Laporta fracasa en otro intento de chantaje al Ajuntament por el Spotify

Pública y mediáticamente, el presidente y la junta han presionado como nunca a los políticos del consistorio que, una vez más, han denegado la apertura por problemas constructivos y de seguridad graves producto de la negligencia de Limak

A falta de los argumentos legales, burocráticos y arquitectónicos, Laportaya ha sacado la artillería pesada contra el Ajuntament para que le den la licencia de primera ocupación del Spotify por la vía rápida, por la vía política antes que por las credenciales técnicas de las varias y experimentadas voces que han de dar su plácet a los desaguisados de Limak, que es la principal finalidad de este gran teatro de operaciones puesto en marcha por el presidente del Barça para encubrir -por algo será- los defectos del trabajo de la constructora turca y sobre todo su retraso, tan evidente y al mismo tiempo tan soslayado.

Laporta se ha inspirado en las películas de gánsteres al estilo de las fiestas de Lamine Yamal que tanto le gustan y en las series del mismo género, donde toda la administración, la policía, la autoridad y la prensa son organizaciones corruptas y susceptibles de aceptar sobornos y presiones, para acelerar una reapertura que, si no llega pronto, hará saltar por los aires la precaria economía azulgrana, ahora ya de lleno en las fauces del monstruo Goldman Sachs y de sus superpoderes -los que le firmó Laporta– para intervenir la tesorería del FC Barcelona por lo que se refiere a la gestión y explotación del estadio.

Antes que a media tarde del histórico día del 23 de septiembre de 2025, víspera de la Mercè y, por tanto, del 68º aniversario de la inauguración del Camp Nou en 1957, el Ajuntament declarase finalmente que el Spotify de Laporta y de Limak no es seguro para albergar partidos con público, ni siquiera con una cuarta parte de su capacidad, Laporta le había preparado al gobierno de Jaume Collboni la encerrona del siglo para que no tuviera otra salida que conceder la primera ocupación por encima de los informes técnicos que lo desaconsejaban. Es decir, había preparado el mayor chantaje público y mediático jamás visto con tal de poder jugar el domingo en Les Corts contra la Real Sociedad.

En en el contexto de esta maniobra a la desesperda, Laporta ya había anunciado el regreso al estadio con la mitad del aforo para el 10 de agosto y, a partir de entonces, cada semana fue filtrando a su prensa que el estadio estaba a punto de abrirse. Primero contra el Valencia, después contra el Getafe, luego para la Champions contra el PSG -con la UEFA no han colado sus trucos y negligente tardanza de la constructora- y ahora, en plan ultimátum, contra la Real Sociedad en un domingo en el que el propio Ajuntament ya le advirtió que a causa del piromusical los accesos Montjuïc estaban limitados a un determinado horario.

Ayer martes por la mañana, con el escenario del partido en el aire y en el tejado del Ajuntament tras tres días de acoso por parte de todo el aparato propaganda y de comunicación laportista dirigido contra la clase política municipal y señalada ya sin matices desde el Barça como la única culpable de frenar la reapertura del estadio, el día amaneció con el fortísimo eco de un ataque directo del presidente en la tarde-noche del lunes desde París, antes de la gala del Balón de Oro.

«Estamos en manos del Ayuntamiento», dijo Laporta. “Dependerá -añadió- de lo que digan los responsables del Ayuntamiento. Nosotros hemos hecho el trabajo, tenemos el Certificado de Final de Obra, tenemos el certificado de control de la obra, tenemos el informe de bomberos, de medio ambiente… No lo digo yo, lo ha dicho LaLiga, lo ha dicho la UEFA. Estamos a la espera de recibir la licencia de primera ocupación. Sabemos que es un proceso, no queremos poner más presión de la necesaria, pero es cierto que ya llega un momento que creo que el retorno está muy cerca. Veremos qué dice el Ayuntamiento, pero nosotros estamos preparados para todo. Las subsanaciones que se pidieron las hemos ido haciendo. Esperemos que sea lo más pronto posible».

