La fiesta de Lamine Yamal deja secuelas en su imagen y la del Barça

El crack y su padre han reaccionado públicamente sin autocrítica ni reflexión y con una reafirmación de su derecho a divertirse por encima del ejemplo y referencia en el que se ha convertido para millones de niños

Lamine Yamal, amb el seu nou dorsal - Foto FC Barcelona

Lamine Yamal ya ha escrito una página de su propia historia azulgrana realmente distinta y llamativa con ocasión de su 18º cumpleaños, tal y como él quería, y él mismo se ha ratificado públicamente y de forma contundente en respuesta a las críticas por la dimensión, trascendencia y perfil de una celebración que marcará el futuro de su carrera, en función de si es capaz de imponer su personalidad futbolística por encima de todo lo demás.

Si las secuelas de la fiesta del sábado noche pasado, previo al inicio de la temporada -marcada por las denuncias por contratar enanos como espectáculo, chicas de imagen, lluvia de influencers, youtubers y cantantes de moda y ese outfit de gangster-, ya provocaron que las redes y los medios ardieran, el modo en que el propio Lamine ha zanjado la polémica puede que haya añadido aún más leña al fuego. «Al final yo trabajo para el Barça, juego para el Barça, pero cuando estoy fuera de la ciudad deportiva disfruto de mi vida y ya está», ha dicho.

Una afirmación sin duda poco reflexiva, más bien lo contrario, reactiva y compulsiva, sin haber pasado antes por el filtro, el debate o el necesario contraste con un entorno de peso que sea capaz de llevarlo a un estado de pensamiento capaz de analizar con más calma las consecuencias de según qué decisiones.

Entre ellas, la de apostar por un estilo de fiesta que cualquier amigo o familiar que realmente aprecie a Lamine Yamal le habría desaconsejado. Está claro que, contra la ilusión de celebrar a lo grande su mayoría de edad con el desacomplejado carácter precoz del crack azulgrana, una proyección espontánea de su enorme personalidad y madurez en el campo que no tiene por qué darse por supuesta en la vida real, alguien debió advertirle de dos peligros, fundamentalmente.

El primero, que por muchas precauciones, seguridad y restricciones adoptadas, se acabarían difundiendo absolutamente todos los detalles de la celebración, morbosamente lujosa y selecta. Y el segundo, que su imagen de deportista de elite, joven, sano, profesional y referente, sobre todo para los niños del mundo entero, en ningún caso podía quedar asociada a la contratación prohibida por la ley de enanos de fiesta, chicas en formato decorativo y esa puesta en escena de gánster, al más puro estilo capo de la mafia.

Que su entorno le propusiera un guion de fiesta con estos parámetros y a Lamine Yamal le pareciera divertido, ocurrente y transgresor no fue culpa desde luego del joven crack, sino de quien, o de quienes, le convencieron de escenificar una noche de extrema identificación con ese mundo del gansterismo. Por peliculero que pueda parecer, no deja de representar el universo del tráfico de drogas, de alcohol, blanqueo de dinero, prostitución, corrupción y violencia.

Definitivamente, no era la mejor idea para darse a conocer al mundo como el adulto que quiere ser Lamine Yamal. Y hasta habría sido bueno que ese mismo entorno que lo domina, que ha sustituido al familiar desde hace tiempo, hubiera aceptado la autocrítica y el error como un aprendizaje propio de la vida.

No ha sido así. Lamine Yamal ha querido dejar claro que en vida privada al margen del fútbol quiere divertirse a su manera y sin limitaciones, del mismo modo que su padre, en su comprensible intención de defenderlo, ha afirmado que «Lamine Yamal ha dado un ejemplo para los niños».

Si es así, ¿los niños que admiran a Lamine Yamal y no alcanzan su sueño de ser como él, un crack del fútbol, deben intentar triunfar como gánsteres? Seguro que no era esa la intención del precoz crack de Rocafonda.

Lo más probable es que los goles y el talento extraordinario de Lamine Yamal borrarán pronto el revuelo de su primera fiesta como mayor de edad y que el paso del tiempo contribuirá a que en algún momento procese los hechos desde otra perspectiva.

Finalmente, habría sido un acierto por parte de los genios que organizaron la fiesta aprovechar el éxito de la convocatoria de tanta celebrity y el arrollador carisma de Lamine Yamal para promover una causa solidaria e incluso un canal de recaudación para algún tipo de ayuda humanitaria, asistencia, social o alimentaria como parte de la celebración.

Realmente, eso habría sido un buen ejemplo con independencia de todo lo demás.

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