No a las necroteocracias de hoy

Bluesky

La expresión «necroteocracia» no es un término habitual en ciencia política o en Historia. Es una combinación de «necro» (prefijo que indica muerte o cadáver) y «teocracia» (sistema de gobierno en el que la autoridad religiosa tiene el poder político). El régimen de Jamenei en Irán es una necroteocracia disfrazada de república islámica. El actual régimen de Trump en Estados Unidos es una necroteocracia, en el que “el dinero” es el Dios al que todo debe sacrificarse y se disfrazada de república secular. El régimen de Netanyahu en Israel es una necroteocracia en la que “Dios” es el poder político y militar bajo el disfraz de una república judía). Lo mismo podíamos decir de la Rusia actual, que bajo el mandato de Putin,  “Dios” es el poder político y militar. En los cuatro casos, miles de muertos, heridos, encarcelados o deportados por no hablar del hambre, enfermedades y todo tipo de sufrimientos físicos y psíquicos de niños, mujeres y adultos se sacrifican cada día a sus respectivas necroteocracias.

¿En nombre de qué Dios se han perpetrado todas estas barbaridades? ¿en nombre de qué Libertad o Justicia se pueden justificar todas estas atrocidades? ¿Qué imperio o nación pueden asentarse en esa vorágine de muerte, dolor y crueldad? ¿A quién ha hecho más libre una bomba iraní, norteamericana, rusa o israelí? La retórica detrás de las necroteocracias quiere hacernos creer que sus bombas se han lanzado en solidaridad con el pueblo iraní, israelí, norteamericano o ruso.

En el famoso cuadro de CaravaggioEl Sacrificio de Isaac, de 400 años de antigüedad, puede comprenderse que el “casi” sacrificio de Abraham es una parábola sobre la creencia que va más allá de la mera moralidad, una fe ciega que insiste en algo más que la adhesión a unos principios éticos. Abraham no pudo entender por qué Dios le pedía que sacrificara a su hijo, como tampoco el pobre Isaac. Sin embargo, aunque ninguno de los dos entiende por qué, Abraham vuelve el cuchillo contra su propio hijo. No necesita que Isaac lo perdone. Aún no sabe ni sospecha que Dios salvará a Isaac y lo reemplazará por un carnero.

La de Abraham es una creencia que va más allá de lo que se puede ver o imaginar. Se ha rendido por completo a la fe y esa fe significa creer más allá del propio horror y la propia ética. Ese tipo de fe o creencias, son las que impiden una Palestina libre, un Irán igualitario, un Israel que quiere vivir en paz con sus vecinos, unos Estados Unidos totalmente despojados de capitalismos extractivos y anti-ecológicos, que nunca han existido desde que la nación fue concebida con la sangre del genocidio indígena y la esclavitud.

No creo en zarzas ardientes ni en trompetas de los ángeles.  Pero sí tengo fe en algún tipo de poder que respete y haga respetar la libertad de las personas para pensar y practicar las creencias y valores que respetan a los humanos y a la Naturaleza. En estos días angustiosos en los que las armas, la violencia y crueldad nos agobian y desazonan, solo veo un camino: no consentir con ninguna necroteocracia, ni con ninguna de sus variopintas manifestaciones. Debemos pensar críticamente y exigir responsabilidades a gobernantes, partidos y políticos. Debemos protestar y denunciar y pedir a nuestras familias, colegas, amigos, conocidos y desconocidos que se opongan a las intervenciones militares de las necroteocracias.

El pasado, lamentablemente no lo podemos cambiar. Pero aún tenemos tiempo para alejarnos de un futuro que insiste en aniquilar a la humanidad y a los humanos.

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