Un desafío directo acompañado de la filtración de fotos inmaculadas del interior del estadio, de visitas importantes y del anuncio de una convocatoria a la prensa para ayer martes al mediodía en la que se les iba a mostrar, y demostrar, a los periodistas que el Spotify está completamente a punto para su uso parcial.

Otras fuentes, con la boca pequeña, insisten en que el concepto CFO (Certificado de final de Obra) no es sólo un documento propio del Barça, sino que requiere el acompañamiento de otros visados como el del Col·legi d’Arquitectes que, según Catalunya Ràdio, ha comprobado que ciertas partes de la obra no se han ejecutado de acuerdo con el diseño formalizado en el proyecto y el plan de obra. Un problema gordo, como siempre en el universo laportista, a medio camino entre la mala fe y la torpeza.

En el otro lado, el Ajuntament no salió a replicar a Laporta de forma inmediata, pero sí se produjo, tras esa bomba mediática laportista, una regresión paulatina de los titulares en los medios, como queriendo restar dimensión y trascendencia a esas declaraciones a tiempo de evitar una guerra abierta entre club y consistorio. Sólo se filtró que el Ajuntament había fijado para primera hora de la tarde del martes una reunión técnica y que, posiblemente, la primera teniente de alcalde de la ciudad, Laia Bonet, daría alguna explicación a los medios tras su conclusión.

Laporta, no obstante, siguió con su propio guión despachándose ayer por la mañana en las radios, en directo, reiterando que “estamos en manos del Ajuntament” y que, para calentar esa reunión, “hoy esperamos que nos den la primera ocupación para poder jugar el domingo”, en un contexto de pulso entre gigantes, entre la obligación de cumplir con la normativa del Ajuntament y la vocación y el estilo laportista de saltarse la ley y el orden como es su modus operandi habitual.

Con la escopeta cargada y después de un mediodía marcado por la cantinela de los medios, repitiendo la idea de Laporta de que el estadio “está para jugar” tras el tour de los periodistas por los rincones más acabados del estadio, la vicepresidenta Elena Fort subió unos grados la temperatura incandescente de la tensa relación con declaraciones incomprensibles y preventivas: “Que no esté acabado no quiere decir que no sea seguro. El Spotify es el estadio más seguro de toda España”.

Momentáneamente portada de los portales digitales, sus ridículas formas y afirmaciones fueron borradas y sepultadas para siempre tras la comparecencia de la teniente de alcalde Laia Bonet, junto al jefe del Servicio de protección civil, prevención, extinción de incendios y salvamento, Sebastià Massagué, en la que anunciaron y detallaron graves problemas constructivos y errores en la documentación entregada por Laporta sobre el estado del Spotify. Los portavoces del Ajuntament confirmaron que, en efecto, los planos originales, los que se sellaron con la licencia de obras, no se corresponden con partes de la obra, algunas de ellas directamente vinculadas a la normativa en materia de seguridad y accesos. Motivos, pues, sobrados para denegar una licencia de primera ocupación que Laporta intentó obtener a gorrazos y casi por la fuerza en 24 horas de furia contra el equipo de gobierno municipal.

El Barça recogió cable, admitió que rectificará el estadio de acuerdo con las recomendaciones últimas del Ajuntament y que el Barça-Real Sociedad se disputará en Montjuïc. Otro episodio de vergüenza y comportamiento de chantaje y extorsión casi mafioso por parte de la junta azulgrana que, no obstante, le ha proporcionado a Laporta lo que quería, un ‘NO’ del Ajuntament de cara a justificarse ante LaLiga, el auditor, la UEFA y Goldman Sachs y, sobre todo, poner a salvo la imagen y el buen nombre de Limak. Otra patada hacia adelante camino del abismo financiero para el Barça. No para Laporta.

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