Las expectativas de una recuperación real y efectiva de las cuentas del Barça son, como el tiempo se encarga de demostrar, inversamente proporcionales a la persistencia de Joan Laporta en seguir actuando a su manera, con embustes, calentones, improvisación y trampas. LaLiga acaba de anunciar, para el Barça y el resto de los clubs, sin que esa información vaya a provocar ninguna demanda contra Javier Tebas por revelación de secretos, los límites del coste de plantilla. O sea, el fair play financiero, con una nueva caída a los infiernos del margen salarial del Barça de Laporta de 112,3 millones en relación con los 463,6 millones (351,3 millones es el margen real) que fugazmente presentó en febrero pasado gracias a una auditoria de todo a cien y al confuso negocio de los asientos VIP.
En abril, cuando Laporta volvió a ponerse en manos de un auditor normal -o serio, por decirlo de un modo más coloquial-, lo primero que hizo fue eliminar de los ingresos una operación contablemente fraudulenta con la que Laporta había tratado de engatusar a la patronal para justificar la inscripción de Dani Olmo, que si hoy aún juega es por capricho de la Moncloa y del propio Florentino Pérez. Lo que quiere decir que Laporta les vendió a dos empresas árabes (Catar y Emiratos) 475 asientos VIP por 30 años a cambio de 100 millones, que la hora de la verdad no han servido de nada a efectos de mejorar las posibilidades de la plantilla de Hansi Flick por la vía de los fichajes e inscripción ordinaria.
El refuerzo principal de la temporada, Joan Garcia, juega porque se lesionó Ter Stegen. El resto, incluidas mejoras de contrato, gracias a dividendos residuales -aunque excepcionalmente lucrativos- de la Masía de Josep Maria Bartomeu, a ampliaciones de los contratos como las de Koundé o Iñaki Peña, cesiones esperpénticas como la de Ansu Fati y bajas inexplicables tipo Íñigo Martínez a favor de los intereses personales del presidente en Arabia Saudita, y no de las necesidades y la voluntad de Hansi Flick. Sin mediar ningún acuerdo escrito, Laporta regaló a Iñigo Martínez porque le debía favores de otros mercados en los que se había avenido a firmar temporada a temporada para aliviar el margen salarial.
Cada jugador inscrito desde hace años se ha convertido en un drama para los estados financieros de Laporta, agravados esta temporada incomprensiblemente, pues en los presupuestos del ejercicio 2024-25 se habían inyectado nuevos patrocinios y, sobre todo, el impacto teóricamente positivo -al menos para Darren Dein- de la mejora del acuerdo con Nike.
Ni esa teórica buena noticia ni los asientos VIP le han proporcionado a Laporta margen salarial, como LaLiga ha ratificado ahora, de 351,3 millones, nada menos que 409,9 millones menos que el Real Madrid, que dispone de 761,2 millones. Es decir, excedido en positivo sobre su coste real de las plantillas de fútbol y de baloncesto. Laporta, por el contrario, sigue excedido en negativo de por lo menos 158,7 millones, tomando como referencia los 510 millones presupuestados para esta temporada.
Laporta ya ha advertido que los gastos han sido también superiores a los aprobados en asamblea y bajo el estricto control de LaLiga. El dato preocupante que ahora mismo amenaza la contabilidad azulgrana es el temor a que Laporta hubiera contado con esos 100 millones extra de los asientos VIP para cuadrar los números del ejercicio, además de los 12 millones aportados con avales personales para poder formalizar las inscripciones pendientes.
Causa una extrema preocupación que la operación de los asientos VIP se hubiera concebido no como un refuerzo para el fair play financiero, sino como una necesidad perentoria y obligada para cubrir gastos que debían pagarse con esa vuelta al Spotify que aún hoy, arrancada la nueva temporada, no es posible.
Las voces como las de Marc Ciria pronosticando la venta del 49% de BLM como solución de emergencia antes de la asamblea suenan creíbles y terriblemente alarmantes en un contexto de finanzas al borde del colapso y de la intervención parcial de las cuentas por parte de Goldman Sachs, que a finales de diciembre ha de cobrar los primeros 44 millones de intereses, no de capital, y eso gracias a una refinanciación de las primeras cuotas que se han retrasado -a cambio de 100 millones más de coste financiero- a partir de 2030, cuando Laporta ya no sea presidente.
Los socios laportistas, sobre todo su elenco de palmeros y ese entorno mediático que impone una desviada imagen de la realidad económica, serán igual de cómplices y de culpables de lo que pueda ocurrir si le siguen creyendo y comprando mentiras como la de «ya estamos operando con la regla 1:1», que el presidente anunció en junio pasado. Queda muy claro que no decía la verdad: solo lo que los socios del Senado azulgrana querían escuchar.