Laporta parece desesperado intentando abrirle expediente a Ter Stegen

El presidente puede desarmarlo con una maniobra tan sencilla como inscribir a Joan Garcia y así reducir completamente su estrategia de presión, tras negarse a firmar el informe médico del club sobre sus plazos de recuperación

Joan Laporta y Ter Stegen firmando la renovación del portero alemán hasta 2028 (Foto: FCB)

La primera ley de la termodinámica azulgrana afirma que cualquier gestión, decisión y maniobra del presidente Joan Laporta -personaje sin igual por su proverbial inclinación a la negligencia y al despropósito- tiende a complicarse y a convertirse, más tarde o más temprano, en un problema exponencialmente más difícil y de peor solución que el original.

El caso de Marc-André ter Stegen es paradigmático de esta tendencia del laportismo, inevitable, a tropezar una y otra vez con el mismo error de improvisación y de reacciones compulsivas, como fue, en su momento, fichar a Joan Garcia dando por hecho que, ante el anuncio de su llegada como titular al equipo de Hansi Flick, Ter Stegen respondería con una salida elegante en forma de traspaso, es decir, de beneficios que se añadirían al ahorro del salario de las tres temporadas que le quedan.

Aunque Laporta pensó que no le quedaba otra alternativa si quería aprovechar la oportunidad de su vida de jugar el Mundial 2026 como portero de la selección alemana, aquel sueño tan largamente perseguido, a la hora de la verdad, el portero alemán nunca se había planteado este supuesto colaboracionismo. Menos aún después de que la propia directiva y los medios a su servicio celebrasen anticipadamente y con un entusiasmo poco disimulado su lesión de espalda y la necesidad de una intervención quirúrgica que abría las puertas a la inscripción de los dos porteros elegidos, Joan Garcia y Wojciech Szczesny, por el camino del 50% u 80% de la ficha de Ter Stegen, en caso de un tiempo de recuperación superior a los cuatro meses.

En esta perversa dialéctica, Laporta ha conseguido que Ter Stegen, ni más ni menos que el primer capitán del equipo, sea criminalizado hoy por su falta de barcelonismo y solidaridad al negarse a firmar el parte médico del club para que LaLiga acepte y ratifique el alta más allá de los cuatro meses. La negativa supone una dificultad imprevista a la hora de acreditar esta baja ante el tribunal médico de LaLiga y, en consecuencia, la imposibilidad de inscribir a los porteros realmente útiles de cara a la liga.

El debate en los foros barcelonistas y en los medios mayoritariamente oficialistas señala al portero como el gran culpable de esta situación, de que las licencias de Joan Garcia y Wojciech Szczesny estén en el aire a poco más de una semana por el enroque de Ter Stegen, primero por no aceptar un traspaso y, segundo, por no facilitar que LaLiga decrete una baja de más de cuatro meses a tiempo de aprovechar el reglamento del fair play con el equivalente a una parte de su ficha.

Pero, ¿lo es realmente? ¿Ter Stegen es quién ha orquestado cómo perjudicar al máximo a su club aprovechando las circunstancias? Son preguntas complejas en un entorno de la actualidad azulgrana demasiado manipulada como para dar una respuesta sin matices.

Castigo a Ter Stegen

Es evidente que Ter Stegen actuó de manera grosera, insensible y con maneras de mal compañero a finales de la temporada pasada, cuando puso toda la presión posible a Szczesny y a Flick para reaparecer en una probable final de Champions y, como era su principal objetivo, demostrar al seleccionador alemán que estaba a punto para la Nations League.

Nada nuevo bajo el sol, ya que el portero alemán ha dado, a lo largo de su carrera, bastantes pruebas de su egoísmo y de su soberbia, no sólo echando a Claudio Bravo, que en solo dos temporadas ganó los mismos Zamora que Ter Stegen en once, sino con aquellas destacadas ausencias en los partidos clave de la Champions donde ha sido reiteradamente goleado cuando más necesitaba el equipo a un portero salvador al estilo Iker Casillas o Courtois.

Ahora bien, en ningún caso se le puede acusar ni culpar de agudos problemas financieros y del fair play de Laporta, especialmente absurdos y delirantes este verano, fichando a Joan Garcia y declarando al mundo que el Barça estaba en la regla 1:1. Si el presidente hubiera hecho los deberes todos estos años en los que se ha dedicado a engañar a todo el mundo con las cuentas y con palancas fantasma, habría pagado la cláusula de Joan Garcia y lo habría inscrito, como hacen el resto de clubes que no son el Barça, que, por cierto, todavía no ha podido resolver el alta de Dani Olmo.

De esta realidad patética y demostrativa de las penurias y precariedad de la gestión de Laporta, el único responsable es Joan Laporta, incluida la última renovación de contrato de Ter Stegen firmada por él mismo el 25 de agosto de 2023, extendiendo su vínculo con el club hasta el 30 de junio de 2028 con una cláusula de rescisión de 500 millones. Por tanto, cuando tomó la decisión de reforzarse con Joan Garcia, conocía las circunstancias concurrentes y las consecuencias de una operación con un claro trasfondo de castigo contra Ter Stegen.

Muy diferente habría sido actuar con otra lógica ya que, si el presidente, Deco y el entrenador consideran que Szczesny tiene más futuro en el Barça que Ter Stegen, se explica el calentón del alemán y haber desenterrado el hacha de guerra. Dejando a Ter Stegen de segundo, obligándolo a disputar la titularidad a Joan Garcia, seguramente el alemán no se habría sentido como lo que es, víctima del bullying laportista.

Y si es verdad que Laporta dispone de otros medios y soluciones para inscribir a Joan Garcia, acabar con este conflicto es muy fácil: basta con obtener la licencia de Joan Garcia para desarmar completamente al portero alemán. En cambio, que le quieran abrir un expediente disciplinario para obligarle a pasar por el aro parece más bien un gesto desesperado porque, en el fondo, quien no tiene salidas para recuperar el fair play es Laporta.

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