Los medios celebran exageradamente y como una hazaña cada euro de Laporta

La realidad es que su media real de ingresos de las tres últimas temporadas ha sido de 723 millones (al nivel de 2016-17) y que los problemas financieros siguen complicando seriamente la inscripción de jugadores

Joan Laporta

El fenómeno que se reproduce en los medios marcadamente laportistas —diarios, radios, televisiones y canales digitales de gran consumo— es la celebración entusiasta de cada euro que la administración de Joan Laporta es capaz de sumar a la caja como si fuera una proeza sin precedentes en la historia del club. Los titulares como «otra palanca de Laporta», «Laporta encuentra una nueva fuente de financiación» u «otra operación de Laporta que deja una fortuna en el Barça» se publican casi diariamente por cualquier cosa, sea porque un jugador de la Masia —herencia de Josep Maria Bartomeu— deja en la caja 10 millones como Marc Guiu u 800.000 euros si se trata de un futbolista menos conocido.

La sensación que transmiten los medios en general es que gracias al presidente la lluvia de millones es constante y diaria, confirmando así las previsiones de la propia directiva y de Laporta en el sentido de que el club estará pronto en la regla 1:1 y fichando lo que quiera.

La realidad es muy diferente, como, por otra parte, es evidente, ya que no se ha inscrito ninguno de los fichajes de los dos últimos veranos (Dani Olmo, Pau Víctor, Joan Garcia y Wojciech Szczęsny) según los requisitos exigidos por LaLiga y la RFEF en virtud de la normativa de control económico.

Tal es la distancia entre el teatro financiero que proyectan los palmeros del laportismo y la dura realidad de las cuentas que, para llegar a la regla 1:1, Laporta necesita el milagro de los asientos VIP para alcanzar este nivel y, a partir de ahí, hacer operaciones que permitan tramitar las licencias pendientes.

El retraso del Gamper, que a su vez retrasa esta palanca, hace que ahora mismo todas las esperanzas de conseguir la licencia de Joan Garcia pasen para que un tribunal médico de LaLiga determine que la baja de Ter Stegen es de larga duración, objetivo que, en caso de alcanzarse, la prensa contará como otra gesta del presidente y no como lo que es, otro patético y dramático ridículo como el del año pasado con Dani Olmo, solo provisional y sujeto que al cabo de cuatro meses se pueda resolver el problema de fondo del fair play.

A Laporta se le acumulan las complicaciones financieras por estas ataduras hacia adelante de las palancas fantasma que ahora se le giran en contra. Así, la media de ingresos reales de las tres últimas temporadas es de 723 millones, ya que sólo han sido efectivos 500 millones de los 1.000 millones teóricamente aportados por Barça Studios y por la venta de los derechos de TV de la Liga por veinticinco años.

Si hay un cierto equilibrio entre ingresos y gastos, al margen de estas operaciones extra que lo desvirtúan todo, es porque LaLiga le hace a Laporta un marcaje estrecho en cuanto al gasto en secciones, sobre todo y en el fair play del fútbol. Lo que no puede controlar es el enorme volumen de costes operativos, que se disparan, y el deterioro contable de las sociedades imaginadas por Laporta que, falsamente, produjeron beneficios en las temporadas 2021-22 y 2022-23.

Esta media de ingresos de 723 millones está al nivel de la temporada 2016-17 y muy por debajo del récord de 990 millones de la 2018-19, aún no igualada por Laporta que, en el fondo, solo ha suscrito contratos de patrocinio —confidenciales y secretos en cuanto a cifras— con mucho ruido y propaganda, pero sin un impacto destacable en la facturación. Ni el contrato con Spotify ni con Nike han resuelto los problemas estructurales de escasez, agravados, sin duda, por un exilio en Montjuïc que también era evitable.

Los 950 millones de ingresos anunciados por Laporta de la temporada pasada, 2024-25, parece que contemplan los 100 millones de los asientos VIP, lo que supondría un retroceso respecto a la cifra presupuestada y solo le permitiría estar en el 1:1 y a expensas de la dinámica de mercado.

Los diez millones, presuntos, ya que el club no ha hecho oficiales los términos del acuerdo con la RD del Congo, no dejan de ser, aparte de la mala imagen institucional y de que el club no ha desmentido la participación del hijo de Laporta en las negociaciones, una manera de recuperar un poco de terreno en materia de patrocinio, ya que la camiseta de entrenamiento ya era un activo que generaba buenos ingresos en tiempos de Bartomeu, que se habían perdido con la llegada de Laporta.

La conclusión, tras el análisis de la naturaleza y dimensión de los ingresos en la segunda presidencia de Laporta, continúa ofreciendo un balance con bastante menos motivo para tirar cohetes de lo que la prensa oficialista dibuja con su perspectiva de la gestión de la actual directiva. La contundente demostración de esta realidad se refleja en la memoria del año pasado, con 94 millones de fondos propios negativos, pérdidas de 141 millones en el balance y malabares y engaños made in Laporta a la asamblea para evitar mayores pérdidas que pueden aumentar tras el cierre del ejercicio 2024-25 según sea el criterio del auditor. Sobre el drama de las inscripciones de jugadores, los hechos hablan por sí solos.

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