Si hay que interpretar correctamente el discurso y el mensaje de Joan Laporta sobre el desenlace de una nueva entrega de cómo llegar al final del mercado de verano sin fair play para inscribir a los fichajes —Joan Garcia, Szczęsny y Rashford en el episodio actual— el optimismo con el que ha afrontado esta recta final sólo intenta esconder el drama que se repite cada año desde que Laporta, con sus maniobras financieras y trampas contables, ha vuelto a la presidencia.
Desde Corea del Sur, en la recta final de la gira, sus palabras exactas sobre el tema de las inscripciones han sido las siguientes: «Va progresando adecuadamente. Más vale hacer el trabajo y no ir ventilándolo. Nosotros hacemos nuestro trabajo y estamos convencidos de que podremos inscribir a todo el mundo», dijo, para añadir que «el alta de Joan Garcia no depende de la baja de Ter Stegen«.
Este fue el titular que todos los portales digitales eligieron para abrir la información azulgrana del sábado porque contenía dos claves que cambiaban el enfoque de la polémica en torno a la operación quirúrgica y recuperación del portero alemán. Una, la desvinculación de lo que tenga que pasar con el veredicto médico final de LaLiga con el portero alemán y, segunda, la existencia de una alternativa para inscribir a Joan Garcia que no fuera desesperada como la de Dani Olmo hace ahora un año, con juegos de manos en el informe médico de Christensen.
Por otro lado, sin embargo, la actualidad azulgrana con el Spotify Camp Nou, lejos de acoger un partido al menos hasta septiembre, y los palcos VIP (100 millones) pendientes de un hilo, además de la necesidad de cerrar una gran operación de venta (ahora se intenta, locamente, traspasar a Marc Casadó), llevan a pensar que esta otra opción parece, cuanto menos, imposible a tiempo para el debut del Barça en la liga de aquí a dos semanas.
Con el paso de las horas, tras esta afirmación de Laporta, los medios borraron aquel titular («el alta de Joan Garcia no depende de la baja de Ter Stegen») y lo cambiaron por otro más preciso: «Vía la baja de Ter Stegen, que es una baja importante, es la forma más directa para la inscripción de Joan Garcia». Una ampliación solicitada y sugerida por el área de comunicación del propio presidente para evitarle otro de aquellos traspiés que tan a menudo le reprocha últimamente la hemeroteca.
Algo parecido le pasó hace un par de meses con motivo de su comparecencia ante el Senado Blaugrana, donde afirmó que «el Barça ya está en la regla 1:1», frase textual grabada y emitida por la prensa, pero que la propia web del FC Barcelona no transcribió ni recogió en la información correspondiente.
Aventurarse a anunciar que pese a de la lesión de Ter Stegen la licencia de su sustituto está muy bien encarrilada, una bravata tan genuinamente característica de la soberbia y de la fanfarronería del presidente, era otra temeridad y otro descarrilamiento de la gestión que no puede permitirse después de haberse tragado el sapo del Gamper y quizás el de la vuelta al Spotify en septiembre.
Más allá de este accidente dialéctico que sólo se podrá resolver con un aval personal de la directiva para inscribir a Joan Garcia in extremis, Laporta dejó otra de esas inconveniencias que sólo son fruto de su arrogancia y compulsión por ser permanentemente el centro de atención, esta vez dejando abierta la posibilidad más que seria y posible de más fichajes antes del 1 de septiembre:
«Como club —afirmó—, tenemos que disponer de más jugadores de lo habitual, y eso significa que tenemos que invertir más y eso significa que tenemos que hacer lo mejor posible para tener una plantilla más competitiva. Tenemos jugadores de mucho talento, pero también son seres humanos, y hay un límite. Necesitan tiempo para descansar y disfrutar, y creo que es algo a tener en cuenta». Increíble abrir esta otra puerta y, además, hacerlo para que jugadores como Lamine Yamal pueda organizar una de sus grandes fiestas según se puede deducir de esta inesperada reflexión del presidente sobre las necesidades de sus futbolistas.
Flick da el equipo por cerrado
Unas expectativas que justifican el llamamiento a filas de Deco, que inicialmente no tenía que ir a la gira, porque Laporta le ha pedido que venda con urgencia porque el presidente puede ser que lleve entre manos otro Rashford, otro compromiso personal suyo con Pini Zahavi al margen de la dirección deportiva y técnica. ¿Qué cara le habrá quedado al técnico alemán Hansi Flick, después de haber admitido que da por cerrada la plantilla más que satisfactoriamente?
Flick no se ha cansado de repetir que «será una temporada muy dura y tenemos dos jugadores por demarcación, en algunas tres, y estoy contento. Tener muchas posiciones dobladas en el equipo es algo que no es fácil de gestionar, pero que era una decisión deseada». Y de repente, su presidente sale a clamar que faltan fichajes, incoherentemente con los graves problemas para inscribir a jugadores, también admitidos y reconocidos. De locos, como siempre, o premeditadamente perverso por su parte en respuesta a otros intereses ocultos.
Para Flick, el problema más importante no es que no le lleven los futbolistas que le faltan de verdad, sino que lleven más que le compliquen el día a día. El problema empieza a ser el presidente.

