Laporta ya tiene al Ayuntamiento en el punto de mira del regreso al Camp Nou

Como quería, consciente de que Limak no cumpliría con los plazos de obra pactados, deja ahora en manos de Collboni todo el peso de negarle o no los permisos a tiempo y de empujar al Barça a otra catástrofe financiera provocada por el propio presidente

Las obras del nuevo Camp Nou - Foto: FC Barcelona

Desde el punto de vista de la veracidad de las informaciones sobre la actualidad del FC Barcelona, RAC1 ha acreditado un porcentaje muy elevado de credibilidad, más allá de que sus periodistas, cargos y opinadores pertenezcan a la nómina ideológica del laportismo y el tono de sus programas mantengan una posición de defensa y protección de los intereses de la presidencia por encima de los intereses del Barça y de su gente.

RAC1, la voz del Grupo Godó que ha conquistado a la audiencia de Cataluña y ha batido récords en los últimos estudios del EGM, solo estaría hoy por debajo de Mundo Deportivo en el ranking de la devoción laportista dentro de esta corporación de medios en la que La Vanguardia no muestra desde hace meses el menor entusiasmo por el descalabro de la gestión de la junta, en una proporción inversamente proporcional al merecido respeto, apoyo y admiración que se ha ganado a pulso el primer equipo.

En este escenario fue curioso el seguimiento de una noticia de RAC1 del martes por la mañana, a las 11:00, sobre el «nuevo contratiempo para reabrir el Camp Nou: el Barça admite deficiencias en las obras que comprometen la seguridad». Detrás de este titular adelantado por la radio de moda, se explicaba que «el club intentará renegociar con el Ayuntamiento para entregar el certificado de obra más tarde, pero mantiene el regreso al Spotify para el primer partido de Liga contra el Valencia, el próximo día 14 de septiembre».

«El Barça constata que todavía hay deficiencias en la primera fase del Camp Nou. Las zonas de Tribuna y Gol Sur presentan carencias que comprometen la seguridad, y también faltan mejoras en otras áreas del estadio necesarias para acoger un partido profesional, como ya se comentó la semana pasada. Por ello, el club ha asumido que este martes no tendrá el certificado final de obra y prevé negociar una nueva fecha». De acuerdo con esta información, el certificado final de obra no llegaría hasta fin de mes.

Por la naturaleza realmente alarmista del contenido y por el aval del medio, la posibilidad de que el Barça no pueda cumplir con los plazos acordados con el Ayuntamiento para la reapertura mínima y parcial del Spotify Camp Nou a tiempo debería haber tenido un impacto mucho mayor del que realmente obtuvo en una primera reacción del resto de la prensa, que fue de cautela y de intentar confirmar algunos de los detalles más preocupantes de este enésimo retraso en la obra de Limak que ahora amenaza con estropear otra vez el regreso a Les Corts.

Al límite de lo imposible

Así, Mundo Deportivo no recogió la noticia hasta bastante más tarde, con reservas, matices y con un enfoque conservador, destacando que desde el club no se ha planteado un cambio de calendario ni alternativas. La Vanguardia todavía tardó más en publicar en su edición digital lo que adelantaba RAC1, además de añadir también la previsión, por parte de la directiva, de retomar con Barcelona Serveis Municipals (BSM) una eventual maniobra de retorno a Montjuïc para salir del paso.

Las mismas fuentes apuntan, por otra parte, que esta solución resulta tanto o más complicada, ya que además de la celebración de un concierto en el Lluís Companys dos días antes del primer partido de Liga en casa, la colocación del césped supone un hándicap casi insuperable a menos que se adopten decisiones pronto y con carácter urgente.

Según otras informaciones, Limak no podría extender las certificaciones de final de obra hasta fin de mes, de manera que se demoraría peligrosamente el trámite de la primera ocupación y de los informes pertinentes de los expertos municipales en materia de uso y seguridad.

Al límite de lo imposible. Esta sería la situación ahora mismo si el Ayuntamiento, otra vez, acaba sometiéndose a la presión forzada expresamente por Joan Laporta de verse en la tesitura de negarle al Barça la posibilidad de estrenar el Camp Nou en unos veinte días y, de hecho, de arruinarle la temporada.

De reabrir el estadio a tiempo dependen millones de ingresos en taquilla, de la explotación de las zonas VIP pactadas con Goldman Sachs, de la luz verde del auditor a los 100 millones de New Era Visionary Group y de un aprobado social, al menos, al hecho de haber cumplido por una vez con la promesa de poner fin al exilio de Montjuïc.

Nada que Laporta no supiera de sobras conociendo las dificultades de Limak para recuperar el tiempo perdido por sus limitaciones y complicaciones. Se trata de poner finalmente al Ayuntamiento -y no a Limak ni a la misma negligencia e incapacidad de la presidencia, los verdaderos culpables de haber llegado a este punto de no retorno- en el centro del foco para que, si pasa lo peor, el Ayuntamiento sea el malo de la película. La especialidad de Laporta, buscar a terceros culpables a los graves problemas derivados de sus caprichos e improvisación.

¿No sería Limak la única responsable de que hoy no se pueda firmar la certificación de un final de obra a la carta, parcial, limitado y muy condescendiente por parte del Ayuntamiento, que ya se ha plegado a fragmentar el proyecto mirando hacia otro lado? Por descontado que sí y, además, la constructora, obligada a pagar un millón diario de penalización de demora, según la versión de Laporta.

Pues no, los platos rotos los pagará el alcalde socialista Jaume Collboni en caso de que el Camp Nou no reabra para jugar la Liga ante el Valencia a mediados de septiembre.

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