Hace unos tres meses escribí algunas reflexiones sobre el drama de Gaza. De nuevo me encuentro impulsado a hacerlo desde la indignación más honda y la impotencia más brutal. Soy consciente de que no podré alterar el rumbo de unos actos tan execrables, pero algo hay que hacer. Aquellos que lean esto, como yo, sólo disponemos de la palabra dicha o escrita.
Se dirá que es necesario pasar de las palabras a los hechos. Y sí, en nuestra capacidad de acción la suma de palabras pueden acabar siendo hechos que cambien, o ayuden, a cambiar hechos. Estos últimos días observamos que algo parece estar cambiando en la actitud de la UE, de los miembros de la ONU y quiero creer que también en el comportamiento enfermizo, impostado, teatral y soberbio de Trump.
Se han cumplido 22 años de la invasión de Irak patrocinada por EE.UU y apoyada por el gobierno español con Aznar con los pies sobre la mesa junto al presidente Bush. El presidente Aznar debería creer quién sabe qué. Aquella guerra provocó que la gente saliera de forma indignada y clamorosa a la calle en contra de la acción bélica gratuita y fundamentada en una mentira. Las manifestaciones fueron multitudinarias y las cifras publicadas hablaron de millones de personas en Roma, Madrid, Barcelona, Berlín, Sevilla, Nueva York… La opinión pública equilibraba el poder de las potencias bélicas. Muchas palabras dichas por muchísimas personas indignadas hicieron saber su desacuerdo con los actos de sus supuestos líderes políticos e influyeron en la toma de decisiones. Ni la invasión y anexión de Crimea en 2014 por parte de Rusia, ni la presente invasión de Ucrania, ni el genocidio de Gaza nos ha sacado a las calles como en el año 2003. En 22 años han cambiado los sistemas transmisión de información, de creación de opinión y de formación de criterios propios, entre otras cosas.
La indiferencia popular ante atrocidades y agresiones a las personas y la normalización de estas conductas han tenido como consecuencia grandes dramas humanos de los que la mayoría nos avergonzamos y no entendemos cómo han podido producirse. Las imágenes que contemplamos ahora de Gaza ya fueron descritas en la Trilogía de Auschwitz de Primo Levi que sufrió aquellas atrocidades en primera persona.
Otro libro que ahora me viene a la memoria sobre la actitud de la gente normal y culta frente a los preparativos de dramas humanos es Los Amnésicos de Géraldine Schwarz. Narra la historia de su familia originaria de la ciudad alemana de Mannheim en los años anteriores al inicio de la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias de sus actos ante la aceptación oportunista de las políticas de Hitler. En una parte del libro, después de describir las decisiones de Hitler cancelando derechos conquistados y de cómo actuaba ante determinados colectivos, la autora dice: “La clase obrera no se rebeló. Después de la pesadilla de la crisis económica, sin duda aspiraba a la comodidad material y la armonía social. Era tanto más fácil renunciar a la lucha contra la burguesía cuanto que Hitler designaba a otros como responsables de sus males: la democracia y los judíos. Los socialdemócratas y los comunistas en el exilio constataron con estupor la adhesión creciente de los obreros al nuevo régimen…”.
¿Verdad que nos resuenan estas palabras en el contexto actual? Existe el peligro de que la historia se repita o quizás ya se está repitiendo mientras nos colocamos de perfil y nos preocupamos por domésticas tonterías políticas.
En el resto del mundo hay otras Ucranias y Gazas que ya no salen en los papeles, ya no se les presta atención pero no han dejado de estar allí. Una de las más impresionantes es la situación en Afganistán de donde el denominado mundo occidental salió poniendo pies en polvorosa. El país en el que más maltratadas son las mujeres. ¿Qué piensa y hace la UE sobre esto…. y nosotros? ¿Y recordamos la guerra civil en Sudán, la crisis del Sahel, la de los Grandes Lagos, República Democrática del Congo, Yemen, Siria, Pakistán y Myanmar y otros conflictos que de forma incorrecta podríamos denominar de baja intensidad?
No quisiera que otro Primo Levi escriba sobre el infierno vivido. Bien, de hecho el material para escribir la nueva versión ya lo tenemos en las imágenes que nos llegan de Gaza y aquellas otras que no nos llegan de donde sea. No quisiera que nuestra generación fuera protagonista de otro libro como Los Amnésicos. Parece que hacemos esfuerzos por olvidar y mirar hacia otro lado cuando no nos gusta lo que vemos o no sabemos qué hacer.
Pasemos, como sea de las palabras a los hechos. Es necesario movilizarnos y hacernos sentir pero la gente normal necesita de la actuación decidida de los representantes políticos y la colaboración activa de los medios de comunicación democráticos y responsables.








1 comentario en «Nuestro genocidio»
Creo que todos estaremos de acuerdo ante las imágenes horribles que los medios de comunicación estatales nos arrojan hora tras hora no se puede ser insensible, pero deberíamos contemplar el significado de las palabras de nuestra Villa lengua española y en particular, la definición de genocidio que no se corresponde en nada, digo bien en nada a lo que está pasando en casa Sin embargo, ese término tan específico si se puede aplicar por ejemplo a Sudán o a Siria cuando hace apenas semanas intentaron exterminar a los rusos y a los pocos cristianos que quedan, pero claro, la opinión pública progresista olvida voluntariamente las reales víctimas de genocidio, como son los rusos, los cristianos en los países musulmanes en muchos de ellos y sobre todo Los africanos porque como son de otro color de piel con más melanina eso no le importa a nadie, sobre todo a nuestros progresistas, que se hartan de darnos lecciones de moral mirando para otro lado he dicho