Vídeos anónimos de trabajadores del Spotify que han circulado por las redes en las últimas horas muestran la cruel realidad de un estado de las obras. Acreditan y justifican el retraso que ha impedido reabrir el estadio tal y como había anunciado no hace ni un mes el propio presidente Joan Laporta, que solo necesitaba un asado para renovar a Messi, que desde junio pasado afirmó que el Barça estaba en la regla 1:1, y que, ahora, tras el bofetón de la negativa de Nico Williams y de hacer el ridículo pujando por Luís Díaz, ha cerrado los fichajes con un descarte del Manchester United que llega cedido por una temporada. Un refuerzo de alquiler, sin que tampoco tenga asegurada su inscripción a tiempo de empezar la Liga.
Esta precariedad económica, indiscutible, es la que Laporta trataba de ocultar a toda costa este verano, primero con un discurso triunfal ante el Senado Blaugrana y después con una serie de acciones de pura propaganda financiera, como una nota de la mejora de la calidad de la deuda asociada a los bonos sénior garantizados, pasando de estable a positivo, también con el anuncio manipulado de una refinanciación de la reforma del Spotify y, finalmente, provocando el enorme ruido de la cita del 10 de agosto para la disputa del Gamper con 60.000 espectadores.
Una estrategia de escenario mediático que, con el paso de los días, no ha engañado a nadie, puede que solo a DBRS Ratings GmbH (Morningstar DBRS), la agencia de calificación crediticia que, de pronto, hizo pública esa tendencia de estable a positivo de un determinado bloque de la deuda «respaldado por la mejora del rendimiento financiero del FCB en las dos últimas temporadas, junto con la expectativa de una mayor mejora gracias a los mayores ingresos por el regreso del Club al Spotify Camp Nou así como a los efectivos controles de costes llevados a cabo por el Club y respaldados por los marcos de sostenibilidad de la UEFA y LaLiga. Morningstar DBRS espera que el Club genere un flujo de caja libre positivo y muestre capacidad de desapalancamiento», según el club.
Bajo de este pomposo texto emitido por la web del FC Barcelona, el escenario no es exactamente como lo pintan la directiva y Morningstar DBRS, pues LaLiga le reitera a menudo que Laporta siempre está lejos de esa «sostenibilidad» y la UEFA lo que ha hecho directamente es multarlo por inventarse más de 500 millones de ingresos que aún no han aflorado del todo en forma de pérdidas.
Los argumentos de Morningstar DBRS sobre los que modificó la calificación crediticia se basaban en que «el proyecto de renovación está en marcha y el riesgo de construcción es limitado, y se espera que el Club regrese al estadio en agosto de 2025 (aunque con una capacidad reducida de 62.000 espectadores)». «En consecuencia, Morningstar DBRS ha desconsolidado el EB de las finanzas del Club. El Club redujo los costes de la plantilla y, como resultado, logró obtener un EBITDA positivo, excluyendo las ganancias por traspasos de jugadores, por primera vez en las últimas cuatro temporadas», especificó en su nota, seguramente porque Laporta le enseñó su interpretación de las cuentas del último ejercicio y no el informe real del auditor. Por lo que se ve, Morningstar DBRS se creyó el cuento de Laporta y no el mensaje diáfano y preciso del auditor, Grant Thornton, sobre la verdad de esos presuntos resultados positivos generados, en un cien por cien, gracias a esos más de 1.000 millones en palancas, 500 millones de los cuales fueron contablemente sumados en su día y ahora se van restando por el deterioro de Barça Vision y de Locksley Invest.
Morningstar DBRS atribuye ganancias regulares a la gestión de Laporta que no son reales, mucho menos las del año pasado sobre ese concepto de beneficios ordinarios cuando las cuentas arrojaron 91 millones de pérdidas, eso sí, en un contexto en el que LaLiga sí que vigila el margen salarial y restringe el gasto de las secciones. En ningún caso por voluntad de Laporta que, si pudiera, vendería el Spotify entero antes de terminarlo con tal de gastar en fichajes a favor de sus agentes favoritos, Jorge Mendes y Pini Zahavi.
Por otro lado, Morningstar DBRS se refiere en su informe a que los ingresos alcanzarán los 1.100 millones de euros en 2027, respaldados por el regreso del club al renovado estadio a partir de agosto de 2025. Las expectativas ya no se cumplirán porque, de momento, en agosto ya es seguro que no se jugará el Gamper, siendo más que probable que tampoco se reabra el estadio en septiembre tal y como van las obras porque los plazos y trámites a cumplir por los técnicos municipales no empezarán hasta que Limak presente la certificación de final de obra del subsuelo y de la primera y segunda gradas completamente.
Volver a Montjuic, como parece que acabará esta película, supondrá el incumplimiento de todos esos parámetros que Morningstar DBRS dio por hechos cuando cambió la cualificación crediticia. Y es que, en el fondo, Laporta sabía perfectamente para quién estaba actuando en el vídeo que prometía el regreso al Spotity para el 10 de agosto. La prensa catalana le compró la campaña a Laporta como cierta y proyectó al mundo la absoluta certeza de que el Gamper supondría finalmente la reapertura del estadio después de nueve meses de retrasos también marcados por sucesivos y embusteros anuncios de la vuelta a casa.
El guion de Laporta responde exclusivamente a los trucos financieros que necesita para seguir encubriendo tanta precariedad y negligencia, además de agujeros contables de cientos de millones que el presidente necesita que Morningstar DBRS no aprecie en su verdadera dimensión. A Goldman Sachs, sin embargo, Laporta no lo va a poder engañar, pues le acaba de recordar que a partir del 1 de enero de 2026 empieza la operación devolución del préstamo de la reforma del estadio, juegue el equipo en Montjuic o en el Spotify, por lo que respecta a los tramos financiados con bonos. Lo que sí ha arreglado Laporta es quitarse de encima los más de 400 millones que debía pagarle a Goldman Sachs por un préstamo directo a la reforma en 2028. Ahora esa parte no la deberá abonar el Barça hasta 2033, cuando Laporta ya no pueda ser presidente. La maniobra le ha costado al club 100 millones más en intereses por la prolongación de las cuotas, que antes finalizaban en 2047 y ahora lo harán en 2050. Y según el Observatori Blaugrana los socios aprueban la gestión de Laporta.