Laporta se saca de la manga otra ‘proposición indecente’ para el Ayuntamiento

En el colmo del disparate, el presidente del Barça quiere enviar un informe con las reformas realizables en el Spotify y que Collboni le dé la primera ocupación inmediatamente con el compromiso de realizarlas mientras se reabre

Joan Laporta i Jaume Collboni - Foto: Ajuntament de Barcelona

La surrealista reacción de Joan Laporta a la reprimenda -aunque amable y calculadamente amistosa- del Ayuntamiento de Barcelona porque Limak ha vuelto a meter la pata -y además de los retrasos no es capaz de ejecutar las obras del Spotify con arreglo a los planos aprobados y a la normativa sobre accesos y seguridad- es una muestra más de su grado de desesperación frente a la necesidad de aparentar ante LaLiga, la UEFA, el auditor y Goldman Sachs, que el nuevo estadio azulgrana ya está operativo, o casi. Que solo es cuestión de días que, con la licencia de primera ocupación, pueda reabrir para disputar los partidos de Liga y en cuestión de unos días más hasta los partidos de la Champions.

En otra de esas piruetas improvisada, desde la directiva azulgrana se ha filtrado la intención de pedir al Ayuntamiento que le otorgue la licencia de primera ocupación a cambio de un «compromiso de subsanación». O sea, que le concedan hoy mismo la licencia de primera ocupación con el compromiso de ajustar las instalaciones a las condiciones de seguridad que exige la normativa más adelante. La propia información, difundida en exclusiva por RAC1, no aclaraba si, en un calendario de reformas, el club le aseguraba a realizarlas antes de una determinada fecha, o si a Laporta le basta con que le den los permisos de cara a la galería, para cumplir con los acuerdos bilaterales con LaLiga, con el auditor y con Goldman Sachs, y se acomoda a no abrir las puertas del estadio hasta que Limak rectifique esa cadena de fallos constructivos detectados por los técnicos municipales.

Ambas alternativas incrementan el absurdo ridículo del tándem Laporta-Limak en el límite de una situación que, de todos modos, no garantiza la reapertura pronto y que solo parece tensar aún más la relación con el Ayuntamiento. La información de RAC1 aludía además a subsanaciones a ejecutar sobre una propuesta del club y no necesariamente a las expuestas por los Bomberos específicamente.

De hecho, al alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ni siquiera en RAC1, donde dio una entrevista en directo el jueves por la mañana, se atrevieron a preguntarle por esta propuesta aparentemente tan disparatada. Collboni, lejos de responder como tituló Mundo Deportivo en otro alarde de manipulación (“esperamos tener buenas noticias en breve”), dejó muy claro que no se atrevía a especular sobre ningún plazo. Lo que sí garantizó fue que «los funcionarios públicos del Ayuntamiento podrán trabajar con independencia y sin presiones».

En esta mano, Laporta se juega seguir teniendo el control de la tesorería del Barça o perderlo en favor de una intervención de Goldman Sachs, ese gigante financiero al que el presidente le lleva prometiendo, al igual que a los socios, que el Spotify está en perfectas condiciones de uso y explotación desde hace meses.

Como esa es otra de sus camamas, al presidente no le ha quedado otro remedio que forzar, desde hace meses también, esta campaña de acusación -y acoso- al Ayuntamiento de Barcelona por ponerle a trabas al Barça haciendo buena esa proclama laportista de «contra todo y contra todos».

Indudablemente, Laporta va ganando la batalla del relato con esa activación masiva, persistente y visceral de su aparato mediático con el foco puesto en el alcalde Jaume Collboni y su equipo de gobierno a cada retraso en la fecha de reapertura que el club avanza a los medios.

La confusión, por otra parte, también va en aumento debido a los mensajes defensivos (de su responsabilidad en la demora de las obras) y ofensivos (de culpabilidad sobre los políticos por la negación de los permisos) desde la propia directiva, pues en esta nueva proposición indecente al Ayuntamiento parece dar por hecho que los impedimentos arquitectónicos pendientes de solución van a requerir más tiempo, esfuerzo y costes que si fueran solo flecos.

El caos sigue dominando este forcejeo en el que Laporta ha convertido la recta final del regreso al Spotify, esta vez como si quisiera forzar otro no del Ayuntamiento con el que alimentar esa bolsa de excusas, lamentaciones y quejas que sigue esquivando Limak como quiere el presidente.

Igualmente, los problemas financieros catastróficos que aumentan cada día que pasa no se arreglan desde esa capacidad de Laporta para la agitación, que no para la gestión.

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