Sin noticias del auditor, tampoco, en la semana límite de las inscripciones

Pese a los cuentos financieros de Laporta, que lleva años con el 'fair play' excedido y trapicheando a base de embustes, el truco de fichar sin margen salarial no le pasa factura a nivel social

El presidente del Barça, Joan Laporta, en rueda de prensa

No deja de ser contradictorio, inquietante y confuso que, a una semana exacta del inicio de la Liga 2025-26, el propio presidente del Barça, Joan Laporta, afirmase, tras el Gamper, que si para el debut del equipo en Mallorca no están inscritos los nuevos fichajes, «tenemos margen todavía para hacerlo más adelante. Lo que sí tenemos más definido es el alta de Joan Garcia si LaLiga da por bueno el informe médico de Ter Stegen«.

Por lo tanto, lo más probable es que con el 50% de la masa salarial del portero alemán, previa aceptación de LaLiga de la baja de larga duración entre hoy y mañana a más tardar, sí que pueda tener licencia finalmente el portero titular, mientras que tanto Szczęsny como Rashford no tengan otra alternativa que esperar a que alguno de los cuentos de Laporta se haga realidad.

El presidente que hace dos meses afirmó, siendo mentira, que el FC Barcelona estaba en la regla 1:1, ha acabado admitiendo la misma cruda realidad de hace dos meses, de hace dos años e, incluso, de hace tres, durante los cuales, por su gestión negligente, ha cronificado el margen salarial excedido en abierta contradicción con su compulsiva obsesión por fichar.

En LaLiga, el Barça de Laporta solo tenía registrados oficialmente a 18 futbolistas de un total de 25 plazas disponibles al principio de esta semana límite, a la espera de que los tres fichajes de este verano puedan encontrar acomodo y de tramitar el alta de un par de jugadores del Barça Atlético que, por edad y circunstancias, también tienen que dar el salto definitivo al vestuario con su propio dorsal entre los 25 y su licencia del primer equipo con todos los honores.

Si hay que hacer caso al relato presidencial, estadísticamente mentiroso en un porcentaje muy elevado, y a los titulares de la prensa, bajo el control del aparato de comunicación de la junta, el Barça ya estaría en la regla 1:1 desde hace semanas. Limak ya ha terminado y cubierto a salvo de las inclemencias del tiempo y de las obras, también hace tiempo, los 475 asientos VIP de esta operación aún fantasma de los 100 millones con los que, para el Gamper que se tenía que haber jugado en el Spotify Camp Nou, el alta de los fichajes sólo estaría pendiente de generar el fair play adicional con las bajas (Íñigo Martínez la más inesperada) y las ventas.

Ninguna de las presuntas soluciones se han materializado como se habían anunciado. En la misma línea que desde el año pasado, Laporta lleva más de doce meses dando por solucionados los graves problemas financieros que arrastra.

Los palmeros de la presidencia en forma de periodismo tradicional y de este ejército de laportistas que inundan las redes en los diferentes canales del neobarcelonismo digital llevan días previendo a la opinión pública que el informe inminente del auditor, Crowe, llegará a tiempo de validar los 100 millones.

Las noticias al respecto, sin embargo, apuntan a un retraso directamente vinculado al final de obra de Limak –siempre parcial en virtud de este sospechoso troceado que, de repente, el Ayuntamiento de Barcelona se ha avenido a aceptar, igual que un pulpo como animal de compañía– y a la licencia de primera ocupación que realmente pueda acreditar verdaderamente el uso y explotación real de los asientos VIP que tanto han seducido al capital árabe.

Antes de que esta tramitación pueda ser ejecutada, el auditor no podría adelantarle a Laporta este visto bueno por más que se inventara una homologación absurda y ridícula de los asientos más cercanos al terreno de juego del Johan Cruyff para el Gamper. Invocar al auditor en vano es un recurso que las filtraciones, desde la directiva, utilizan desde hace meses para calmar al barcelonismo a través de informaciones con un fondo de media verdad y un porcentaje de imaginación y de fantasía cada vez mayor.

La realidad y el paso del tiempo se empeñan en desmontar todos y cada uno de esos cuentos que Laporta necesita hilar de cara al propio auditor, la coartada para asegurarse de que LaLiga y Goldman Sachs también se lo crean. Es un truco que, aunque gastado, a Laporta no le deja de ser útil de cara a la galería.

Tanto es así que, cuando el propio presidente dice que hay margen para las inscripciones después de que empiece la Liga, nadie pone el grito en el cielo. Como si una catástrofe y una conducta negligente y tan temeraria fuera algo normal. Y no lo es.

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