Decisiones que matan

Bluesky

Hace unos días me topé con la noticia de que el gobierno de Carlos Mazón aprobó el pasado mes de mayo la derogación de las llamadas normas de diseño y calidad en edificios de vivienda DC-23, un catálogo de requisitos negociado con los colegios de arquitectos y aparejadores para garantizar unos mínimos estándares de calidad en la construcción de nuevas viviendas. El documento planteaba, entre otras cosas, la ampliación de las plazas de parking, pero lo más importante es que establecía dimensiones de las estancias acordes con los habitantes para los cuales estuviera concebida la vivienda y un mínimo de cuatro metros cuadrados para todos los baños de la casa, uno más que antes.

La derogación supone también echar por tierra algunos avances en materia medioambiental, como eficiencia energética, instalación de energías renovables y reducción de residuos. Un paso atrás de muchos años que espero que organismos nacionales o internacionales puedan parar. Ignoro si existen organizaciones valencianas o no que pongan el caso en manos de los tribunales, puesto que la noticia es muy reciente y quizás no ha dado tiempo a reaccionar.

No todos son iguales. Los hay que piensan en los demás y no solamente en los promotores que van a hacerse todavía más ricos en Valencia, con viviendas minúsculas y de escasa calidad y que van a vender por una pasta. La usura de esta gente no tiene límite. De hecho, en la capital ya es imposible encontrar pisos por debajo de los 200.000 euros. Podemos imaginar lo que vale uno nuevo, por pequeño que sea. La especulación, el robo como método para enriquecerse, pertenece desde hace mucho tiempo a la derecha. Y parece que está bien visto por una parte importante de jóvenes que cree que el que es pobre es porque quiere, que el que piensa en el bien general está como una cabra y, mucho más, el que redacta un documento en que dice que los baños deben ser un metro cuadrado más grandes. De hecho, nadie ha salido a la calle para protestar por ese sueldo de 75.000 euros anuales que Carlos Mazón se va a embolsar los dos próximos años. Si acaba la legislatura, serán 15 años cobrando esa cantidad anual. Sí, en cambio, para apalizar a inmigrantes. Los 228 muertos por la dana de Valencia le perseguirán de por vida, aunque la tenga solucionada a nivel económico.

Casi al unísono, tropiezo con otras dos noticias que van relacionadas. Ya verán por qué. Resulta que los dueños de Mercadona y del arroz SOS auguran el fin de las cocinas en las viviendas. Lo dicen porque aumentan las ventas de comida preparada, pero, en el fondo, lo que están haciendo es incitar a los empresarios inmobiliarios a construir viviendas más pequeñas, sin cocina, claro, para obligar a comprar comida en los supermercados y ellos ganar más dinero con menos metros cuadrados. ¿Lo captan? Si no existe esa estancia, ¿qué alternativa tenemos? No sé si lo veré, pero es un ataque más a la libertad de las personas. La otra, que Arroces SOS ha sido denunciado por los agricultores valencianos por importar toneladas de este producto de países como Myanmar. Y las dos empresas y sus dueños se las dan de auténticos españoles. ¡Qué bien todo!

Quizás lleven razón y es mejor que cada uno haga lo que le venga en gana. Al fin y al cabo, siempre habrá tontos que compren un piso por lo que les digan y no miren nada más que lo bonito que es, sin apercibirse de que no cumple las normativas; o las cumple porque el gobierno de turno, ese que favorece a los ricos, lo ha cambiado todo para que se enriquezcan los de siempre. Al fin y al cabo, también, el voto tiene poco que ver con esas cosas.

Las banderas y las mentiras lo revuelven todo. Hasta Alberto Núñez Feijóo diciendo que “el incremento indiscriminado del Salario Mínimo Interprofesional lo único que conlleva es esfuerzo salarial de las empresas, esfuerzo impositivo de los trabajadores y recaudación para el Gobierno”, es capaz de ganar unas elecciones. Lo dice él, que gana 14.000 euros al mes. Lo dice el mismo que lanza bulos sobre un supuesto amaño de las últimas elecciones generales. Sin pruebas. Mientras escribo estas líneas me entero que el amigo del narco ha manifestado en una rueda de prensa que “las vacaciones están sobrevaloradas”. Están en ese juego: decir una mentira mil veces para intentar que la asimilemos como verdad. Mientras tanto, las medidas antisociales van cayendo una a una sin que nos demos cuenta.

Lo de suprimir las cocinas y reducir los baños no es una anécdota. Es la constatación de que van a por nosotros. Luego no nos quejemos. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

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