necesariamente, sea a través de ninguna actividad esencialmente industrial, productiva o de servicios.
Víctor Font, que sería de los cuatro el más parecido a un empresario, aunque ya viva de las rentas de sus años dedicado con éxito a la consultoría, está tan convencido de que el flanco débil del laportismo, el económico, financiero y patrimonial, es por dónde debe atacar llegado el momento, que ha fichado para para su candidatura de Jaume Guardiola, exprimer ejecutivo del Banco de Sabadell y expresidente de la comisió estratégica del FC Barcelona durante los dos primeros años del actual mandato, 2021 y 2022, antes de dimitir para seguir volando por el cielo de universo de las finanzas como presidente de Cercle d’Economía, cargo limitado por estatutos a dos años. Ese periodo ya lo ha cumplido con la ansiedad de volver al saborear el poder extremo y adictivo del palco del Barça.
Font, siempre poco original y pasivo hasta el riesgo de la petrificación, intenta replicar el modelo ganador de Laporta de 2021, desapareciendo durante los meses anteriores, casi ajeno al voto de censura contra Josep Maria Bartomeu, para irrumpir en el último momento como una gran figura presidencialista enviando a los debates económicos a un segundo de primer nivel como Jaume Giró, que iba a ser el vicepresidente económico de su junta y a cubrir durante la campaña ese flanco realmente desguarnecido de Laporta, que ya venía de arruinar al Barça en su primer mandato (2003-2010) y de participar activamente en la desaparición del Reus.
Es el papel que ha de jugar Jaume Guardiola a favor de Font en la batalla electoral que se avecina, indiscutiblemente planteada por la oposición en ese ámbito en el que Laporta no sólo cojea, sino que se hunde y fracasa sin remedio y a lo grande, sin importarle que la propia institución esté a punto de caer en manos de terceros.
Joan Camprubí también intenta destacar, a falta de currículum barcelonista como activista y más allá de su ilustre apellido y de dos expresidentes del Barça en su árbol genealógico, en el terreno de la gestión económica y patrimonial, dando por hecho que en el apartado financiero posee una formación más que notable.
Finalmente, al menos por ahora, Marc Ciria aparece como el financiero más especializado y puro por sus acreditaciones académicas y profesionales, además de ese plus de figura del entorno azulgrana que se le puede otorgar por haber participado en la campaña electoral de 2015 en el equipo de Laporta. Y por haberse ganado un cierto crédito como experto (mediático) en las cuentas del Barça desde 2021 y después de que Laporta lo arrinconara porque tampoco le interesaba, del mismo modo que se deshizo de Jaume Giró, un perfil como el suyo que pudiera discutirle o cuestionar sus decisiones de impacto en la contabilidad.
En cualquier caso, esta proliferación de precandidatos versados en la misma materia previene de cuál será la estrategia de acoso y debate llegado el momento, si Laporta sigue sentado en el marcador en la primavera de 2026, cuando sea obligatorio convocar las elecciones.
Falta por despejar la incógnita de si a este corolario se une Javier Faus o, como suele ser su maniobra preferida, espera a que alguien gane las elecciones para subirse al tren sin haber arriesgado su imagen y reputación en el fango electoral. Es tan conocida en algunos círculos del barcelonismo su ambición de ser presidente del Barça -al igual que se le reconocen sus indiscutibles talento y capacidad para salvar de verdad el club de las fauces de Goldman Sachs, probablemente el único que puede conseguirlo- como su indisposición y pánico a liderar una candidatura.

