La directiva de Joan Laporta tuvo que interrumpir precipitadamente las vacaciones para presentar un aval personal de 7 millones por si, como todo parece indicar, el Barça no está dentro de la regla 1:1 del fair play para poder hacer las inscripciones de los jugadores necesarios para configurar la plantilla de Hansi Flick, tanto de los nuevos, como Joan Garcia, Marcus Rashford y Roony Bardghji, como de los actualizados Tek Szczesny, Gerard Martín y Marc Bernal.
De fondo, las explicaciones que el club ha filtrado a la prensa sugieren que esos 7 millones son el desequilibrio producido por el gasto imprevisto de las secciones deportivas (Femenino, Baloncesto, Hockey Patines, Balonmano y Fútbol Sala) a lo largo del ejercicio pasado.
Como había que esperar, los expertos en la materia han salido a discrepar y desmentir que el aval exigido por LaLiga para las inscripciones pendientes del primer equipo de fútbol se corresponda con esta explicación tan peregrina, ya que resulta evidente, por presupuesto, falta de refuerzos, huidas, bajas por traspasos y por los resultados, que las secciones son las que más recortes y limitaciones han sufrido en el último año., aunque el Femenino ha ingresado por encima de la previsión y el Baloncesto ha registrado el mejor nivel de asistencia de los últimos años.
Entre líneas, porque Laporta sólo explica el cuento que le interesa y nunca la verdad, el aval parece destinado exclusivamente a compensar el diferencial del ahorro salarial y beneficios por ventas del verano en caso de no poder ejecutarlo bajo la regla 1:1 y tener que practicarlo como club con el fair play excedido, ajuste que, como es sabido, depende del truco de las localidades VIP, es decir, de las obras de Limak y de los tecnicismos del Ayuntamiento en la concesión del primer empleo parcial.
Lo que ha hecho Laporta es, nuevamente, lanzar un dardo a las secciones del club para que esa sensación de que son una carga para el fútbol algún día sirva para cerrarlas o enviarlas lejos del Palau y así ahorrarse su construcción.
