En el polígono industrial Catalunya Sud, junto a Tortosa, la fábrica de paneles de madera Kronospan se ha convertido en el centro de un conflicto ambiental y vecinal. Desde hace meses, residentes de varias urbanizaciones próximas denuncian emisiones de humo visibles, olores persistentes de cola y ruidos constantes que, según afirman, hacen difícil incluso salir de casa o abrir ventanas.
La respuesta ciudadana se ha organizado con concentraciones ante el Ayuntamiento de Tortosa cada primer viernes de mes. Los convocantes exigen controles ambientales más estrictos y transparentes, así como la instalación de sistemas de filtrado más eficientes en la planta. Denuncian que las molestias no se limitan a episodios puntuales, sino que se repiten de día y de noche, afectando al descanso y a la calidad de vida.
Las posiciones de la empresa y el Ayuntamiento
Kronospan asegura que cumple con la normativa ambiental vigente y que ha hecho inversiones recientes para reducir emisiones y mejorar su impacto. El Ayuntamiento, por su parte, afirma que sigue de cerca la situación y que ha pedido informes técnicos para evaluar el cumplimiento de los límites legales. No obstante, las entidades vecinales consideran que las medidas son insuficientes y que la proximidad de la planta a zonas residenciales hace inevitable el conflicto.
La fábrica forma parte de un eje industrial que, con el polígono Catalunya Sud como núcleo, busca atraer inversión y generar empleo al territorio. El proyecto incluye ampliaciones y nuevas empresas, lo que preocupa a los colectivos ecologistas por el efecto acumulativo sobre el aire, el agua y el suelo. Según Gepec-EdC, la planificación urbanística no ha tenido suficiente en cuenta la protección de las zonas habitadas ni de los espacios naturales próximos.
Salud y calidad de vida en el centro del debate
El fondo del conflicto es la percepción de que el crecimiento industrial se está produciendo a costa de la salud pública. Los vecinos aseguran haber sufrido irritaciones oculares, dolor de cabeza y molestias respiratorias, coincidiendo con periodos de alta actividad en la planta. El Departamento de Salud ha indicado que no tiene constancia de casos clínicos vinculados directamente a las emisiones, pero ha abierto la puerta a hacer un seguimiento si se dispone de datos más concretos.
Tortosa se encuentra ante un dilema recurrente: cómo conjugar la necesidad de actividad económica con la protección ambiental y la salud de sus habitantes. El conflicto con Kronospan es un ejemplo de cómo, sin consenso ni medidas efectivas, la convivencia entre industria y vecindario puede convertirse en una fuente constante de tensión.